jueves, 31 de diciembre de 2009


FIN DE AÑO:

Al último año de la primera década del siglo XXI aspiro a enfrentármele con saldos de energía y residuos de solidaridad. Así pues, terminando el 2009 debo pensar más en despropósitos que en balances, despropósitos que, no obstante, alimentan mejor el deseo de continuar abrazando la vida con miras a levantar una sociedad íntimamente conectada con ideales humanistas e igualitarios. En efecto, para el 2010 -año de cruciales y complicadas elecciones- es preciso que los colombianos entendamos que bastantes contradicciones conlleva intrínsecamente la democracia como para sumarle aspiraciones de poder perpetuo; que la política debe estar al servicio de los más necesitados y no aferrada -ad portas de cumplirse el bicentenario de la República- al continuismo y a la corrupción; que seguridad sin un modelo económico de equilibrio que pondere igualmente la justicia social, es seguridad pensada para defender, única y exclusivamente, a quienes gozan del privilegio de beneficiarse de las iniquidades del sistema; que, por el contrario, la inseguridad ciudadana, latente y polifacética, no hace más que enfatizar el desgobierno en que vivimos. O mejor, el tipo de gobierno propio de sociedades capitalistas que responden sólo a la mezquindad del individualismo y a la ferocidad de la competencia, implementado, por supuesto, en favor de una elite que tiene con qué ventajosamente competir y que gusta, además, de mostrar oprobiosamente su clase y su fortuna.

Por otra parte, los incrementos patrimoniales injustificados subsisten aceitando la maquinaria de la contratación pública: celebración indebida de contratos, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, testaferros y profesionales de variada pelambre conforman el gran negocio que la politiquería electorera sostiene, votación tras votación, a manera de cáncer interminable. Todo es negociable en Colombia. La vida no alcanza siquiera a valer el peso. Del Derecho sólo quedan las facultades encerradas en su propia mentira. Y de ética ni hablar. Un joven profesional, recién egresado y con algunos contactos, pasa en poco tiempo a demostrar por qué vale la pena entregarse al criminal negocio: carro, casa, viajes de placer, ostentación y perversidad. Pero la gran mayoría de sus colegas, excluidos del sistema al igual que la gran mayoría de los colombianos, perece sin oportunidades y sin escenarios posibles de reivindicación. A ese profesional que recibió clases de ética y de humanidades en la universidad no se le olvida que robarle al Estado es potenciar la desigualdad, el hambre y la miseria. Pero hacer letrinas es lo suyo y más si con ello se enriquece rápidamente elevando así su nivel de vida. Un progreso infame que comportará siempre un lastre demasiado vergonzoso. Lo que se avecina es también lamentable. La crisis fiscal se empeña en alzar todo menos el salario; la precarización del empleo se muestra cada vez más como una dolorosa realidad; grandes extensiones de tierra en manos de unos pocos y dedicadas más a la ganadería que a la agricultura aseguran su futuro sobre los exiguos salarios de nuestros campesinos, que ni siquiera alcanzan a devengar el pírrico mínimo; la informalidad va en aumento; muy pronto las relaciones laborales, y sus correspondientes derechos, serán cosa del pasado.

Y la verdad, en medio de este oscuro panorama, no hay mucho de donde escoger. Es difícil percibir ya la existencia de una izquierda seria, histórica y coherente en nuestro país. En cuanto al Uribismo, su tragedia es consecuencia directa de su avidez: decrece en la misma medida en que su figura más representativa -a decir verdad, su única y ya desgastada quintaesencia- se hace más fuerte en las encuestas del régimen, con la ayuda de medios de comunicación abyectos, políticas de mendicidad a pleno sol, trogloditas de erráticas pasiones y homólogos que desconocen los avatares de la idiosincrasia colombiana; pero en el otro lado las cosas no marchan mejor. El PDA, con Gustavo Petro como candidato presidencial, se enfrenta a la triste verdad que quizá desde sus inicios carcome a esta organización alternativa, germen de dudosa simbiosis que debilita hondamente las fibras de la oposición en Colombia. Por ejemplo, habría que revisar las hegemonías sindicales afectas al burocratismo, replantear algunas alianzas nacionales y regionales, verificar el pasado de algunos candidatos o dirigentes (y no me refiero a militancias en la guerrilla del M-19 ni a la toma del Palacio de Justicia ni a nada que se le parezca), pasado e incluso presente ligados a prácticas non santas que bien podrían clasificar en la lista de comportamientos macabros y descompuestos protagonizados por la nefasta clase política colombiana de todos los tiempos.

Carlos Gaviria fue el gran damnificado al salir derrotado en la consulta interna del Polo, y eso que el maestro Gaviria venía de demostrar un respaldo popular por encima de su partido, legado que no supo administrar al dejarse arrastrar por el falso radicalismo de unos cuantos y la maquinaria clientelista de otros más. Me atrevo entonces a señalar que, en presencia de vicios políticos tan marcados, y enemiga la coalición mayoritaria del Polo de apostarle a una izquierda política de real o mayor alcance, la socorrida izquierda democrática encontró en Petro, más allá del PDA, un candidato que, superando la paradoja, restó y sumó a la vez. Habrá que esperar a ver en qué para todo este asunto. Entre tanto, liberales y conservadores aprendieron a mimetizarse luego de una prolongada y sangrienta complicidad bipartidista, y aquellos que se precian hoy de cívicos e independientes son, si acaso, rescoldos de un país tan corrompido que hasta la más límpida hoja de vida es factible de ponerse en entredicho, o descubrirle sus secretas relaciones, con solo rastrearla un poco. Pescar en río revuelto es también asunto de demócratas que encuentran, para su apetito oportunista, caldos de cultivo a montones en la farsa de democracia que nos violenta.

La pregunta se asoma entonces victoriosa e inquietante: ¿qué se puede hacer desde la literatura, la poesía, la música y el arte en general para contrarrestar los males que nos aquejan y aclimatar un mejor país donde la vida y otros valores sublimes se respeten y las necesidades básicas sean satisfechas? Bueno, hablé al principio de despropósitos y creo tener la razón cuando más que en proyectos, metas u objetivos enfoco mis ateridas fuerzas en función de despropósitos, porque, en un país como el nuestro, son de alguna manera horizontes realmente vitales que permiten despuntar aquellos sueños imposibles con que la imaginación todavía convoca resistencia. Son las armas, si se quiere, del solitario morir, las únicas con que contamos para enardecer la malograda esperanza. Nos espera, pues, un año para aproximar respuestas, respuestas que, en definitiva, podrían confirmar lo que el escritor Héctor Abad Faciolince llama “la impotencia absoluta de los que no tenemos más que la palabra”…

COLETILLA: Esperemos que mi tercer poemario, Cantando a Destiempo, encuentre por fin su ruta de escape a principios del 2010. Y en cuanto a mi adorada música vallenata, rogar y rogar para que los compositores dignifiquen las canciones con mensajes poéticos que eleven la calidad del texto vallenato. He aquí todo un verdadero despropósito de Año Nuevo: profundizar el examen detallado de las canciones vallenatas en los principales trabajos discográficos, priorizando la expresión literaria de las mismas. Nuestro primer esfuerzo de 2010 tiene ya en la mira a “El Nobel del Amor” de Tomás Alfonso “Poncho” Zuleta y Gonzalo Arturo “El Cocha” Molina. Insto, además, para que Peter Manjarrés le ponga más cuidado al tema de la afinación durante sus presentaciones en vivo. Impropio de un artista ganador de dos Grammy latinos consecutivos mostrar falencias tan desastrosas como las percibidas en toque reciente realizado en El Retiro-Antioquia. Por último, no olvidar que si lo que se quiere es contribuir a que el género vallenato salga de la crisis comercial que lo consume, es mucho más significativo recuperar a grandes compositores del pasado y darle oportunidad a otros muy buenos del presente, que grabar clásicos que no hacen más que corroborar la conciencia mediocre del artista.

Feliz Año 2010 para todos los seguidores, amigos y lectores de este blog.

FBA

miércoles, 16 de diciembre de 2009


JORGE OÑATE Y CHRISTIAN CAMILO PEÑA: TE DEDICO MIS TRIUNFOS (2009)(Comentario Crítico)


Hablar de Jorge Oñate es referirnos, sin lugar a dudas, a un grande de la música vallenata, un cantante de sobrados méritos que se abrió paso como tal sin ser acordeonero, rompiendo así con una larga e importante tradición de juglares que tocaban y cantaban temas de su propia autoría, tradición que, no obstante la polución de intérpretes posmodernos en su mayoría de baja estofa, mantiene expresiones de indiscutible valía en artistas de talla aún vigentes como Alfredo Gutiérrez. No sé si la preocupación del doctor Jorge Nain Ruiz Ditta -expresada en marzo de 2008- sobre el ocaso de la voz de El Ruiseñor del Cesar sea hoy, año y nueve meses después, una desastrosa realidad; lo cierto es que termina siendo comprensible que el paso de los años y la propia dinámica de presentaciones frecuentes en vivo y a altas horas de la noche vayan dando al traste -en algunos casos potenciado ello por exceso de alcohol y consumo de drogas- con artistas históricos y famosos, llámense Diomedes Díaz, Farid Ortiz, Beto Zabaleta, Iván Villazón o Jorge Oñate, y hasta con la portentosa y que creíamos inmortal voz de Poncho Zuleta. Explicable entonces que tengan más trabajo los coristas, especialmente si advertimos que la tabla de salvación económica está en los contratos y no en el mercado del disco, y sostenerse con calidad vocal en medio de tan exigente ajetreo no es, por supuesto, nada fácil. En todo caso, los avances tecnológicos compensan, a la hora de grabar los compactos, este gravísimo inconveniente.

Pues bien, la idea de este escrito es comentar el reciente trabajo discográfico de Jorge Oñate al lado del joven acordeonista de Pivijay-Magdalena, Christian Camilo, Rey Vallenato 2008, lanzado esta vez con título y subtítulo: Te dedico mis triunfos y La aplanadora. Y aquí empiezan, por supuesto, los problemas. Quiso Oñate prenderle una vela a Dios y otra al diablo, como quien dice, la aplanadora para el público juvenil corrompido por olas de mediocridad, y los triunfos para quienes, en menor escala, todavía creen en la poesía y en la lírica de los buenos paseos vallenatos. Pero esto es algo que hay que decirlo sin ambages: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Claro que a estas alturas de la confusión musical que atraviesa el vallenato es difícil saber de qué lado está Dios y en qué lado se regodea Mefistófeles.

Si algo ha caracterizado a Oñate durante su larga trayectoria artística es precisamente haber sido el abanderado de un estilo único, inconfundible, respetuoso de la tradición, defensor de la canción vallenata tanto en aspectos rítmicos como armónicos, melódicos y textuales. Incluso, cuando la balada y la ranchera infectaron el trasegar del género y luego la Nueva Ola, neutralizando paradójicamente los efectos de lo anterior, pareció acelerar el comercial derrumbe, ahí estuvo siempre El Jilguero de América aportando valerosamente lo suyo, dándole cabida en sus producciones a compositores de merecido prestigio y a canciones inéditas triunfadoras en distintos festivales. Sin embargo, debo lamentar que sea precisamente Oñate quien, en momentos en que la tendencia deformadora entró en severa decadencia, oxigene lo que va quedando de ella con canciones como La aplanadora del polifacético Omar Geles Suárez, porque esta aplanadora, a mi juicio, lo que hace es profundizar la crisis del vallenato. Funciona exactamente como eso: como una aplanadora, una apisonadora del canto vernáculo.

He sostenido siempre en este blog que El Diablito es un excelente compositor, un fuera de serie que bien merece el reconocimiento y los éxitos alcanzados, pero cuando se propone, como por lo visto se ha propuesto, monopolizar el campo de las grabaciones comerciales, su pericia opera sin importar lo que se lleve por delante. Geles domina a su antojo los trucos rítmicos y las letras estultas, y es, por tanto, todo un maestro a la hora de relacionar lo pegajoso con cierto facilismo juvenil. En otras palabras: es consciente del problema pero ni modo, es lo que medianamente funciona y hay que explotarlo al máximo. En esto la ética y la dignidad no cuentan. Que sigan brincando. Que siga lo insulso mandando la parada. De alguna manera queda la posibilidad de meter una que otra canción de buena factura en uno cualquiera de los tantos trabajos donde privilegiadamente participa, y por qué no, en los mejores concursos festivaleros. Empero, esta doble moral acarrea enormes desventajas para un folclor, o mejor, para una música en expansión como la vallenata, ya que, en últimas, son sus trabucaciones comerciales las que terminan recibiendo los aplausos.

Si bien el artista se debe al público, se debe también al compromiso consigo mismo (a esos fantasmas internos que muy bien cataliza el cantautor Adrián Pablo Villamizar Zapata en sus canciones). En este orden de ideas, uno espera que el compositor responda a la búsqueda de su verdad interior, al universo de sus ingentes preocupaciones existenciales, al deber, incluso, de educar sin abrazar falsos moralismos, no sólo a partir de sus propias vivencias sino también de experiencias ajenas con respecto a las cuales se sensibilice, pero nunca -y mucho menos de un músico completo como Omar Geles- que se dedique al divertimiento ridículo constituyéndose en un verdadero peligro musical, un traficante de versos embrutecedores. Claro está que lo bailable y/o lo parrandero del vallenato juega también en esto, pero no justifica de ninguna manera convertir el arte sublime de componer canciones en una fábrica pueril de cantos sin sentido que cuenta, según dicen, con nómina de compositores serviles a la causa.

Así pues, La aplanadora sabe para qué está hecha, el motor se enciende, cuidado, apártense, gritan algunos y entra enseguida Oñate diciendo sálvese quien pueda que ahí viene la aplanadora. Dicho esto, uno espera que lo que va a escuchar sea en realidad una aplanadora que acabe de una vez por todas con la impostura que caracteriza hoy por hoy al vallenato. Pero no, en verdad hay que correr, ponerse a salvo, pero de esta aplanadora atroz, cuyo texto extermina de inmediato cualquier asomo de esperanza: “Ella es la más bonita del barrio, por ella están suspirando todos, nadie resiste sus encantos, porque a cualquiera vuelve loco… a mí me da pena con ellos, porque ella quiere es a uno solo, aunque prometan darle el cielo, conmigo es que ella quiere todo; enamoraos le sobran, pero yo soy el chacho, yo soy la aplanadora, de sus enamorados… Es la mujer más linda del planeta, que ninguno se meta porque pierde, porque es mía, sólo mía, como es linda la persiguen pero por mí es que se desvive, soy de ella y ella es mía, sólo mía… Yo soy el más afortunado, porque mi novia es la más bella, si otro por ella está loqueando, sepa que soy el dueño de ella… piensan que ella va a dejarme, pero están muy equivocados, este amor no lo acaba nadie, porque los dos estamos tragaos; enamoraos le sobran pero yo soy su gallo, yo soy la aplanadora, porque la estoy pisando”. Pena debería darle a Jorge Oñate, a un artista de su talante, interpretar este embeleco de canción que lo desluce.

Por fortuna no todo es criticable. Hay canciones que se salvan, aspectos que pueden rescatarse. Sin embargo, en términos generales no logra el disco ser fiel a la fama vallenata que lo precede. Al menos, no es la producción que uno quisiera escuchar de un intérprete como Jorge Oñate, acompañado de un talentoso acordeonero profesional coronado como rey vallenato en Valledupar. Asegura el Coordinador General del Departamento de Prensa de Jorge Oñate que se recibieron más de 200 canciones. No lo discuto. Lo que me pregunto es cuántas de estas canciones no son sacrificadas a favor de otras que quizá no merezcan estar entre las escogidas; con qué criterios se hace la selección; qué influencias se mueven en torno a ello, y lo que es más grave, qué intereses, especialmente económicos, terminan imponiéndose en la decisión final.

Me imagino que la casa disquera es clave en este proceso, pero igual, el síndrome de la corrupción que impera en el mundillo vallenato aporta lo suyo. Una canción como Más vivo que nunca, por ejemplo, de la autoría de Marciano Martínez (quien en un vídeo casero la interpreta manifestando habérsela entregado a Oñate), es una de las grandes desechadas. Y cuando se observa que el ramillete de compositores beneficiados es regularmente el mismo, la marginación empieza a tener ribetes de tragedia. Y lo digo pensando sobre todo en compositores que no son tan conocidos como Marciano, creadores que se pasan la vida entera enviando y reenviando sus canciones sin ningún resultado positivo. Compositores y canciones que hacen parte, en su mayoría, de esa riqueza inédita que se va perdiendo grabación tras grabación, que es de donde el vallenato debería extraer realmente posibilidades de restablecimiento, explorando, además, senderos de constructiva evolución. Un compositor como el sahagunense Luis Alberto Prado (por mencionar un caso cercano), quien ha ganado alrededor de ochenta concursos en distintos festivales, permanece menospreciado por importantes artistas que prefieren continuar transitando, por obvias razones, el camino lucrativo de la descomposición.

Razón tiene, pues, el doctor Adrián Villamizar al insistir quijotescamente en que la UNESCO reconozca y declare el canto vallenato (no la canción vallenata; no a la música vallenata) como patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Piensa ante todo en los viejos cultores del género que mueren en el desvalimiento absoluto, piensa en sus canciones, en esas joyas de vida y esperanza sepultadas igualmente por la muy colombiana combinación de “soledad y olvido”. Pienso como él en la urgencia de emprender -al margen de las diferencias insalvables entre sabaneros y vallenatos con respecto al origen, desarrollo y clasificación de nuestra música- investigaciones dirigidas a penetrar en el alma del creador, en su diálogo espiritual con el entorno, en las motivaciones profundas de su canto. Como bien lo dice el amigo Villamizar en un merengue inédito, “si no se cantan se olvidan” (excúseme compadre la infidencia). Así pues, la salvaguarda y difusión de un estilo de vida no amarrado a las discusiones interminables entre música de acordeón y música vallenata, ni limitado tampoco al auge virtuoso de este instrumento, son ejes de una lucha que debería colocarnos a todos los amantes de este bello folclor del mismo lado. El canto vallenato, así entendido, en sentido si se quiere amplio, es también el canto del Sinú; de las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar; del Bajo Magdalena, y, por supuesto, de las regiones del Cesar y de La Guajira donde la música vallenata ha obtenido encumbramiento. Un canto en el que la oralidad cumple un papel preponderante, revelando aportes rítmicos de mayor alcance. Un canto que aglutina no sólo a las viejas, sino también a nuevas generaciones de compositores que representan, aunque en mínima cuantía, la posibilidad de seguir resistiendo desde trincheras literarias y poéticas de envergadura.

Regresemos, por lo pronto, al punto principal de nuestro comentario. Vuelve y juega el tema de los saludos en las canciones. Cantidades de saludos que, según lo expone el ya citado Jorge Nain en su columna del 11 de diciembre de 2009, llegan a costar cifras millonarias, y que, según su criterio, atentan contra la internacionalización del vallenato. En torno a la internacionalización, creo que el tema de los saludos no es el principal elemento de la discusión, puesto que más debería preocuparnos la calidad del producto que se quiere exportar como “vallenato”. Por otra parte, escudriñar si en el CD de Oñate se produjo o no esta práctica es algo secundario; me interesa destacar cómo muchos de estos saludos se vienen tirando las canciones, máxime cuando hay políticos actualmente en campaña que no pelan disco, al igual que ganaderos, hacendados y locutores que estamos hasta la coronilla de oírlos mencionar. El súmmum de Oñate no tiene nombre. Muy por la línea de Farid Ortiz en La lira, se despacha Oñate, en el tema Mía nada más, un saludo presidencial. Y lo hace en este preciso momento, cuando la segunda reelección de Álvaro Uribe es uno de los intríngulis más espinosos, polarizadores y violentos que vivimos los colombianos. Y ojo: puede ser Uribe, puede ser Chávez, puede ser cualquiera. Como que piensan, además, que los personajes nombrados son santos de la devoción de todo el mundo. Pues no, estas salutaciones cansan, y más cuando se desbordan, cuando se mezclan con sucios intereses. El problema es musical, no político. La música no está llamada a convertirse en plataforma electorera de muñidores y ladinos. Su esencia se compagina con las más excelsas atribuciones y condiciones del corazón humano, con sus imperfecciones y contradicciones incluso, jamás con la desfachatez del desgobierno.

Cierro entonces esta larga perorata con breves anotaciones al resto de las canciones grabadas por Oñate y Christian:

Con El compadre Pello de Juan Manuel Pérez, es claro que la intención es contar con el infaltable tema de carnaval para la diversión y la jocosidad de quienes tienen como máxima de vida saber quién va abajo y quién va arriba, en el caso de la canción, si Pello o Catalina. Bueno, al final todo se aclara: “Pello, Pello, qué es lo que te sucede, si la mujer va arriba o abajo cuando quiere”. Y luego de la bailada no cuesta mucho agradecer semejante descubrimiento.

En Es imposible de Omar Geles, no obstante la advertencia de ser “puro vallenato” con que la empieza Oñate, se repiten las desgracias. Al menos rítmica y melódicamente es otra cosa pero su letra nos recuerda lo de siempre: “Si uno quiere es pa’ que lo quieran, si uno deja también lo dejan, si me adoran también sé adorar, si me olvidan yo aprendí a olvidar… con tu olvido me sentí tan desdichado que vivir o no vivir me daba igual… el amor nos da alegría, también pesar… quien lo vive es quien lo sufre enamorado… el cariño no se ruega, ni se presta ni es vendido, lo bonito es que uno quiera y que lo quieran lo mismo, pa’ quererte ya no veo razón ni pa’ darte lo que ayer te di”. En fin: te quise, ya no, sufrí mucho, ya no quiero, etc., etc., etc.

Esos renaceres, de Enrique “Kike” Araujo: sin ser cosa del otro jueves, la letra es algo diferente, versos bien rimados aunque no propiamente poéticos. Melódicamente, rescatable. No deja eso sí de parecerme demasiado truculenta la relación del tema de este paseo con el héroe del folclore inglés medieval Robin Hood. Pero bueno, son cosas ya del compositor…; de seguro, exigencias o dificultades de la rima.

Historia de mis cantos, de Franco Argüelles: sólo para el lucimiento del acordeonero, con más música que letra. No justifica, a mi juicio, la expectativa de su título: “Salieron del Valle, todos estos cantares, por allá lo llaman vallenato grande, aquí es el himno del pueblo, allá se baila en la calle, éste es el folclor innato que engrandece nuestro Valle, como el que cantaba Alejo y Emiliano con Morales… Hay en la embajada un gringo cantando Alicia Adorada y El palo de mango, en su idioma yo entendía le doy visa por un año, éste es el folclor innato…”. No sé, no convence.

La llanerita, de Rafael Escalona: anunciada como inédita pero melódicamente similar a otras del desaparecido maestro. En todo caso, cuenta con buenos arreglos, guitarra y acordeón que se destacan, sabe obviamente a vallenato, manteniendo la estructura del canto tradicional: tres partes, letra sencilla, de corte narrativo, sin rebuscamientos ni melosidades, y con el mismo estribillo.

Con La pega pega de Alejo Durán experimento la paradoja de siempre: cada que se graba una canción de Alejo me alegro por Alejo y su legado pero me entristezco por los muchos compositores de ese estilo, de ayer y de hoy, que se quedan sin oportunidad alguna. No soy amigo de los reencauches precisamente por considerar que si lo que se quiere es grabar buen vallenato, es posible hacerlo sin acudir indefectiblemente a lo ya consagrado como clásico. Se faja Christian Camilo, fusión de bajos con porro y final estilo Alejo con arreglo novedoso. No podía faltar el saludo para la sabana pero con nombre propio, a un personaje ya excesivamente agraciado en estos menesteres.

Lucerito, de José María “Chema” Moscote: buen paseo; ritmo y melodía aceptables, letra diferente. Se percibe con agrado la ejecución del acordeón. Canción corta que apela a la repetición de la letra como recurso para pegar. Le luce a Oñate, es de su estilo.

Mía nada más, de Fabián Corrales: la del saludo presidencial… No me gusta para nada esta canción. Sabemos de los pergaminos creativos y exitosos de Fabián Corrales, pero me parece que es más de lo mismo, el temita del hombre enamorado que se cree mejor que todos sus rivales y dueño privilegiado del amor de la mujer por la que combate. Me temo que este machista sobrador y pendejo (aclaro, no me refiero a Corrales, sino a su trillado personaje) va a morir engañado, pues, por lo visto, desconoce absolutamente el poder abrasador del alma femenina. Veamos una muestra: “Yo sé que otros ya te están enamorando pero no me ganan la partida, el fuerte tuyo soy yo, y mi Dios del cielo me perdonará cada vez que intento estar cerca de ti, cuando algún besito te quiera robar y con picardía te apartes de mí, cada vez que intente tu boca besar Cristo tú lo sabes que ella tiene que ser mía, mía nada más, mía, mía, tú vas a ser mía, mía nada más, mía, mía, tú eres sólo mía… Yo sé que hay muchos detrás de ti, que pelean por ti y quieren tu amor, y comenzaron a hablar de mí y hasta me calumnian porque digas no… yo puedo enfrentar a todo el mundo por la magia de tus besos… acepta que yo soy quien te gusto pero creo que tienes miedo”. Huelgan más comentarios.

Qué es lo que quieren, de Luis Durán Escorcia: otro tema recurrente, el de la pareja que se quiere, le dicen cosas a ella para que peleen y se separen, pero claro, no lo van a conseguir, la gente envidiosa se mete en su vida pero parrandear y mujerear no es su problema, etc. Canción sencilla, de poca letra, más corta en su segunda parte, repite estribillo y final, de estilo clásico, sabrosa, rápida, alegre, bailable, melódicamente parecida a las que comparten su misma onda. Pero bueno; válida, al menos no hay lágrimas ni cuernos. Machismo a secas. El vallenato lo lleva en sus entrañas.

Quién iba a decirlo, de José Alfonso “Chiche” Maestre: sí señor, quién iba a decirlo. Fiel seguidor de este afamado cantautor, me cuesta hacerlo. Un “Chiche” entregado a la canción amorosa ya desde el punto de vista comercial; en la segunda parte utiliza igualmente el recurso de repetir buena parte de la letra, con elementos rítmicos y melódicos que actúan en consonancia. El truco da resultado. Geles lo emplea.

Quiere volver, de Gustavo Calderón: interesante arreglo inicial. Bien por la propuesta instrumental. Mal final de Oñate. Su tema coincide con el del “Chiche”: otro paseo que nos plantea la dificultad de olvidar un gran amor. Otra temática supremamente desgastada en el vallenato. “Encontrar una boca que me bese igual es imposible, es imposible, encontrar unas manos que acaricien igual es imposible, es imposible, me está matando el frío de tu adiós, siento que duele en el alma esta herida, este dolor se me puede quitar cuando tu boca me dé la medicina…”. Después de lo anterior es fácil apreciar que esta canción, y no la de Geles, debió haberse llamado Es imposible. Se presta, sin duda, a confusiones. Si bien son decisiones del resorte de cada compositor, muy raro que los productores del disco no lo corrigieran. Ahora bien, en cuanto a las temáticas que se repiten debo aceptar y señalar que el problema no radica tanto en que se trate del mismo tema, como sí en el hecho de que el compositor resulte siendo inferior al reto de asumirlo desde perspectivas poéticas renovadoras.

Soy tu dueño, de Jorge Mario Gutiérrez, se gana, en mi opinión, el premio a la letra más cursi y descuidada del disco. Veamos: “Ay vivo convencido que yo soy tu dueño, soy tu único dueño, yo vivo enamorado de la miel de tus labios, de la miel de tus besos, ay mira mi vida, mi consentida, mi muchachita, me tenéis enamorado, ilusionado, ay con tu sonrisa alegras mi vida, yo quiero que tus besitos sean para mí, mi reina, te convertiste tú en mi existir, y yo no veo la hora de tener las llaves de tu corazón, ay vivo todo el tiempo por quererte nomás, por hablarte nomás, ay vivo enamorado de tus ojos nomás, de tu boca nomás, pa’ quererte nomás mi amor y entregarte mi corazón… Ay vivo enamorado de tus ojos bellos, de tu lindo cuerpo, yo vivo entusiasmado de tus lindos besos, ay mi amor te quiero, ay mira mi vida, mi consentida, mi muchachita, me tenéis enamorado, ilusionado, ay con tu sonrisa alegras mi vida, por siempre, toda una vida juntico a ti, mi reina, eres la dicha de mi sentir y a Dios le doy mil gracias por concederme este gran amor…”. Una canción rapidita, de ritmo alegre, bien tocada, que finaliza con fusión de porro-corraleja y cuenta con pegajosa melodía. Pero textualmente muerta, confiada, con sumo facilismo, en la pobre utilidad del lugar común. Grave equivocación. Merecía una buena letra, cuidadosa de la metáfora, que la proyectara más allá de lo desechable, del lenguaje inconcebible de los “lindos besos”. Otro enamorado más que cree que el amor es objeto de propiedad, y peor aún, que se puede ser único dueño de nuestra inefable fémina.

Te dedico mis triunfos, de Aurelio Núñez: compositor del año 2009 según el Festival Nacional de Compositores de San Juan del Cesar. Justo premio para un compositor con recorrido que se ha caracterizado por escribir canciones de buena calidad, que, incluso, han venido haciendo la diferencia en trabajos discográficos de artistas como Silvestre Dangond, Peter Manjarrés y Diomedes Díaz. Un paseo que sobresale por su cadencia, armonía, arreglos y componente melódico. Lo textual deja algunas dudas, pues su letra es algo corta y parece orquestarse toda en función de recalcar el estribillo: “Te regalo mi canto, mi risa y mis alegrías, te regalo mis triunfos, mi alma y la vida mía”. Creo que exagera el uso de la palabra nobleza, hasta el punto de caer en frases redundantes: “La nobleza del hombre es un alma (arma) feliz, el escudo más noble de la humanidad”…

Por último, Tu indecisión, de Sergio Luis Rodríguez es lo que yo llamo una típica canción posmoderna. Su tema: la mujer que no se decide, que está como jugando, entre risas y burlitas, mamando gallo y el tipo le dice que eso no va con él, que él es un hombre con amor de pueblo, bueno, noble, etc., pero que si quiere jugar, rumbear y vacilar él hace lo mismo, le seguirá el jueguito. Sergio Luis conoce muy bien a su público juvenil y mete una canción que sabe de antemano que va a gustar, pues es temática de moda, discotequera, y él la edifica precisamente en función de eso. Destaco sí la construcción de buenos versos, rimas bien hechas, melodía aceptable, letra nada cursi ni romanticona, que no irrespeta al oyente creyéndolo imbécil y amante de la mala poesía. Este paseo de Sergio Luis demuestra que sabe dónde ponen las garzas. Claro está que de este novel compositor, que además es Rey Vallenato de Acordeón Profesional 2009, hay que desear que descubra pronto en la canción vallenata la posibilidad de asumir contenidos realmente vitales y de mayor duración.

Bien, hasta aquí llegó mi análisis. Hasta donde llovió hubo barro. Espero que este comentario sea recibido constructivamente, pues no me anima nada diferente de contribuir a que la música vallenata recupere su histórico camino, abriéndose, además, a cambios que la enriquezcan y no a “evoluciones” expansivas que la conduzcan irresponsablemente al exterminio.

Saludo sinuano-vallenato,


FBA – DERECHOS RESERVADOS

sábado, 12 de diciembre de 2009

Dos poemas de "Cantando a Destiempo". Para Amparo, cuatro meses y once días después...


YO TENÍA UN CELULAR al que noche tras noche
Entraba una llamada de importancia
Una voz preocupada que decía lo indecible
De las cosas
Exhausta y a veces enredada
Cantaba una canción de cuna
Sin saberlo

Yo tenía un celular donde noche tras noche
El dolor de vivir decía presente
Y el dolor de morir se despedía

Un celular de olvido yo tenía
Una llamada a la que respondía noche a noche
Mi silencio, y el corazón haciendo lo posible
Para evitar tener remordimiento

Yo tenía un celular y hoy ese mismo celular
Dejó de funcionar sin avisarme
Ya no entran llamadas de importancia
Al menos no aquélla que acostumbraba cantar
Sin proponérselo
Aquélla que a estas alturas del reproche
Comprendo que nunca más me salvará
Insistiendo

Yo tenía un celular donde todas las noches
Se escuchaba el latido de este verso


GARZAS – a Santo Enán…

él, tan sólo un mozalbete labrando su futuro
ella, hermosa y pretendida mirando bachilleres
él, procedente de tierras sin diablo y sin progreso
ella, la nieta consentida que esperaba otro mundo
él, imponiendo su amor con juicio y elegancia
ella, sabiéndose perdida por secretos del alma
él, la garza que llevó de su charco de ensueños
ella, la garza que marchó detrás de aquel olvido
garza sol, garza pantano, garza regalo
garza de amor brillando en otros tiempos
yo, hijo menor de garzas

que se fueron

FBA

viernes, 4 de diciembre de 2009

MANICOMIO

No hay día que no peleen. Por todo o por nada. Con razón y sin ella. Los gritos no cesan, las palabras obscenas se contagian. Los niños empiezan a repetirlas y los adultos de la casa, al darse cuenta, con las mismas palabras los reprenden. Así es la vida en medio de problemas, burlas de unos y otros, crítica tras crítica. Hoy nadie ha dado para el almuerzo, hacerse el pendejo es todo un arte, una segueta eléctrica trabaja incansablemente, su chirrido es de los mil diablos. Locos vienen, locos van, los más locos llegan los fines de semana, andan en una motocicleta de media cilindrada, son una pareja de eternos aventureros que entran con todo y moto hasta la sala; ella, pegada siempre a él, y él, músico, poeta y quién sabe qué otras ociosidades guarde en esa cabezota sucia.

Todo está en desorden, hay basura a lo largo y ancho de la casa, comen rosquitas y tiran las bolsitas al suelo, juguetes descuartizados lloran regados por el piso, espaldares que fueron mecedoras adornan el traspatio, botellas de gaseosas y de cervezas enmohecidas aún van a la tienda, el verdín hizo metástasis. Abundan, sin fallecer, las cosas inservibles; un maremágnum de cables empatados amenaza en el techo; las camas se usan también como roperos; residuos de jabones se amontonan con vellos en los baños. Así es la vida en medio de simplezas, amores de nunca acabar, cielo tras cielo. Todo el mundo entra como Pedro por su casa, desfilan vecinos de veinte manzanas a la redonda, parientes próximos y remotos, vendedores de rifas, compradores de minutos, mecánicos de carburadores, clientes de ventanas, celadores sin oficio, chismosos en decadencia, negociantes de pescado, carretilleros de frutas y verduras, abren la nevera, toman chicha, dicen vulgaridades, sueltan carcajadas. La terraza aguarda impaciente. No demora la confusión en peinar los naipes.

Entre tanto, varios televisores a todo volumen se suman a la fiesta. La mezcla de canales enloquece, un equipo de sonido le propina insufribles vallenatos. Focos y ventiladores prendidos día y noche completan el zaperoco, a fin de mes la cuenta genera insultos, los fantasmas dan las gracias. Y como si esto fuera poco el ocioso de los fines de semana llega disparando: ¡Luces, cámara, acción!... en los calados de las paredes se resume el dolor silencioso de la casa: jeringas para nada desechables, cuchillas de afeitar gastadas, papelitos doblados de hace treinta años, ganchos que ya no cuelgan ropa, destapadores oxidados, agujas desojadas, botones partidos, paletas después de consumidos los helados. Todo lo que se daña encuentra su agujero, el polvo se acumula, el tiempo se detiene.

La casa parece no tener dueño, aunque tiene como todo palacio su bribón, un vivaracho sin escrúpulos que aparece una vez al año. Regresa bajito, sonríe maliciosamente, tres días después llegan eventuales compradores, quiere a como dé lugar venderla para largarse con la plata. No faltan tampoco los borrachos. Se desaparecen de viernes a domingo. Así es la vida en medio de problemas y escaseces, nadie tiene derecho a entremeterse. Son felices, es el orden natural de la gran vida. ¡Claro que son felices! ¿Alguien lo duda?
FBA – DERECHOS RESERVADOS

jueves, 19 de noviembre de 2009


LA NOCHE DEL EXILIO
(cuento; autor: fba)


para Orlando Alarcón, por los viejos sueños…

“Es la ira,
Mi desbocada ira
Que viene blandiendo sus espadas”
JUAN MANUEL ROCA

Tenían un mes de estar viviendo forzosamente en Bogotá cuando Orlando le comentó que su novia llegaría esa tarde procedente de Montería. Es una práctica de campo, le dijo emocionado, se hospedarán en el hotelito de La Séptima. Jorge recordó de inmediato muchas de sus peripecias en aquel hotel durante las jornadas de negociación sindical. En medio de un frío excesivo, con los labios destrozados y casi siempre sin plata, no lograba nunca conciliar el sueño. Al menos la sede del sindicato bancario en Teusaquillo contaba con mejores condiciones, así le tocara bañarse en agua fría y dormir en una buhardilla repleta de camarotes para asiduos u ocasionales visitantes. Gracias a un camarada del Comité Ejecutivo tenían acceso a ella a un costo simbólico de mil pesos por noche. Estaba de paso en la capital a la espera de, prácticamente, nada y no importaba cumplir con la regla de llegar, como muy tarde, a las ocho de la noche so pena de quedarse en la calle. Jorge oyó a su amigo de andanzas políticas, quien le insistía en que lo acompañara esa noche a una discoteca de Chapinero para tratar de finiquitar las cosas con su incipiente novia universitaria. Reparó, sin embargo, en las prácticas de campo de la universidad que, con Orlando y otros compañeros del movimiento estudiantil, defendían vehementemente cada que los reformadores curriculares amenazaban con extinguirlas. En realidad, era un asunto más de historia política que de rigor académico. En todo caso, mientras pensaba en ello le dijo que sí a su inseparable amigo.

El mediodía capitalino lucía relativamente espléndido y a las dos de la tarde, ya con dinero en el bolsillo, las cosas serían distintas. Por lo menos eso les garantizó José Luis, dirigente estudiantil ducho en juventudes comunistas y revolucionarias pero igualmente experto -como había logrado comprobarlo Jorge personalmente en cuestión de pocos días- en sacar partido de las situaciones difíciles, obteniendo beneficios económicos de organizaciones sindicales y no gubernamentales por concepto de solidaridad. José Luis, por supuesto, agravaba el asunto y en caso de ser necesario lo inventaba. Y en efecto, a las tres de la tarde salieron de la ONG de turno cada uno con doscientos mil pesos en su haber. Jorge no supo disimular la incomodidad de aquel momento, conocido por su postura radical al respecto contra todo tipo de corrupción en la izquierda, pues sólo así sería posible -argumentaba enérgico- un auténtico escenario de cambio que garantizara un mejor futuro para la tan desvaída patria colombiana.

Pero la tarde de ese viernes santafereño no era apta para soñar sino para vivir, y en un abrir y cerrar de ojos se encontró sentado en una taberna cualquiera ingiriendo la primera cerveza como abreboca de lo que sería aquella noche inolvidable. La incertidumbre apenas comenzaba. Empezaba a oscurecer cuando José Luis tomó el portante mientras Orlando hizo lo propio tras la fémina practicante. Jorge alcanzó a escuchar, en medio de su ensimismamiento, la voz distante de Orlando instándolo a no quedarle mal. Entre tanto, bebió el último sorbo de la décima cerveza y se dispuso a buscar donde comer sin cuestionarse a qué obedecía la insistencia de su amigo. Caminando por La Caracas pensó un poco la cosa respondiéndose, como siempre, de manera inútil y desesperada.

Agobiado por un vacío sin historia acababa de cenar cuando, saliendo del restaurante, vio venir en dirección al mismo a Miguel Lora, más conocido como Happy Lora, pugilista sinuano de grata recordación por sus glorias deportivas y gracias personales. Saludó al Happy con una alegría grande, coadyuvada por la tranquilidad de encontrarse a alguien de su mundo, algo familiar y auténtico en aquel páramo de hipocresías y perfidias. Extrañado de verlo entrar al mismo restaurante, pensó entonces en los rumores que se tejían sobre la suerte del ex campeón, rumores acerca de sus fracasos económicos, vida disipada y demás. Raro verlo tan gordo aunque con la misma sonrisa y de trato jovial como ninguno. Se decía también que el ex boxeador cantaba vallenatos y de eso vivía en Bogotá. En fin, Jorge prefirió quedarse con la imagen positiva del personaje, no sin dolerse un poco de que hasta en un tipo educado como el Happy Lora la fama causara tan lamentables estragos. Cosa, por demás, comprensible en un medio de tanta manipulación mediática como el colombiano. Verdades o mentiras, Jorge no era amigo de juzgar a nadie. Imperdonable le parecía sí el descuido de la disciplina deportiva después de dejar atrás los cuadriláteros. Con idéntico criterio -se dijo mentalmente mientras caminaba ya rumbo a la cita-, sería posible abandonar la ética una vez ésta lograra posicionarse durante una coyuntura. Pero la vida, claro está, trae también su sarta de contradicciones y necesidades, y en eso él no era la excepción.

Al acercarse a la discoteca sintió que el vacío de la tarde se ensanchaba abriéndose paso a trompicones. Algo dentro de él se resistía a morir tan fácilmente. Algo dentro de él insistía en luchar contra la reciente adversidad. Recordó entonces a la novia de Orlando y la insistencia de su amigo se despejó en el acto. Se trataba de una muchacha de extracción pueblerina, sin experiencia citadina y notablemente silenciosa, y Orlando, dedicado más a los libros que a los subterfugios del amor, no se quedaba nada atrás. Era comprensible que la experiencia del amigo le serviría, como mínimo, para romper el hielo. Sólo que Jorge no estaba esa noche para ser usado como punzón. Lejano como se encontraba, se vio a sí mismo acusado años atrás por su hermana mayor de ser demasiado circunspecto. Ese recuerdo lo perseguía aun en momentos de sumo activismo en la universidad. La velada no podía, por tanto, resultar más desoladora: tres sonámbulos en silencio sepulcral con fondo musical de Rikarena. La llegada de José Luis, acompañado de una amiga que se presentó con el nombre de Verónica, sonó como campana salvadora, despertándolos de semejante letargo nocturnal.

Iban a ser las diez de la noche cuando Verónica se acordó de la tertulia con los compañeros de la Juco. Jorge, invitado a la función, se despidió de Orlando pensando en que tal vez era ése el real objetivo: dejarlo a solas con su novia inefable. La compañía inicial para no levantar sospechas y después zas, es toda tuya. Aunque ese toda tuya parecía francamente imposible y hasta cercano a lo aberrante. Se imaginó el cuadro mientras salía con José Luis y la amiga hacia otras longitudes de aquella extraña urbe. Una risa incrédula mostró levemente sus fauces. Tomaron un taxi rumbo al centro de la ciudad, pasaron por la sede del Semanario Voz la cual lucía el vestigio del último atentado dinamitero y, cinco mil pesos más abajo, llegaron al sitio del encuentro cultural.

El escenario se mostraba abiertamente patético. Un poeta de barba corrida era el centro de todas las miradas. Los tertulianos, sentados en el piso en forma de círculo, oían embelesados al enorme bardo a la par que un tema de Silvio Rodríguez Domínguez se escuchaba en lontananza. Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad, cantaba el trovador de San Antonio de Los Baños. Alguien pidió bajar todo el volumen para oír mejor al poeta y, de paso, no perturbar el vuelo de sus palabras. Jorge no se explicaba por qué tanta alharaca, saludó con un gesto de la mano para no interrumpir y se sentó donde le abrieron campo. Verónica quedó a su lado. El engolamiento de aquel poeta no tardaría en provocar la respuesta de la ironía, la oculta ironía de un famoso personaje sabatiano. Diez néctares después la situación empeoraba a medida que los versos se hacían más sonoros y continuos entre aplausos, poses, ademanes y estereotipos de insoportable vanidad. A medianoche Jorge no aguantó más y disparó. Como en el poema del sucreño Ignacio Verbel, con sujetos como ésos era preferible desarmar la fiesta.

Verónica lo salvó del linchamiento tomándolo por el brazo y sacándolo rápidamente de aquel ateneo libertario. Quién dijo que para ser poeta había que tener pinta de poeta o teatralizar tanto. Para él, esa joda le hacía mucho daño a la poesía, la cual no dejaría de tener su propio sinsentido en caso de triunfar una revolución. Mayakovsky y el futurismo eran, sin duda, un buen ejemplo en el contexto de la extinta URSS. Además, para militar en un proyecto político de izquierda no era necesaria tanta solidaridad empalagosa. Al diablo con las fraternidades melcochudas. Jorge seguía repartiendo tiros en la calle cuando Verónica le confesó su satisfacción por lo ocurrido: no sabes el favor que nos hiciste, ya estábamos hartos de este mamarracho. Jorge sintió en tan inesperadas palabras la voz de Dios dándole por primera gran vez en su vida la razón.

La última parada de la noche sería en el apartamento de un primo de José Luis en el histórico sector de La Candelaria. Mientras subían por las escaleras de un moderno edificio sin ascensor Jorge reparó, peldaños arriba, a sus dos anfitriones. Verónica lucía una juventud de treinta años, de difícil acceso pero de aliento infalible; José Luis, por su parte, vestía una máscara tramposa detrás de la cual ocultaba un apetito lúdico incontrolable. Una máscara apta para maquinar políticamente pero fácil de adivinar, difícil de digerir. A prima noche, al irse de la taberna había comprado en una tienda deportiva, con plata de la ONG, el juego de dardos finos que lo tenía alelado. Qué bien, la solidaridad al servicio de la fantasía supuso Jorge al oír el cuento. Otro más de sus juguetes, eso era la política para José Luis.

Entrar al apartamento fue casi una odisea. Dos San Bernardo ladraban desde dentro y al ver a Jorge se atravesaron en la puerta impidiendo el paso. Apartados por el primo Andrés logró ubicarse, de pie, en un costado de la pequeña sala de un típico apartamento de estudiantes. Sin sillas, sin mesas, sin nada. Solo dos cuartos estrechos, un baño común y colchones por el suelo. Así que lo que Jorge se había imaginado plácidamente como la posibilidad de pernoctar en un buen sitio, era otra de las quimeras de esa noche interminable. La incertidumbre continuaba y, con ella, un pandemonio de impensadas flores hacía su arribo. El primo Andrés, en paños menores, se apresuró risueño a festejar la interrupción, y dándoles a todos la bienvenida se retiró, veloz y picarón, a culminar la faena erótica pendiente. Mientras tanto, un individuo de aspecto brillante, sentado en el piso de la sala, saludó a los recién llegados con trago de aguardiente por persona. Un nítido olor a marihuana se sumó a la fiesta y Jorge dejó de sentirse como en su casa. Simple precaución, pues viniendo de donde venía no podía conducirse de otro modo. No sabía en ese entonces que aquello era tan normal en Bogotá como morir por arte de plomo en cualquier parte del país.

Hora y cuarto después, Andrés y Juan Manuel se integraron, colmados de amor, a la reunión. La hierba pasaba de mano en mano y una canción sin música pidió permiso para fumar. Jorge, desganado, sabía que no habría licor alguno que lo emborrachara esa noche. Y como trabarse no era lo suyo, optó por nutrir un poco la conversación. En vano. El palo no estaba ya para cucharas. Palmo a palmo fue fingiendo el sueño hasta que José Luis le ofreció un colchón del otro cuarto para reposar. Con la puerta entreabierta seguía oyendo las risas y babosadas de aquellos parlanchines en volandas cuando, de un momento a otro, se escuchó un silencio atronador. Podían ser las cuatro de la mañana. Eso imaginó y sintió ganas de orinar. Se levantó y al acercarse a la puerta vio a los canes gigantes esperándolo tras ella. Se asomó sutilmente percatándose de que no había rastro de los otros habitantes y no le quedó más remedio que volver al colchón a esperar el amanecer.

Con las primeras luces salió del dormitorio en puntas de pie y pasó en cámara lenta, con un San Bernardo a cada lado, por el cuarto vecino donde Andrés y Juan Manuel dormían abrazados. Tuvo que zigzaguear en la sala para no pisar el cuerpo sin brillo del desconocido y no dañar el beso dormido de José Luis y Verónica envueltos en una eternidad creíble. Con el par de escoltas atentos y recelosos llegó como pudo hasta la puerta principal. Sabía de la benevolencia y dignidad de esos perros legendarios pero la prudencia ordenaba no confiar. Famosos también por su olfato desarrollado se decía que eran poseedores de un sexto sentido frente a la inminencia del peligro. Jorge se percibió a sí mismo con un olor de los mil diablos. Salió y cerró suavemente para no correr el riesgo de despertar a los vencidos, quería huir de aquel lugar y, al saberse afuera, un suspiro de alivio se acomodó en su rostro. Por la avenida diecinueve subió hasta la carrera séptima, dobló hacia la derecha y a la altura de la calle veinte pasó por el hotel donde aspiraba Orlando a amanecer retozando por un amor tan inconcebible como incierto. La Montería de sus años de infancia le vino a la memoria, la que, pese a la violencia selectiva de los últimos tiempos, seguía firme en el recuerdo. Aquella de las tardes apacibles en las terrazas, la de las primeras ráfagas del desconcierto, los amores imposibles y las manos posibles, la del sempiterno robo del erario, la del río Sinú antes de ser fracturado por el progreso.

Corría el año de 1997 y su noche del exilio había terminado. Pero las del aparatoso vivir apenas comenzaban.


FBA – DERECHOS RESERVADOS




lunes, 9 de noviembre de 2009


ENÁN BURGOS ARANGO, nacido en Montería (Córdoba-Colombia), es un artista cuya creación se proyecta por diversos caminos del arte: pintura, poesía y teatro. Realizó sus estudios artísticos en Bogotá, Barcelona, Mónaco, Montreal y París. Vive y trabaja en Montpellier-Francia. El poema BARCELONA PAN Y VINO aparece firmado por su autor en Barcelona, calle Santa María No. 6, el 15 de junio de 1981. El poema (en palabras de su autor) se mueve entre lo íntimo y lo real pasando por el amor y la historia, sin olvidar los laberintos ontológicos. Será leído por él el 13 de noviembre de 2009 en la ciudad de Pèzenas (Francia), durante recital que hará en la sede de la casa editorial Domens, con ocasión del lanzamiento de su libro "La ira del sol". Enán Burgos Arango tuvo la amabilidad de facilitarnos esta hermosa y conmovedora pieza poética, autorizando su publicación en “Esconces y Destiempos”. El dibujo que precede es también de su autoría. Por supuesto, todos los derechos se encuentran Reservados.

FBA

He aquí el poema (en español y en francés), a partir de su dedicatoria:

A mis padres, Enán y Amparo,
unidos eternamente en el amor…

BARCELONA PAN Y VINO


Puerto de la fermentación contemporánea,
ciudad sin rostro
que le da la espalda al mar.
rambla abajo,
contra el muelle,
en el sitio de las golondrinas,
sobre las aguas enfermas
cruje anclada la réplica de la Pinta.
Escucho el resuello de la mareta contra su popa,
pringado de nostalgia miro lejos
buscando su estela,
guiado por el índice de la estatua de Colón.

CLANDESTINO

Latente ser que espera
un recuerdo para navegar…
Navío que lo lleva lejos
a pesar del oleaje inerte.
En su fondo de marea negra murmura la oscuridad.
Videncia que no asume horizontes,
torpeza de la resaca y su espuma,
sin embargo gaviotas vuelan
desdichadas se posan sobre mástiles.
Entra la noche,
empezó la movida.

CREPUSCULO

La ancolía de las horas muertas florece en el corazón.
Mundo gris de las fachadas
cloacas para abrazar la pobreza.
Barrio Gótico:
callejuelas oscurecidas,
bóvedas despiden suspiros.
¿Quién pudiera,
ante esa luz artificial tan exacta,
preservar tu antigua magia?

MULTITUD

Siluetas transitan
salen del metro,
van por las Ramblas muy engalanadas.
Gorjeantes pájaros
fulgor de carteles y flores,
huellas de mis padres extinguidas.
¿Qué monumento es ése?
Corte inglés.
La frialdad de las vitrinas encendidas,
escalera eléctrica que te conduce
a un cielo de acero;
todas la estrellas son allí números.
Ahora tardan ante espejos.
Aquellas palomas erguidas en su techo
blanquean el suelo y lo decoran.
La negrura en tu pecho.

SILENCIO

En la ciudad catalana se habla una lengua de campanas,
ayer silenciada,
hoy exhumada,
mañana libre, cantará en todas partes.
En la Plaza de Catalunya se oye un quejido,
el eco de los gritos de los fusilados en Montjuïc.
Lengua en otro tiempo fértil
cortada por la espada del franquismo;
en la comisura de los labios de los abuelos
hay residuos de amargura,
al interior de sus bocas
la cólera anilla el gaznate.
Cuerpos y mentes donde sangrarán siempre
las huellas de la tortura.

MJY

Sus intenciones secretas
ser amada por su hada,
gaviota ángel que la recibe en sus brazos
y cuando la besa despliega las alas.
Vuela lenta la dulzura…
Sobre la piel se abren las flores anheladas
y el corazón vive una paz suprema.
Amor durante tantas noches celebrado,
su cuerpo en llamas
deja entonces de ser pecado.

AQUELLA BELLA INFANCIA

Rememorada en una buhardilla…
Por el tragaluz entra el jolgorio de la fiesta,
se ve también la nave de la iglesia gótica,
Santa María del Mar.
Noche de la memoria,
ante ti, el muro de ese silencio de piedras…
En las horas últimas se oyen los trinos
de un cante jondo,
destinado al corazón de las putas del barrio de la Ribera.
Al canto suceden suspiros y a los suspiros risas.
Madruga la primavera y yo en
mis versos…
buque encallado, hablando de olas,
contra aquel acantilado donde naufragó la infancia.

CONQUISTA

Maleta pesada
con una máquina de escribir adentro.
Búsqueda de un techo…
¡Eres americano, lo siento eh!
Ira contenida.
Vivo en un mundo digno de ser destruido.
La anarquía en mi alma,
el desconsuelo en el pecho…
y el gentío,
una marea humana venida del mundo entero,
almidonados,
la indiferencia reluciente en sus ropas nuevas,
sus pasos resuenan como el redoblar de un tambor sollozando un genocidio olvidado.

ROSTROS VIEJOS

Poco afables,
muy apurados,
que te empujan por las aceras;
si un día mueren
no tendrán alma para lo inefable.

ANDANZAS NOCTURNAS

Por las ramblas sin destino,
vagabundaje lento
dudando de todo…
Un maremoto inhumano de donde viene un siroco que te va arrastrando
la soledad acuchillada por el tumulto y el calor incesante del verano.
¡Oh, la frescura!
Remanente de ciertas nieves…
De vuelta a la buhardilla
escribo,
escribo
hasta el alba.

CARRER DE LAFORJA

Busco el hotel donde los padres fueron amantes.
¿Qué sabes tú de ellos?
Nada.
Fue cerrado,
ahora es una óptica.
Aunque ya no exista,
sigiloso en medio de la calle,
oigo aún sus gemidos amorosos;
caricias y besos llenos de olas
amanecer de dos cuerpos viviendo un sueño sin brida.
Ante la cama,
impúdico espejo,
la desnudez existe.
Me coge el día de pie,
ave inmóvil sobre la pureza del rocío.

DUERMO HASTA MUY TARDE

Pesadilla,
grita en mí el desterrado.
Bocabajo, sueño con Janine…
Más tarde iré al mercado Sant Josep,
el más colorido y jocoso del mundo;
allí, en las boquerías, se come muy barato.
Compraré algunas cerezas
dulces como los mangos,
beberé en una taberna dos o tres vinos;
ya borracho
hablaré de la transparencia del asfalto
y de la opacidad del río Sinú.
Entrado en delirios,
se abrirán los pétalos
del silencio en la página.

ADIOS GAUDI

Adéu Parc Güell,
adéu Sagrada Familia,
adéu Casa Milà,
adéu Avinguda del Tibidabo,
adéu Paseo de Gracia,
adéu, adéu…
La naturaleza es perfecta,
el arte debe ser mejor.
Fuente de Canaletes, bebí de tu agua…
Antes de subir al tren
palomas vienen a mis pies, las alimento
con las pocas migajas que me quedan.
La maleta con la máquina de escribir,
extenuado de cargarla
la dejo tirada en una esquina como recuerdo;
descansando de ella
prosigo mi camino hacia Francia.
El tren se va lentamente por los rieles
de aquellos túneles tan húmedos,
que contienen mis pérdidas.
Miro el óxido de los cables eléctricos,
mi rostro comienza a palidecer,
a cada chirrido tiemblo,
la vibración me roe los huesos,
miedo de ser rechazado…
El cielo azul me recibe en su regazo,
cesan los túneles.

BARCELONE PAIN ET VIN

port de la fermentation contemporaine,
ville sans visage
qui tourne le dos à la mer.
en bas de la Rambla,
contre le quai,
là où nichent les hirondelles,
sur les eaux malades
craquelle la réplique ancrée de La Pinta.
Le remous contre sa poupe pleure aussi,
éclaboussé par la nostalgie
je regarde loin
en cherchant son sillage,
guidé par l’index de la statue de Colomb.

CLANDESTIN

Latence de l’être qui attend
un souvenir pour naviguer…
Malgré la houle inerte,
vaisseau qui l’emporte loin.
Dans son fond de marée noire, murmure l’obscurité,
voyance qui n'assume pas l’horizon,
torpeur du ressac et de son écume,
cependant des mouettes volent et,
malheureuses, se posent sur des mâts.
Entre la nuit,
la mue a commencé.

CREPUSCULE

L'ancolie des heures mortes fleurit dans le coeur.
Monde gris des façades
de cloaques pour embrasser la misère.
Quartier Gothique :
ruelles obscurcies,
voûtes exhalant des soupirs…
Qui pouvait,
devant cette artificielle lumière si exacte,
préserver ton antique magie ?

MULTITUDE

Des silhouettes passent,
sortent du métro,
vont par les ramblas très parées.
Gazouillants oiseaux
éclats d’enseignes et de fleurs,
les traces de mes parents ont disparu.
C’est quoi ce monument ?
Corte Ingles.
La froideur de ses vitrines allumées,
l'escalier électrique qui te conduit à un ciel d’acier ;
là, toutes les étoiles sont des numéros.
Maintenant elles tardent devant les miroirs.
Ces pigeons perchés sur son toit
blanchissent le sol et le décorent.
La noirceur dans ta poitrine.

SILENCE

Dans la ville catalane on parle une langue de cloches,
hier étouffée,
aujourd’hui exhumée,
demain libre, elle chantera partout .
Plaza de Catalunya, on entend un gémissement,
l'écho des cris des fusillés de Montjuïc.
Langue jadis fertile tranchée par l'épée du franquismo.
Sur la commissure des lèvres des anciens
le résidu de l’amertume s’accumule,
à l'intérieur de leur bouche la colère noue la gorge ;
corps et esprits où saigneront toujours les traces de la torture.

MJY

Ses intentions secrètes
être aimé de sa fée,
l’ange mouette qui le reçoit dans ses bras
et l'embrasse en déployant ses ailes.
Lentement la douceur s’envole…
Sur la peau les fleurs du désir sont ouvertes,
le coeur vit dans une paix suprême.
L'amour durant tant de nuits célébré,
son corps en flammes
cesse alors d'être un péché.

CETTE BELLE ENFANCE

Remémorée dans une mansarde…
Par la lucarne entre le vacarme de la fête,
on voit aussi la nef de l'église gothique,
Santa Maria del Mar.
Nuit de la mémoire, face à toi, le mur de ce silence de pierres…
Retentissent à l’aube les trilles d’un Cante jondo
destiné au coeur des putes du quartier de la Ribera.
Au chant, succèdent des soupirs et aux soupirs, les rires.
Le printemps se lève de bonne heure et moi,
plongé dans mes poèmes…
Bateau échoué parlant des vagues
contre cette falaise où l'enfance a sombré.

CONQUÊTE

Valise très lourde,
dedans, une machine à écrire.
Recherche d'un toit…
Tu es américain, je suis désolé !
Colère contenue.
Je vis dans un monde qui mérite d’être détruit.
L'anarchie envahit mon âme,
l’affliction dans ma poitrine…
il y a grande foule,
une marée humaine venue du monde entier,
empesée,
l'indifférence luit dans leurs nouveaux habits,
leurs pas résonnent comme le roulement d’un tambour
qui sanglote sur un génocide oublié.

VIEUX VISAGES

Peu affables,
très épurés,
qui te poussent sur le trottoir ;
si un jour ils meurent,
ils n'auront pas d'âme pour l'ineffable.

PROMMENADES NOCTURNES

Par les ramblas sans destin,
vagabondage lent
doutant de tout...
Un tsunami inhumain et son sirocco qui te traîne,
la solitude poignardée par le tumulte
et la chaleur incessante de l’été.
Oh, la fraîcheur !
Rémanence de certaines neiges…
Retour à la mansarde
écrire,
écrire
jusqu’à l'aube…

CARRER DE LAFORJA

Je cherche l'hôtel où mes parents se sont tant aimés.
Que sais-tu d’eux ?
Rien.
Il a été fermé,
maintenant c'est un magasin d’optique.
Bien qu'il ait disparu,
discret et au milieu de la rue,
j'écoute encore leur gémissant amour ;
caresses et baisers pleins de vagues
aube de deux corps vivant un rêve sans bride.
Devant le lit,
miroir impudique,
la nudité existe.
Le jour me surprend debout,
oiseau immobile sur la pureté de la rosée.

JE DORS JUSQU'À TRÈS TARD

Cauchemar,
hurle en moi l’exilé.
A plat ventre je rêve de Janine…
Plus tard j'irai au marché de Sant Josep,
le plus coloré et animé du monde ;
là, dans les boquerías, on peut manger pas cher.
J'achèterai quelques cerises sucrées comme les mangues,
je boirai dans une taverne deux ou trois verres ;
déjà ivre, je parlerai de la transparence de l’asphalte
et de l’opacité du fleuve Sinú.
En plein délire,
les pétales du silence
s’ouvriront sur la page.

ADIEU A GAUDI

Adéu Parc Güell,
adéu Sagrada Familia,
adéu Casa Milà,
adéu Avinguda del Tibidabo,
adéu Paseo de Gracia,
adéu, adéu…
La nature est parfaite,
l'art doit faire mieux.
Fontaine de Canaletes, j’ai bu de ton eau…
Avant de monter dans le train,
des colombes viennent à mes pieds,
je les nourris avec le peu de miettes qui me restent.
La valise avec la machine à écrire, fatigué de la porter,
je l’ai laissée comme souvenir dans un coin de rue;
débarrassé d’elle, je poursuis mon chemin vers la France.
Le train part lentement sur les rails de ces tunnels si humides,
qui renferment ma perte.
Je regarde les câbles électriques oxidés,
mon visage commence à pâlir,
à chaque grincement je tremble,
la vibration ronge mes os,
la peur d’être refoulé...
Le ciel bleu me reçoit dans son giron, fin des tunnels.

martes, 20 de octubre de 2009

LECTURA POÉTICA DE FBA

Invito al acto de inauguración del XVII Festival de Literatura de Córdoba y del Caribe que se llevará a cabo el viernes 30 de octubre de 2009 a las 4 p.m. en el Área Cultural del Banco de la República, en Montería-Córdoba, en el cual estaré leyendo poemas de mi autoría incluidos en el poemario "Cantando a Destiempo". Para aquéllos que, por obvias razones, no puedan asistir, sirva lo presente para que se informen un poco del movimiento cultural que se vive en las queridas tierras del Caribe colombiano, desde el mismísimo ombligo de la sinuanidad.

PROGRAMACIÓN XVII FESTIVAL DE LITERATURA DE CÓRDOBA Y DEL CARIBE Montería, octubre 30 y 31 y noviembre 1 de 2009
HOMENAJE A BENJAMÍN PUCHE VILLADIEGO (Investigador sinuano, creador de la fórmula matemática de la trenza del sombrero vueltiao)
ORGANIZA: EL TÚNEL, DE MONTERÍA

VIERNES 30 DE OCTUBRE: INSTITUCIÓN EDUCATIVA SANTA ROSA DE LIMA: 10:00 a.m.

- EDUARDO MENDOZA PORTACIO: Cuentos de Manuel del Cristo y Cantos de vaquería.
- DAVID PÉREZ DAU: Cuentos de Juan, Pedro y Manuelito y Por qué el amor es ciego.
- MARCÍA ZUMAQUÉ: Poemas de José Luis Garcés González.
- CARMEN AMELIA PINTO: Cien años de soledad (fragmentos de memoria).
- ENÁN JIMÉNEZ: Poema Los amorosos, de Jaime Sabines.
- JUAN SANTANA VEGA: Conferencia Los cometierra.

VIERNES 30 DE OCTUBRE: INAUGURACION DEL FESTIVAL DE LITERATURA ÁREA CULTURAL DEL BANCO DE LA REPÚBLICA: 4:00 p.m.

- FRANCISCO BURGOS ARANGO: Lectura poética.
- LUIS MAJÍN RÓDRÍGUEZ PASTRANA: Interpretación del poema El barco ebrio, de A. Rimbaud.
- JOSÉ ARTURO EALO: Aquella Montería hedonista y nocturna.
- ÁLVARO BUSTOS GONZÁLEZ: Cuento: Amigos con derecho a todo.
- LEÓN SIERRA URIBE: Malos consejos a jóvenes escritores.
- Música: Estudiantina Universidad de Córdoba.

SÁBADO 31 DE OCTUBRE: AUDITORIO CÁMARA DE COMERCIO 8:30 a.m.

- Conversación entre los escritores Guillermo Tedio, Raymundo Gomezcásseres y Alberto Hernández: Los libros que han impactado mi vida.
- Presentación del libro Conciencia y utopía del hombre americano, de Eduardo Pastrana Rodríguez.
- Conferencia del economista Aarón Espinosa: Desarrollo y cultura, una relación indispensable.
- Exposición del proyecto pedagógico Un encuentro con el cuento, por Armando Vergara, profesor de Sahagún.
- Música: Estudiantina Universidad de Córdoba.

SÁBADO 31 DE OCTUBRE: AUDITORIO CÁMARA DE COMERCIO: 3:00 p.m.

- Presentación del libro Mochuelos cantores de los montes de María la Alta. Volumen III. Andrés Landero, el clarín de la montaña, de Numas Armando Gil Olivera.
- Diálogo literario con el escritor Roberto Burgos Cantor: Mi experiencia como narrador y lector. - Conferencia de Luz Marina Tigreros: Comunicación y derechos humanos
- Charla de Eduardo Márceles Daconte: Cómo hice el libro de Celia Cruz.
- Presentación del libro Pablito Flórez, de Carlos Marín.

SÁBADO 31 DE OCTUBRE: AUDITORIO CÁMARA DE COMERCIO: 7:00 p.m.

- Lectura poética: Miguel Iriarte, Roberto Núñez Pérez y Luis Roberto Mercado.
- Presentación de los poemarios:
* Las secretas torturas del azar, de José Manuel Vergara, a cargo de Guillermo Tedio.
* Tratado de soledad, de José Ramón Mercado.
* El ritmo de los girasoles, de Ricardo Vergara Chávez. Presentación a cargo de Ignacio Verbel.
* Poemas malditos. Versos irreverentes y sin pelos en la lengua, de Félix Manzur Jattin.

DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE: AUDITORIO CÁMARA DE COMERCIO: 8:30 a.m.

- Presentación del cuentario El milagro de María, de Néstor Solera.
- Conferencia del investigador musical Julio Oñate Martínez: El vallenato en el Sinú.
- Homenaje a Benjamín Puche Villadiego, a cargo de José Luis Garcés González. Palabras del homenajeado.
- Música: Grupo de Gaitas del Centro Cultural Raúl Gómez Jattin, de Cereté.
- Conferencia de Numas Gil: La lámpara de Diógenes: otra mirada a los cínicos.

DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE: AUDITORIO CÁMARA DE COMERCIO: 3:00 p.m.

- Presentación del libro La Guajira en la obra de García Márquez, de Víctor Bravo M.
- Presentación del libro Para qué recordar, de Roberto Montes Mathieu, a cargo de Miriam Castillo.
- Conferencia: Cine y literatura, por Frank Patiño, de Mincultura.
- Cuadro Teatral, estudiantes U. de Córdoba: El Quijote a lo costeño.
- Presentación del libro Para morir después, de William Arroyo.

FBA

domingo, 11 de octubre de 2009


A LA CAZA D’ POESÍA:

Es la noche del sábado 26 de septiembre de 2009 y en Barranquilla-Colombia, uno de los organizadores del II Festival Internacional de Poesía del Caribe, “Poemarío”, el poeta, narrador oral, director de teatro, actor, titiritero, escritor, periodista, viajero y náufrago y etcétera y Aníbal Tobón Bermúdez, se apertrecha en su Caza d’ Poesía para -contrariando el complot de la ley seca vigente con ocasión de las consultas partidistas- honrar poderosamente el uso y abuso de la palabra. Huele a bohemia por todos lados. Es, por fin, su turno. Hora entonces de escucharlo:


“cuando yo digo cielo”
en realidad he querido decir ave nube
pero también infierno y avión
porque cuando digo cielo
digo también volantín y arcoíris

si digo vida léase dificultad
si digo muerte es error
si amor fecundidad feliz
y cuando yo diga mar
usted escuche rumor de olas y pez
y barca y amanecer amado y faro e isla
porque las palabras no son
sólo eso que nombran

si escribo obrero siéntase
sudor explotado
si escribo hijo es extensión
si llanto es amargo húmedo y cercano
porque cuando escribo desierto
usted debe sentir calor
y lea turbante camello y escorpión
y si alguna vez escribí barranquilla
escúchese fiesta y sol y torpedos y ron
y no terminen de leer

pero si pronuncio amor
suspiren conmigo y roben manzanas
y escuchen quejidos y besos y gritos felices
y si grito libertad escuchad disparos
y pueblos y oíd voces amigas y canas al aire
porque las palabras no son sólo eso que nombran

si anoté campesino alguna vez
quise decir parcela persecución patrón y vacaloca
si musito ternura
quiero decir caricia y mirada
perfumada
si pensé en la noche
ustedes imaginen gatos negros
porque cuando yo escribo caribe
en realidad quise decir magia
y cuando nombro al ladrón
dije la víctima
y si nombré al asesino miré hacia el cadáver

si alguna vez
si alguna vez vocalicé la palabra besos
es lo mismo que labios temblorosos
si otra vez dije luna quizás no dije
menguante
pero sí marea matutina y noche
tranquila
si escribo pescador quise decir pescado
pero también canoa gaviota y atarraya
porque cuando yo digo luz nombro a la sombra
cuando pienso en el pan
pienso también en el pobre en el trigo
en la campesina en la anuc en el cric y en el crac
porque cuando pienso en ti pienso en nosotros

si pronuncio lucha
es arma y detonación pero también
discurso
y si ahora grito
silencio
ustedes no me hagan caso y protesten
porque las palabras no son sólo eso que dicen
porque cuando yo a veces
he dicho aníbal
en realidad no he querido decir nada


Hasta aquí el poema. El poeta arranca de inmediato la página 53 de su “ocios del oficio” donde duerme ese amadísimo poema que ahora, roto en pedazos, cae sobre los asistentes para que no quepa la menor duda de que las palabras son más, mucho más de lo que nombran. En Aníbal Tobón es imposible separar al poeta de su poesía. Se parecen irremediablemente. Se sienten las olas de su privilegiado sitio frente al mar de Salgar, pueblo de pescadores adonde la nostalgia lo trajo finalmente de vuelta luego de veinte años de periplo vital por varios continentes. Comparten, sin proponérselo, una manera de calzar y de vestir; el mismo espíritu andante y expresivo; el humor fino; la denuncia quijotesca (o quejotesca); las caribeñas, musicales y sencillas (o zen cillas) ganas de vivir; la importancia eterna de un juguete; el miedo que desaparece cuando se tiene adentro. Y hay algo todavía más alarmante: el poema sin la voz del poeta corre el riesgo de extraviarse. De ahí que piense en la imperiosidad de comprender la poesía no como objeto de entretenimiento, no como elaborada y despersonalizada experiencia intelectual. La poesía es también materia del poema, y el hombre que la escribe no puede, en todo caso, hacerse a un lado. Su inseparable cerveza los amarra.

Pero ojo: no se trata de asumir estilo y ademanes de poeta para parecerse a la poesía. Cuando ello ocurre, el deseo de fama y la deliberada locura construyen el pandemonio de falsedad que acaba corrompiéndola. Creo, por mi parte, que la cosa funciona mejor al revés: es la poesía la que, cuando se parece a su creador, le da a éste gran vigor, recibiendo, a cambio, contundencia. No olvidemos, pues, que las palabras no son sólo eso que dicen, que el poema cumple también un destino que traspasa la prisión de lo escrito, y, principalmente, que cuando yo digo Aníbal en realidad he querido, sin saber, decirlo todo.

FBA

domingo, 4 de octubre de 2009

UN POEMA DE EDUARDO GARCÍA (poeta de origen brasileño, de padres españoles, radicado desde niño en España; para los interesados en conocer su obra: www.eduardogarcia.eu/):


AL FONDO DE LA ESCENA

He cruzado el umbral. Estoy en casa.
Después del frío, el viento y los veranos
he venido. Saludo a los objetos
con un suspiro grave y respetuoso.
La sala decorada con flores que parecen
desplomarse carnívoras sobre los comensales.
He ocupado mi silla. Alguien comenta
el precio escaso de la vida humana
en un país remoto y las noticias
dejan caer promesas de un futuro
que merezca la pena. La mujer
me sirve una sonrisa.
El hombre habla con ella como quien acaricia
un sueño que se hiciera cotidiano.
Bajo el mantel los niños se pelean.
La sal. El pan. La mesa como siempre:
cada cual en su sitio, absorto en la tarea
de ser el personaje que la trama
dispone.
Así, ya ves, somos felices.
Ignoramos que un día la ausencia de la madre,
esa silla vacía, inconcebible,
hará que el niño aquél —al fondo de la escena—

escriba estas palabras.


FBA

domingo, 20 de septiembre de 2009

LISTO PA' LA FOTO:

Así se llamará el disco de Diomedes Díaz y Álvaro López. No "El Bachiller" como se había informado y se anunció en la anterior entrada de este blog. La otra modificación es que saldrá al mercado el 30 de septiembre de 2009 y no el 24 del mismo mes y año. Las razones de este nuevo cambio me parecen acertadas: en cuanto a la fecha, por la proximidad de las consultas partidistas (septiembre 27/09); y sobre el nombre, creo que está bien pensado. A mí, por lo menos, no me sonaba el homenaje a Rafael Escalona por varias razones que evito, ahora, comentar. Esperemos, pues, que salga por fin este trabajo musical que, sin caer en el fanatismo exagerado, servirá para oxigenar un poco el plañidero y ridículo mercado vallenato. Yo, de entrada, aplaudo al Cacique por una sola cosa: al fin un cd donde no aparecen canciones de Omar Geles, Fabián Corrales, Wilfran Castillo, Iván Calderón y Tico Mercado. Sin comentarios.

FBA

miércoles, 16 de septiembre de 2009

“CANTANDO A DESTIEMPO”:

Bueno, por fin hoy, 16 de septiembre de 2009, dos años después de empezado, culmino el poemario titulado “Cantando a Destiempo”. Algunos de sus poemas (pocos, por razones obvias) han sido publicados en este blog, especialmente los que guardan relación con uno de sus objetivos: la música vallenata.

Me dispongo entonces a retomar este aspecto importante del blog, aventurándome en los próximos días a comentar el último compacto del prolífico Omar Geles, al lado nuevamente de Alex Manga, cuyo título surge de una de las siete (7) canciones de su autoría incluidas en este disco: PRUEBA SUPERADA.

Para el 24 de septiembre de 2009 se anuncia la salida al mercado de EL BACHILLER, el tan aplazado, esperado, añorado y sufrido trabajo discográfico de Diomedes Díaz y Alvarito López. Por lo pronto, un adelanto de los temas LISTO PA’ LA FOTO (de Aurelio Núñez) y PARA HACERTE FELIZ (de Jorge Valbuena), en la voz de sus propios compositores, deja un buen sabor vallenato, a la espera de que el resto de canciones aporten también lo suyo, tratándose de autores de gran talla como Gustavo Gutiérrez, Edilberto daza, Romualdo Brito, Calixto Ochoa y Marciano Martínez, entre otros. Se espera que este trabajo musical supere las preocupaciones dejadas por EL ESPEJO, tema con el que Diomedes quiso sorprender a su fanaticada en CELEBREMOS JUNTOS pero que solo sirvió para mostrar cómo se sacrifica una buena melodía al servicio de una letra desastrosa, impropia de un creador excepcional como El Cacique, quien nos tiene acostumbrados a canciones con sentido, bien rimadas e impregnadas de un hálito distinto y especial.

“CANTANDO A DESTIEMPO” queda, pues, a la espera de poder salir a la luz, superando los diversos obstáculos presentes siempre en estos menesteres del arte, sobre todo de carácter económico. Anochecerá y leeremos… Algunos de sus poemas serán objeto de lectura en el marco del II FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DEL CARIBE, denominado “POEMARÍO”, a escenificarse en Barranquilla (Colombia) del 23 al 27 de septiembre de 2009. Mi participación será el 24 de septiembre en la Universidad del Atlántico (Sede Norte) a las 3 p.m., y el 25 de septiembre en el Parque Cultural del Caribe a las 7 p.m. La programación de este evento se puede consultar en:
http://www.poemariobarranquilla.blogspot.com.

Valga recordar finalmente que se cumplen hoy tres años del fallecimiento de EL DECIMERO MAYOR, Alejandro Martelo Escobar, de quien sus amigos y admiradores seguimos escuchando la bella poesía con la que testificó, para la posteridad, su auténtico y descomunal paso por el mundo.

Cordial saludo,
FBA

lunes, 31 de agosto de 2009


UN MES DESPUÉS

Todo intenta volver a la normalidad, pero hay algo latente, una sustancia, alguna inconformidad que se resiste a hacerlo. La memoria trabaja como un reloj de precisión, el recuerdo se suma para hacer más agónicos los días, y las noches se cierran como diciéndonos olvidar está prohibido, hay flores todavía que arrancar, no es tiempo aún de partir hacia la nada.

He caminado esta casa queriendo encontrar preguntas menos inservibles, y me he visto de repente revisando las puertas como cuando era niño, colocando cerrojos, despertando candados. Subo y bajo las escaleras una y otra vez, y sigue ahí, idéntica, en su sitio, la lámpara de lágrimas de la infancia, la que inspiró una vez alguno de mis cuentos, el del ruido que juzgué, al igual que Ramírez, necesario para despertar a la vida, para no dormirnos en la cotidianidad del tiempo. Solo que ahora mis silencios demandan otras realidades. Ya no rompen la noche como antes, la hamaca de la nostalgia permanece velando hasta las primeras luces del amanecer.

Objetos, muebles, libros y pinturas, todo ha sobrevivido a los dolores familiares. Ignoro cuándo volverá la música; luego del llanto y de la tempestad social, la niebla empieza a disiparse, la nitidez de lo perdido avizora inclemente, la tristeza va tomando otra forma a medida que la vida aparece. Este joven que sigo siendo vuelve al patio de la casa para caminar bajo el mango frondoso, donde iguanas y zorras se disputan el cielo. Ya no se escucha la voz principal, aunque hay voces que se prenden de la brisa tratando de imitarla, un silbido cercano reclama mi deber. Yo me apresuro a abrir el garaje para recibir el abrazo del ausente.

Debo sobrevivir a esta casa si aspiro a detenerme, me digo mientras escucho al pájaro cantando lo contrario. Los perros son más listos, saben lo que ha cambiado pero ladran igual al timbre de la muerte. Voy y vengo de cuarto en cuarto pulsando las guitarras, vaciando las carencias, palpando los destiempos. Una a una vuelvo a vivir las tardes en el barrio, las sierpes que habitaban solares inasibles, los goles de medianoche cuando llegaba el contrabando. Pronto llegará la hora de marcharme, y un puñal sin punta perfora mi intestino, un dolor sin sangre, la mano borrosa de una madre limpiando para siempre al muchachito, el color de la vida pintando la soledad que me da aliento. Son tantos los rincones que recuerdo que es imposible vivir sin lastimarlos.

Un mes después vuelvo a mi vida, y a la futilidad de mis funciones. Pero la vida, no acaba de pasar.

FBA – DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 19 de agosto de 2009

SOBRE LA MUERTE

El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince nos lanza, desde el ensayo y la literatura, esa “tabla de salvación” tan necesaria en todo momento (dulce o amargo) de la vida. Frente a la muerte, pero sobre todo frente a la muerte espantosamente violenta que azota desde antaño a Colombia examina este tema tan vital en la ficción y en la poesía pero tan definitivo y cruel cuando nos golpea de verdad. Transcribo a continuación algunos apartes (solo algunos, con el fin de no usurpar ni violar los derechos reservados de la editorial) de su ensayo escrito en 2004 y titulado “Si llego a saber, ¿qué haré?”, que publicara posteriormente en su libro “Las formas de la pereza” (Bogotá: Aguilar, 2007, p. 105-111):

“La muerte es lo más abominable para quienes amamos la experiencia de estar vivos. Elias Canetti declaró una y otra vez su odio, su rechazo, su desprecio radical por la muerte…

Hay muertes muy duras, pero aceptables. Es más, hay algunos homicidios que estamos dispuestos a entender, a aconsejar, a permitir. La gente tiene derecho, por ejemplo, a matarse a sí misma. El suicidio es el homicidio que menos rechazo merece, pues el mundo y la vida no son percibidos de igual manera por cada persona en todo momento…, hay circunstancias en las que la vida se vuelve un peso peor que la muerte, y elegimos la muerte.

Existen otras muertes que aceptamos sin alegría, pero con resignación: la muerte de quien se apaga al cabo de una larga vida vivida intensamente. Es una píldora amarga, pero endulzada por el tiempo, que pasa por la garganta sin hacer daño: la muerte por vejez, en una cama, sin excesivos sufrimientos terminales. Es la menos triste de las muertes y es, probablemente, la que casi todos desearíamos, si pudiéramos escoger: morirnos de viejos con la cabeza lúcida hasta el último sueño.

Hay muertes trágicas que caen en el terreno de lo intolerable, pero que producen una desesperación metafísica, no dirigida contra nadie, sino, si mucho, contra las alturas: la enfermedad mortal de un adolescente, el accidente fatal de un niño que se cae del balcón o es arrollado por un carro, el infarto o el cáncer en la cumbre de la producción intelectual o física de una persona madura, las catástrofes naturales y las epidemias…

Y finalmente hay muertes para las que no hay resignación posible, sino un hondo movimiento de rebeldía, una sed de revancha, de venganza o al menos de castigo y de justicia. Y son esas muertes derivadas de lo que llamamos violencia: cuando la agresión y la muerte provienen de nuestros semejantes, cuando el peor dolor es ocasionado deliberadamente por otro ser humano…”.

Dejemos textualmente hasta aquí al escritor medellinense. Recuerdo ahora los duros años del inicio de mi vida laboral en Montería, cuando a Inspectores y Jueces Permanentes nos tocaba la indeseable tarea de practicar las diligencias de levantamiento de cadáveres. No existía por aquel entonces Cuerpo Técnico de Policía Judicial alguno ni Fiscalía, y la ciudad no se caracterizaba propiamente por la apacibilidad y la tolerancia. La muerte por violencia, la muerte trágica y el suicidio hacían su agosto, y eran el pan nuestro de cada día durante turnos nocturnos que parecían eternos. Luego de “levantar” poco más de ochenta muertos de todos los pelambres en un período de dos años, la familiaridad con que terminé haciendo diligentemente mi labor es algo que hoy -lo confieso- me estremece, por no decir que me resulta espeluznante.

Pero creo haber entendido en ese tiempo la razón de mi calma. La idea de la muerte me empezó a martillar desde muy pequeño y siempre, que recuerde, he tenido esa extraña, especial o diferente mirada de la vida que lee preferiblemente en su reverso la mejor condición de la existencia. Así pues, verla oficialmente tan cerca me proporcionaba una excelente manera de dejar de sufrirla y de vivirla. Era, por así decirlo, la dosis de insensibilidad que mi alma desaforada, urgentemente requería.

Hoy la veo resurgir con absoluta firmeza en mi poesía, luego de finiquitar aquel trabajo horrendo y de ocupar los años subsiguientes en estériles avatares universitarios y políticos. Desaparecida toda acción, traspasada toda práctica, la música ha servido también para olvidarla. Pero con el paso de los años y experimentando ya una cercanía distinta, he retornado indefectiblemente a la senda de mi sino, la he visto de nuevo posicionarse en mis palabras, y es como si en todo ese tiempo solamente logré aplazar el imperio de aquella inolvidable compañera de infancia. La muerte ocupa de nuevo su sitial en mi vida. Y la vida lo sabe, mi vida se pregunta y se responde otra vez en función de su único seguro desenlace.

Me temo, en todo caso, que la muerte que el escritor antioqueño Héctor Abad describe como la menos triste y propia de la resignación, no sea así en realidad, sino, incluso, todo lo contrario. En cuestión al menos de tristezas, habría que considerar más elementos de juicio. Germán Espinosa, por ejemplo, advierte cómo, después de cierta edad, la muerte de un familiar o de otra persona golpea menos y en los entierros, sea cual fuere el hecho terminal, los jóvenes lucen más tocados y descompuestos. El mismo Sábato, quien a sus casi cien años de edad continúa invitando a sus lectores a que lo ayuden a morir, nos muestra en Abaddón a ciertos adolescentes como “los seres que más sufren en este mundo implacable”.

Entonces, me temo, como dije, que en materia de muertes y de tristezas el asunto no resulte tan esquemático ni la violencia que, sin duda, hemos sufrido de una u otra forma los colombianos actores y no actores del conflicto, sea la portadora de la mayor aflicción. No resignación, rebeldía, venganza… claro que sí, y la ficción, como dice el escritor que motiva estas líneas umbrosas de una prosa que algunos apreciarán vacía de esperanzas pero que palpo llena paradójicamente de vida, debe poner “un ladrillo para salvar algunos instantes de estas duras vidas y para arrancarle al amargo zumo de la existencia algunas gotas dulces, muy escasas, de felicidad”. Por supuesto que la muerte en Colombia, bien sea estatalizada, paraestatalizada o contraestatalizada, ha hecho decrecer la cifra que marca la expectativa de vida normal de un colombiano, pero la muerte sabe muy bien que la ceremonia de su poder no se agota allí.

Habría que examinar, por tanto, un aspecto igualmente angustioso: quizá la muerte natural, la extinción de “una larga vida vivida intensamente” nos recuerde de peor manera la trágica dimensión del hombre y de su mundo, la terrible comprensión de un destino que se cumple tarde o temprano y contra el cual no hay nada que podamos hacer. Ni siquiera el suicidio se mostraría en tal caso afortunado. La muerte por violencia, por su parte, ha impregnado de tal modo nuestra vida cotidiana que nos hemos acostumbrado oprobiosamente a sus embates. La otra muerte, la de siempre contiene, en cambio, la certeza de que nunca, por más tragedias y actos delictivos que evitemos, estaremos a salvo de su gloriosa firma.

Tiene sí razón Héctor Abad en lo de la píldora endulzada por el tiempo. Seis años después de la muerte de mi padre (por causa natural; no como la de su padre que fue por causa criminal, lo que me lleva a pensar que solo hasta concluir y publicar “El olvido que seremos” pudo empezar a degustar tan escabrosa dulzura) empezaba yo un poema con el siguiente verso: “Qué tendrán la Vida y el Tiempo que alejan todo dolor y construyen el frío recuerdo en el corazón humano”. La tarea de la ficción frente a la muerte que tiene por causa la violencia sigue viva en un país donde el compromiso del escritor debe operar en forma contundente. Sin embargo, la muerte será siempre la muerte donde quiera que guinde el toldo y organice festivamente sus rituales. Mi vida sí que lo sabe y es precisamente por la vida, entre virtudes y defectos, con satisfacciones y contrariedades, que sigo enfermo de ensoñación y canto.

FBA – DERECHOS RESERVADOS

martes, 4 de agosto de 2009

PALABRAS ANTE EL FÉRETRO DE MI MADRE:

El 1° de agosto de 2009, antes de amanecer y en medio de una lluvia torrencial, falleció en la ciudad de Montería (Córdoba-Colombia) mi madre, María Amparo Arango de Burgos. Sin sobreponerme todavía al dolor que su ausencia me produce, transcribo en mi rincón las palabras que, en nombre de la familia, pronuncié durante la ceremonia de su entierro. Lo hago solo por afincarme en la esperanza de recibir un día de éstos alguna señal de su presencia protectora dándome las fuerzas necesarias para seguir viviendo. A todas las personas que se han acercado para manifestarnos de una u otra forma su condolencia, gracias eternas. He aquí mis palabras:

“En nombre de mi familia quiero agradecerles a todas y a todos por estar aquí para decirle adiós a María Amparo Arango de Burgos. A ‘La Cachaca’ de Enán Burgos Perdomo. A ‘La Tía Payo’. A ‘Ampa’.

Madre mía. Madre nuestra. Hoy tal vez no escriba la mejor página literaria de mi vida ni quiero hacerlo. Prefiero escribirte pocas y sencillas palabras que rindan un merecido homenaje a tu memoria. Cómo agradecerte tantos años de vida y de servicio en una tierra que no era la tuya pero que te acogió con afecto; cómo olvidar aquellos años de trabajo y lucha constantes sufriendo como propias sus penalidades; cómo pagarte los días y las noches, las eternas noches donde solo escuchar tu voz nos alentaba; cómo aproximarme a tu infinita bondad, pródiga en atenciones y regalos. No hay tampoco palabras, madre, que puedan reemplazar la caricia de mis lágrimas.

Estamos todos aquí: tus hijos, tus nietos, tus amigas, tus amigos, muchos familiares y mucha más gente que te quiere. Falta Cristo Enán pero siento que es él, a través mío, quien pronuncia ahora estas palabras. Está presente con sus locuras y las mías para decirte lo mucho que nos vas a hacer falta. ¡Todos nos vamos algún día pero nadie como tú para honrar la vida!

Aún te debemos las prestaciones que nos reclamaste hace algún tiempo. Tu casa llora profundamente tu partida y el turpial que alivió tus dolores con su canto, hoy no ha cantado como de costumbre pero volverá a hacerlo. Te lo prometo. Como te prometo también que voy a convertir mi dolor en alegría. Alegría de haber sido y ser tu hijo menor. Alegría de saberte paisa y con un enorme corazón sinuano. Alegría de oírte de nuevo conversar largo y tendido. Alegría de recordar tus consejos y regaños. Alegría de sentir tus preocupaciones como faro protector de mis desvelos. Alegría de volver a verte cuidando otro jardín donde sembrar mi silencio.

Feliz viaje, mamá".

FBA

Finalicé con la lectura de dos poemas. El primero, titulado “Conjunción”, de la autoría de mi padre (Enán Burgos Perdomo, fallecido en 1986 y quien le dedicara este hermoso soneto a mi madre el 13 de abril de 1975); y el segundo, de mi autoría, titulado “Escéptico” (publicado en 1991 en mi poemario “Poemas de Antesala”).

CONJUNCIÓN

Yo te invito al amor intensamente
con la fuerza total que me perdura
para rendir tributo a tu hermosura
sin importarme nada ni la muerte.

Quiero vivir la vida plenamente,
quiero ceñirme más a tu cintura,
quiero tu solidez y tu ternura,
quiero tu conjunción, únicamente.

Sé que me quieres y que yo te quiero
como nadie jamás amada ha sido
y nunca como yo nadie querido.

Por lo cual, orgulloso de mi fuero,
yo te brindo mi amor ya rebosado.
Quiero sentirme más y más amado.

ESCÉPTICO
(Para mi madre, Amparo,
este poema del alma inmutable
y del hombre que navega
por aguas turbias)

Mamá
cárgame sí
que el balcón de la casa
no me deja mirar a los niños
de paseo por el barrio
con mis grandes ojos de siempre

mamá
por qué soy tan chiquito
si no voy a la escuela
y trabajo hasta tarde
entre risas malvadas

cárgame mamá
pues tengo diarrea y ganas de llorar
y necesito tus mágicos cuidados,
llévame a tu regazo sin muerte
enséñame tu corazón eterno
Mamá