domingo, 24 de mayo de 2009

UNA VERDAD DE A PUÑO

Se pregunta el columnista de
www.elpilon.com.co (leído también en www.parrandavallenata.com), Jorge Nain Ruiz, ¿dónde están nuestros verdaderos compositores? Y lo hace motivado, sin duda, por el dolor compartido de apreciar cómo los concursos de canción inédita -concretamente el del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar- se han venido caracterizando por darle cabida sólo a canciones denominadas “festivaleras” en detrimento de toda creatividad y originalidad en lo que a letra y música se refiere. El del Valle lleva -en su opinión- los últimos veinte años dedicados a permitirles a los artesanos de canciones regodearse como Pedro por su casa. El tema es, por lo general, el mismo: canciones a Valledupar y al folclor vallenato.

Y sí, en términos generales se aprecia que los compositores foráneos nos dicen que se sienten tan vallenatos como los vallenatos, que llevan al Valle en el alma desde pequeños, que la música de acordeón corre por su sangre, que quieren ser enterrados en esas paradisíacas tierras, que cantan e interpretan los cantos de fulano o zutano desde siempre pese a las carencias y distancias, y otras expresiones por el estilo. Y los anfitriones, por su parte, no se quedan atrás diciéndonos que el Valle es lo máximo y mostrándonos una y otra vez los mismos paisajes, sus mitos y leyendas, los sitios turísticos, los versos empalagosos y la expansión mentirosa del folclor, en ejercicio también de un narcisismo geográfico que a ratos se hace insufrible y detestable. Hace algunos años, un compositor muy cercano (no menciono su nombre para evitarnos problemas), hastiado de tanta idiotez cultural le dio vida a un clamoroso paseo titulado “YO TAMBIÉN TENGO MI VALLE”. Así de simple. Así de cierto.

Pero bueno, es éste un tema bastante complejo de abordar. Y hay que hacerlo con sumo respeto y cuidado. ¿Dónde están los verdaderos compositores vallenatos? Difícil pregunta. No están, por supuesto, en las baladas que se graban permanentemente con minimizado acordeón tanto por grupos ya identificados con el incontenible lagrimeo como, incluso (y ello es aún más grave), por artistas que se vanaglorian de ser continuadores de la tradición. Tampoco están en las canciones arrítmicas y estultas que, usurpando la fuerza de la juventud, se burlan de ella y la pisotean o menosprecian. Y como van las cosas, tampoco en los festivales de música vallenata donde la emotividad pasajera (otra expresión de la sensiblería) y el orgullo exagerado o desmedido son los valores fundamentales.

¿Y entonces? ¿Dónde está la vida? ¿Dónde la conciencia de la muerte en cuanto principio inspirante? ¿Dónde queda la inmortalidad intrínseca y no prefabricada de las canciones? ¿Dónde esa poesía universal que trascienda lo lírico, lo bucólico, lo costumbrista y lo narrativo? ¿Dónde la fuerza espiritual a la que se refiere el médico y compositor Adrián Villamizar Zapata? De verdad, ¿dónde está el ser humano con todas sus angustias y contradicciones, virtudes y defectos? ¿Qué ha pasado con la descripción contestataria de los fenómenos sociales?

Reconocido por propios y extraños, urge hoy más que nunca ese impulso sabanero sin el cual “lo vallenato” luce condenado a seguir conjugando el equívoco papel de enconcharse dizque puramente en el pasado -o en un presente musicalmente pobre que no responde adecuadamente a las nuevas realidades que se le presentan-, permitiendo así, por acción y omisión, un falso encumbramiento que es, a todas luces, contrario a la magnitud de sus orígenes. Si el aislamiento de la región determinó buena parte de su normal desarrollo, la comunicación ha significado, inexplicablemente, un mayúsculo tropiezo que ha puesto en peligro la grandeza de esta manifestación esencialmente popular en lugar de posibilitar exploraciones innovadoras, coherentes y necesarias. Por ello, mientras más se pavonee el cerrado mundo vallenato del boom publicitario de los grandes espectáculos y de los premios internacionales, más se afianzará la crisis egocéntrica y comercial que lo carcome. Pero ojo: crisis en el sentido de desvirtuar su esencia musical, no, claro está, en términos de sacar económicamente provecho del despelote.

La respuesta no está, pues, en defender hipócrita y convenientemente el legado del folclor, sino en hacerle frente a los retos y riesgos del presente mediante una labor educativa y cultural que involucre a músicos, compositores, investigadores, académicos, escritores, directivos, gestores y amantes fieles de esta música a la que en otras latitudes prefieren, en justicia, llamarla “de acordeón”. Pero para ello hay que empezar por arrostrar un grave problema similar a los tantos que aquejan a esta dolida patria colombiana desde que apelamos al embeleco de importar modelos revolucionarios y republicanos sin tener en cuenta nuestra propia tradición ilustrada: prima el negocio, la privatización, el ánimo de lucro, la competencia, el individualismo, la corrupción, la nefasta politiquería, el peculado, la puesta en escena del embrutecimiento colectivo. Educar en serio no ha sido nunca la prioridad de esta República del sagrado corazón.

Y es entonces cuando la comprensión política de lo público deviene interesante para asumir igualmente lo musical en función de valores trascendentes. Es decir, educar para que “lo comercial” sea lo que debe ser y no lo que es. Hacerse los de la vista gorda sólo para que el vallenato se muestre en todos lados como folclor reinante y a cualquier costo, es una actitud deplorable que le causa a éste enorme daño, consintiendo así una evolución descontrolada y sin sentido. El vallenato, a mi juicio, debe y puede evolucionar rítmica, instrumental y literariamente con o sin los defensores y beneficiarios del discurso prístino del folclor, los cuales, de seguir acolitando un engaño de tan desastrosas proporciones, van a contribuir a exterminarlo. El producto que hoy se comercializa y se expande como vallenato está muy lejos de pertenecer al género vallenato. Me da la impresión de que para algunos conocedores del tema es preferible traicionar el sentimiento popular y dejar que la juventud pierda su ímpetu creativo brincando y pendejeando. Al fin y al cabo ellos siguen apegados a su historia musical de la mano de un nuevo y curioso aislamiento, perdiendo el “canto vallenato”, en cambio, toda posibilidad de vigencia y proyección.

Ahora bien, de compositores comerciales y exitosos ni hablar. Traficantes de esperpentos que desagradan y confunden, domeñan también el amor a la fémina hasta el extremo de lo cursi y baladí. Pero ya está bueno. Esa mujer abstracta y afortunada a la que tanto le cantan los mozalbetes y los mercachifles “vallenatos” es hora de que se rebele y, como por arte de gaita y chirimía, porro y cumbia, los mande a comer a todos de la torta que sabemos. Y no propiamente echándole vivas en sones a los hombres sinvergonzones y machistas (valga la rima). Es que el amor -tema de amplio espectro vital- ha perdido magia y veracidad en los cantos, y es la causa de una patología vallenata ya casi convertida en pandemia: la urticaria romanticona; o para decirlo con un término de actualidad, el sentimentalismo porcino (con perdón de los puercos).

Así pues, ¿Dónde están los verdaderos compositores vallenatos? La dificultad inicial de la pregunta empieza a desaparecer al advertir en ella la obligación de otra pregunta: ¿cuándo un compositor vallenato es “verdadero” y cuándo no? O mejor, ¿en qué radica “lo verdadero” del canto vallenato? Me atrevería, por tanto, a decir que compositores hay en muchas partes. No sólo en el Cesar y en La Guajira sino también en Bolívar, Magdalena, Atlántico, Córdoba, Sucre… En el Valle y en La Sabana… A lo largo y ancho de la “vallenatía” y hasta más allá o acá de ella. En el olvido de lo rural. En la complejidad de la vida urbana. En la riqueza originaria y rítmica de los pueblos. Y es obvio que también se asoman excepcionalmente en los Festivales, algunos con más fortuna o mejores canciones que otros.

Ahora bien, en cuanto a lo de “verdaderos”… bueno; pienso que para serlo no sólo hay que examinar el acontecer histórico desde la perspectiva del entorno regional, sino también la apertura de nuevos horizontes sobre la base del respeto a patrones y raíces indiscutibles. Por eso, la salvaguarda del canto vallenato no es sólo una tarea urgente con referencia a su pasado. Importa asimismo delinear su potencial presente y actualizarlo con visión de futuro. Sin embargo, veo sinceramente difícil que “los doctos y sabios del folclor” se sintonicen con algo tan grande y tan diferente a sus lucrativos festines de pacotilla. En verdad, mientras más lujos y extravagancias se inventen para atraer turistas adinerados, más se enluta el folclor que tanto dicen querer y defender. No es con artistas y espectadores ajenos al vallenato como se fortalece la cultura popular. Tampoco con eventos académicos sin mayor resonancia. La élite intelectual aporta lo suyo pero no hay que olvidar que la gran fiesta está dada en función de la música vallenata. Para que ésta se muestre “como lo que debe ser”, a través de los distintos concursos (replanteando lo que sea menester) y de presentaciones en vivo que sumen y no resten.

Por otra parte, hay que decirlo sin miedo y con toda claridad que los “verdaderos compositores vallenatos” carecen hoy día de oportunidades especialmente en materia de grabación, exceptuando algunos clásicos como Calixto, Alejo o Luis Enrique, o líricos como Gustavo Gutiérrez, Hernán Urbina o Roberto Calderón, de los cuales se echa mano a manera de relleno (de los líricos con menos frecuencia) con la única intención de agregarle al entuerto un mínimo de ingrediente vallenato. Lo otro es que el compositor asuma -como se viene dando- su propio trabajo discográfico, motivado por la demanda creciente de sus interpretaciones por parte de un público selecto que gusta de departir en espacios pequeños o exclusivos (lo que prueba de alguna manera el desgaste de la fórmula comercial, así se llegue al absurdo de contratar para una misma noche al maestro Adolfo Pacheco Anillo y a Gustavo Gutiérrez alternando con dos consagrados lloradores). O que producciones aisladas de buena calidad aporten lo suyo pero sin ir más allá del séquito de familiares, amistades, sectores privilegiados y de uno que otro conocedor circunstancialmente solidario.

Pues bien, insisto en el componente educativo del problema. Debemos aprovechar los adelantos tecnológicos, informáticos y comunicacionales para defender y fomentar la expresión vallenata en sentido amplio, dejando atrás la discriminación que impuso el Festival de la Leyenda Vallenata desde sus inicios y que dogmatizó Consuelo Araújo en su “Vallenatología”. Así como la trova cubana le llega al gran público, no veo por qué no pueda la canción vallenata masificarse -sin perder su esencia- en el gusto nacional e internacional. Mientras tanto, es preferible contar con menos reconocimiento pero con más vergüenza si queremos conquistar, en realidad, un espacio en el universo musical como lo que somos y no a partir de nocivas expresiones que niegan rotundamente cualquier camino de identidad.

Jorge Nain Ruiz se interroga, además, con respecto a por qué las canciones inéditas ganadoras en el Festival de la Leyenda Vallenata se quedan, la mayoría, sin grabar y no se convierten en éxitos musicales como sí ocurría anteriormente. Creo que el mal no radica únicamente en lo de ser canciones “festivaleras” o coyunturales. Como están hoy las cosas, nada garantiza que canciones como “Recordando mi niñez”, “No vuelvo a Patillal”, “Paisaje de sol” y “Ausencia Sentimental” hubiesen contado con la dicha de ser grabadas en caso de haber pertenecido a la época actual. Sin duda, el movimiento juvenil que se llegó a identificar con el nombre de “Nueva Ola” tiene mucho que ver con la crisis que el género vallenato atraviesa, al igual que la distorsión generada por románticos empedernidos estilo Wilfran Castillo, Iván Calderón y otros de similar factura.

Fabián Corrales y Omar Geles son dos compositores talentosos y prolíficos que, por desgracia, se muestran descendentemente atrapados por el desprestigio comercial en boga. Menos Corrales que Geles, pues mientras a aquél sólo le podemos endilgar cierta ambigüedad (en ocasiones lo absorbe la balada, otras veces se vale de los ritmitos posmodernos y de vez en cuando se acuerda de los buenos cantos e incorpora canciones premiadas en festivales; su temática como compositor gira mayoritariamente, con algunas variantes, alrededor del aspecto amoroso, si bien se cuida de dejar a salvo el orgullo masculino explotando frases y refranes de consumo cotidiano) a Geles le debemos un invento desastroso basado en la simpleza y la repetición, al que, por lo visto, le quiere sacar todo el jugo económico posible. Cantos sin mayor compromiso que hace a la ligera y entrega a todas las agrupaciones habidas y por haber para deleite de desprevenidos gozadores.

Lo cierto es que los citados compositores monopolizan las grabaciones comerciales junto con Castillo, “Tico” Mercado, “Pipe” Peláez y dos o tres más a menor escala, como en su tiempo lo hicieron los líricos. Pero la claridad salta al oído apenas advertimos en versos y melodías diferencias abismales en cuanto a motivación y contenido entre éstos y aquéllos. Lo peor de todo es que los espacios para los “verdaderos compositores vallenatos” se cierran cada vez más, ya que cuando se piensa en incluir “vallenatos de verdad” son pocos los elegidos (casi siempre los mismos) y preferiblemente con canciones viejitas. Sólo que el efecto reencauche logra lo mismo que Iván Villazón y Peter Manjarrés cuando optan por alternar sus discos marcadamente regulares con elementos clásicos y de la juglaría (“Sólo clásicos”; “El vallenato mayor”, etc.): evidenciar que el vallenato se está acabando.

Sin embargo, creo que el buen vallenato está a tiempo de dar la batalla final por sus reivindicaciones históricas y por “modernizarse” sin extremarse en cambios. No me cabe duda que su evolución es una necesidad impostergable y que, por ende, debe permitir la exploración de caminos distintos a los tradicionales y líricos si aspira a colmar nuevos espacios, cuidándose, eso sí, de hacerlo con productos de similar o mejor calidad. Sin desconocer su componente parrandero, el gozo artístico puede perfectamente educarse y difundirse para bien de una música infinita llamada a posicionarse nacional e internacionalmente como corresponde a la trayectoria folclórica de sus inicios y popular de su desarrollo posterior. No con canciones sin sentido y sin alma que a la postre terminan siendo desechables.

Rafael Ricardo lo decía el otro día en “Vallenateando con Rafa” durante el programa-homenaje a su tocayo Escalona: hay compositores de ahora que llevan más de 800 canciones grabadas y se precian de ello pero falta ver cuál o cuáles de tantas pueden llegar a considerarse de valía y perdurables. A mi modo de ver, la expresión “vallenatos de verdad” es engañosa, pues nos retrotrae de inmediato a ponderar el vallenato sólo en función de su pasado. Pero no lo es cuando comprendemos también en ella la necesidad de repensarlo con visión de futuro en el marco de sus posibilidades de enriquecimiento y expansión.

COLETILLA: Se aproximan Peter y Sergio Luis con “El Caballero y El Rey”. No quiero prejuzgar pero creo que viene al caso -en función del análisis expuesto- citar el siguiente párrafo de su autopromoción: “… VIENE CON LOS MEJORES COMPOSITORES… Después de haber realizado una rigurosa selección en cuanto a la escogencia de los temas, el equipo de productores del nuevo trabajo discográfico de los artistas Grammy Latino Peter Manjarrés y Sergio Luis Rodríguez, decidió incluir un total de catorce canciones y un Bonus track en formato de desconectado, para que hicieran parte de este proyecto musical que saldrá al mercado el próximo 28 de mayo y que cuenta con los compositores más reconocidos del género vallenato actualmente, sin dejar de lado a los autores de las clásicas composiciones de nuestra música”.

¿Y cuáles son estos “mejores compositores” con los que El Caballero y El Rey pretenden complacernos? ¿Qué arrojó la “rigurosa selección” de canciones? Veamos: Felipe Peláez con dos temas, Wilfran Castillo con dos más, Fabián Corrales con uno, Omar Geles con otro tic pegajoso desechado por Diomedes y dado a conocer como adelanto, y el “Tico” Mercado con su infaltable cuota. Y lo dicho: para que el trabajo discográfico tenga algo de “vallenato”, una canción de Aurelio Núñez y la viejita o clásica a cargo de Juan Manuel Muegues. Aparecen también Sergio Luis con un canto de obvia mocedad posmoderna, José Iván Marín (otro que está de moda pero que no logra, a mi juicio, convencer; ni con “Voy a quererte”, ganadora en Riohacha, ni con “Gracias por quererme”, escuchada de una presentación en vivo), Jorge Mario Gutiérrez y Leonardo Gómez Jr. El ingrediente divertido y mujeriego me imagino -por su título- que le correspondió a “El rey de las mujeres” de Nicolás Araújo. Entre los damnificados sé de Iván Ovalle, a quien Javier Fernández le había anunciado al aire, durante el programa radial que le dedicó por el día de su cumpleaños, que su canción “Cantar llorando” estaba entre las elegidas, interpretándola Ovalle en el mismo programa con la riqueza de un estilo inconfundible.

Entonces, sobreviene de nuevo la pregunta inquietante de Jorge Nain: sin demeritar a nadie, “¿dónde están nuestros verdaderos compositores?”. Quién sabe si amanecerá y lo sabremos…

FBA
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martes, 19 de mayo de 2009

A propósito de la partida (sólo física) del escritor uruguayo Mario Benedetti, tres poemas de mi autoría publicados en “Poemas de Antesala” (1991).

SIN TREGUA

En mi solitaria reticencia
en el arduo trabajo de fastidiar la espera
en la insostenible bondad de mala madera
en la rutina habilidosa de quehaceres inútiles
en mi genial aburrimiento (bah)
en mi consciente mediocridad
en mi aceptado fracaso
en mis horas inmóviles
en la fuerte elegancia de los crueles
en el mundo sin límites de mi desgracia
en la escasa soledad de mis derrotas
en las buenas angustias de otros días
en las malas casi nulas angustias de mis años
en los tristes amaneceres olvidados
en el recuerdo de la mierda eterna
en las bruscas manías del silencio
en el cuerpo absurdo de la mujer que amo
en los besos tiernos o en los sueños lejanos
en el mar que no es Dios ni nada
en la traición que no renueva su ternura
en el asco que me volvió rebelde
en el pesimismo que destruye mi impaciencia
en el amor que me vuelve apresurado
en el ocio infinito que aprendí de muchacho
en la fresca insistencia de un vacío sin tregua
en la dura explanada de un desierto tirano
en mis horas infames de brutal alegría
en algo como la tristeza necesaria
en la burla que repite la agonía
en mi habilidad para debilitarme sin fatiga
en la oscura presencia que todo lo aniquila
en tus ojos limpios cálidos sinceros
algún día he de parar para encontrarte
Laura Avellaneda


AL FINAL

“Yo te miro mirar como inmóvil
pero claro la cosa no se arregla
con miradas ojeadas o vistazos
qué tal si nos arremangamos vos y yo?”
Mario Benedetti


Uno permanece y no es mucho lo que se hace
al final se acabaron las palabras bonitas en los versos
empezamos a hablar de cosas duras y reales
evadimos el sentido poético
nos percatamos de la injusticia mientras
comemos en el patio
nos subimos a los árboles y cazamos mariposas
nos comimos las frutas del vecino y otras cosas vecinas
nos volvimos menos solitarios
nos mostramos capaces de guiar cada uno su vida
nos ocupamos de las verdaderas angustias
palpamos las necesidades pero seguimos
riéndonos un poco
nos educamos con metas muy precisas
estuvimos en las auténticas fiestas populares
le sonreímos a los ilustres políticos que
chupan nuestra sangre
desvirgamos a una que otra muchacha
nos montamos en los carros oficiales
padecimos del mal del mandamás
le gritamos a la mujer que nos dio tres hijos varones
trabajamos muchas horas para un sistema ajeno
nos emborrachamos sin misericordia por lo que sabemos
nos peleamos entre amigos verificando las traiciones
y no es mucho lo que se hace
pero yo no aguanto más
Yo me arremango
¿Y usted?

PASAJERO

“… en esta excursión
a la muerte que es la vida”
Mario Benedetti


me voy
o continúo, qué sé yo…
con todas mis flaquezas
la terrible inocencia
la triste insignificancia de estos días

me llevo los ratos de tragedia mediana
las tácticas concisas de esa mujer que dice amarme
porque no ha logrado despreciarme cabalmente
porque quiere que piense en ella
porque quiere confundirme con su maldad
de medio pelo,
porque desconoce el epicentro de mi crueldad

me llevo su amor de baratijas
en esta correría sin aliento
conjuntamente con mi escasa fe en todo tiempo
y la soledad,
compañera de los putos viajes

me llevo algunas frutas de mi tierra
el brumoso recuerdo de la espera
los opacos caminos de la dicha
mi chaleco antibalas
mi pulcritud a toda hora con yodora
y los sueños de mañana

me llevo los combates ajenos
para el aburrimiento
la moral militar de los cobardes
contra mi afán de deserción y tropelía
la pobreza en la cara del contrario
por la poca bondad de mi corazón
o sea,
me llevo mi vida totalmente
el filo multicolor de mis verdugos
la hijueputa conciencia de de ser útil
y a ti mujer no sé si llevarte como trampa
o dejarte tirada en el camino

por lo pronto me voy
o continúo, qué sé yo…
con todas mis flaquezas
la terrible inocencia
la triste insignificancia de estos días

DERECHOS RESERVADOS
FBA

miércoles, 13 de mayo de 2009


Medellín, 3 de abril de 1984. Crepúsculo, finalmente eres tú otra vez. Martes…

Quiero ocultarme con energía destructiva. Como áncora, sólo la mentira interior, ésta que me permite la veracidad de ser volcán inexacto como quizá entendió Rodin su verdad-pensador, su mundo de narices rotas y hombres aparentemente quietos. Duelen las tinieblas que no brillan ni alientan; pasos gastados que, a pesar de la voluptuosidad, no se detienen, sangre caliente y cosquillosa capaz de perturbarme enteramente, de maltratarme hasta quedar pétreo y prieto en el ahora. Mas, sé que debo mover el cuerpo para dominar en el juego de las distancias silenciosas, la brisa es cómplice de la inercia y la inmovilidad sofoca de inmediato: ¡basta!, entraré en el mundo, seré figura y luz por aquello de la necesidad que hace al ladrón, la ocasión que genera la tiranía del artista bufón, arlequín o pierrot que ayuda al hombre y al resto de animales a perfeccionar, con muecas antiguas y fantásticas, las mojoneras de la especie terrible. Triunfa mi sombra sobre la razón y el escapismo de los días me alivia dejando para mañana lo que podría seguramente edificar entre ruinas de recuerdos, horas largas y hermosas (satisfacción que el deber tiene que inventar para justificarse), y minutos de olvido consciente irreparables… deleznables cuando más pueden los actos que las verdades no escritas… recuperables a medida que despierte mi oscuridad de pájaro perdido en brumas y pensamientos desolados. La monotonía de la vida arderá también en cadáveres animados y ángeles furiosos o escritores homosexuales se apoderarán de los espacios. Presente; todo es presente… Hesse dice que no existe el pasado ni el futuro. Existe el hombre mismo: soberano del tiempo, indómito, privilegiado. Y tanto samsara que el placer desborda, épocas que se apiadan de quienes con afán y amor prometen paz, hambre de existencia profesional, mierda exclusiva. ¿Qué hacer si existo y no consisto? Me muestro rotundamente de acuerdo con esos pocos semejantes que apenas me reconocen y desprecian. Vale más jugar y malgastar el tiempo en travesuras. Ahora me iré, abandonaré la poesía; la literatura, ineluctable, incontestable, execrable, inextricable no es otra cosa que basura adornada de soledad, valores emotivos que quieren alcanzar la magia del ejemplo, victoria crónica, flébil fama (Rilke dice que se trata de innumerables equívocos respecto de un nombre nuevo). Nada se puede hacer. ¡La vida es así! Y es ésta la última mentira que sostengo. O como diría un soldado involuntario de la Gran Transformación: ¡LA VIDA ES GAY!

FBA

martes, 12 de mayo de 2009

DATOS BIOGRÁFICOS DE FBA

Nació en Montería-Córdoba (Colombia) un viernes 17 de noviembre de 1961. Menor de cinco (5) hermanos, es hijo de Enán Burgos Perdomo (médico y poeta oriundo de Ciénaga de Oro-Córdoba, fallecido el 25 de octubre de 1986 en Montería) y Amparo Arango Moreno (natural de Medellín-Antioquia, quien desde hace cincuenta y siete años vive en Montería). Cursó estudios de Primaria y Secundaria en el Colegio La Salle de Montería. Abogado egresado de la Universidad Pontificia Bolivariana Sede Medellín y Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba, realizó también estudios de Ciencia Política en la Universidad de Antioquia (cinco semestres), interrumpidos con ocasión de un traslado laboral. Cuenta, además, con un Diplomado en Docencia Universitaria y Estrategias Pedagógicas de UNICIENCIA. Trabajó como Juez Permanente de Policía Municipal de Montería durante los años 1988 a 1990 y se empezó a desempeñar posteriormente, desde enero de 1994, como servidor público del Ministerio de la Protección Social cumpliendo funciones de inspección, vigilancia y control del cumplimiento de las disposiciones sociales contenidas en el Código Sustantivo del Trabajo en distintas ciudades del país. Ha representado a los empleados de este Ministerio en distintas instancias organizativas, y participado, con igual condición, en procesos de negociación colectiva y de reestructuración en dicha entidad.

Sus inclinaciones literarias le surgen desde muy joven habiendo sido, además, columnista del semanario Poder Costeño y de El Meridiano de Córdoba en los inicios de este diario. Ha sido colaborador ocasional de revistas y suplementos literarios. Publicó su primer poemario en 1991 con el título de Poemas de Antesala. En diciembre de ese mismo año se publicó la obra póstuma de su padre, La luz brilla en las espinas, preparada y presentada por él. Poemas suyos conforman el capítulo Los predios de mi sangre, incorporado a este texto siguiendo la voluntad de su padre. En 1994 obtuvo el Primer Lugar del Concurso Departamental de Cuento y el Segundo Puesto del Concurso de Poesía Universitaria en el marco de la celebración de los Treinta Años de existencia de la Universidad de Córdoba. Su libro de cuentos Cuando la muerte ama salió a la luz en enero de 2000, y en junio del 2002 publicó el poemario titulado Un imposible viaje. Un libro con Fragmentos de este último se imprimió en Montpellier-Francia en octubre de 2002 por Ediciones Pleamar. En noviembre de 2008 participó con una lectura de sus poemas en el marco del XVI Festival de Literatura de Córdoba organizado por el Grupo de Arte y Literatura “El Túnel” que dirige el escritor monteriano José Luis Garcés González.

Al campo cultural contribuye igualmente desde 1999 como compositor de música vallenata. Es autor de algo más de setenta canciones, entre paseos y merengues, en su mayoría de estilo más personal que comercial y con cierta constante crítica, algunas de las cuales han sido inscritas en concursos de canción inédita: tres veces en el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, al igual que en festivales como los de Chinú y Apartadó. Su última participación fue en el XX Festival Sabanero de Acordeoneros y Compositores “Princesa Barají” realizado en Sahagún en junio de 2008, con el paseo Que canten los poetas, clasificado para el concurso correspondiente. Es también aficionado al canto y a la guitarra.

Son sus hermanos: Gloria Amparo (Socióloga), María Elena (Trabajadora Social), Cristo Enán (pintor, poeta, actor y dramaturgo residente en Francia) y Bernardo Rafael (médico y músico ex vocalista del Grupo Amadeus). Sus hijos: Francisco Javier Burgos Flórez, estudiante de Ingeniería Mecatrónica en la Universidad Nacional de Colombia, y Enán Javier Burgos González, estudiante de bachillerato grado 11.

Actualmente, se encuentra culminando su poemario titulado Cantando a Destiempo que aspira a publicar a mediados de 2009. El río Sinú, que atraviesa y divide en dos la “ciudad de las golondrinas” donde nació, marca también la historia de su vida, poderosamente ligado a él desde su infancia. Un río profusamente herido y testigo excepcional de la violencia que ha azotado a Colombia y, de manera especialmente cruel, a su departamento de origen. Un río que es a la vez verdad y recuerdo, vida y muerte, tristeza y alegría…

FBA

martes, 5 de mayo de 2009

Opinión de Muma Gnecco Plá en el muro del grupo creado en facebook para apoyar la canción de Villamizar “Yo soy el canto vallenato”: “Adrián: Con toda franqueza no te acepto ni te vuelvo a apoyar para que te presentes en esa farsa de festival. Es inconcebible que no escarmentemos, que sigamos de arrodillados sólo por desear difundir y enriquecer nuestro folclor. El folclor, al igual que la organización del festival cambiaron de dueños, ahora tienen apellidos propios y es de una sola familia. Mientras los músicos no entiendan y acepten que sin ellos no hay festival, seguiremos en las mismas. De ustedes depende si les siguen llenado los bolsillos atrayendo gente cada año. Ésta sí es la lucha que debemos liderar entre todos, para que se respete a los verdaderos hacedores y promotores de la música vallenata. Si no nos unimos, nos llevará el guere guere. ¿Puede haber festival sin músicos del folclor vallenato? No, verdad??? Pues debemos unirnos y solidarizarnos, sacrificarnos así sea por un año, no participando!!!!!”.
Opina Adrián Villamizar en el mismo muro: quédense todos tranquilos. Este mundo en general es una hoguera de vanidades y las condecoraciones y premios son lindos y llenan de orgullo pero también son engañosos cuando por ejemplo, quien las entrega, “ya está claro” que del tema no sabe nada. “Ya está claro”.
FBA: Creo que el debate hay que seguirlo dando "con toda la tranquilidad del mundo" por el bien, precisamente, de la música vallenata... Lo del Festival, o mejor, lo de la Fundación es otra cosa, ya sabemos todo lo que se mueve alrededor de este tema. Lo más importante es entender que la música vallenata (no tanto ya el folclor y lo tradicional) atraviesa -quiérase reconocer o no y por mucho grammy y roce internacional que la envanezcan- una profunda crisis rítmica y textual. En escrito anterior de mi autoría (publicado en este mismo blog) decía que el compositor Iván Ovalle Poveda estaba llamado a responder a esta crisis con letras de mejor factura, más allá de su faceta romántica tan conocida. Hoy veo en Adrián Villamizar la renovación rítmica y melódica del vallenato, con una poesía excepcional que, seguramente, lo llevará a explorar terrenos distintos a lo provinciano y paisajístico sin dejar a un lado, claro está, el universo de su sello personal. Su canción "Nacho Lee" es un muy buen ejemplo de ello. Y a mi juicio, "Identidad" va más por esa ruta que "Yo soy el canto vallenato". Que viva, pues, el "CUBANATO".

Segunda Parte de la canción "Yo soy el canto vallenato" de Adrián Villamizar, durante la final del Concurso de Canción Vallenata Inédita en el Parque de la Leyenda Vallenata - Valledupar (Colombia), Mayo 2/09

domingo, 3 de mayo de 2009

Y USTED, ¿QUÉ OPINA?

Resultados Canción Inédita Festival Vallenato 2009:
1. YO TAMBIÉN SOY VALLENATO (William Klinger)
2. VALLEDUPAR TE QUIERO (Fabián Corrales)
3. CAMBIO MIS COSTUMBRES (Germán Villa)
Opina Andrés Arrieta:
"Mejor canción para mí... no he visto los resultados... Yo también soy vallenato. La del maestro villamizar empezó algo floja y eso le resta. Con respecto al rey... yo me pregunto, ¿qué hacen Garzón y Dávila ahí? ¿Era Cristian Camilo apto para juzgar el Festival teniendo en cuenta que hace tiempo dijo 'Sergio Luis toca más que yo'? ¿Por qué no colocaron todos los jurados que fueran reyes o intérpretes de acordeón? El grammy latino elige reyes? Este año fue Sergio, el que sigue De La Espriella... ¿Cuándo será Rangel? Claro que no he visto la presentación de Rangel... pero Sergio tocó muy bien la puya. Es sólo que los jurados no me gustaron".
Comentario de FBA:
Sí, creo que a Villamizar le restó puntos la interpretación, pero letra a letra, verso tras verso era la mejor canción, incluso melódicamente. Lo que sí resulta a todas luces inadmisible es que ni siquiera haya quedado entre los tres primeros. En cuanto al acordeón, tampoco vi ni pude escuchar a Rangel pero me parece que Sergio Luis lo hizo bien, ayudado, sin duda, por su interpretación vocal de un son bastante oportuno para el momento. De jurados ni hablar, ya sabemos que el Festival Vallenato se ha convertido en otra cosa: puro show, farándula y mucho, mucho billete. No de otra manera se entiende que Fabián Corrales, con una canción regular, haya quedado de segundo. El compositor chocoano lo que sí sabe es dónde ponen las garzas y se vale, por tanto, de letras íntimas y conmovedoras. La gran enseñanza en materia de canción inédita es, a mi juicio, que en el Valle no se puede pretender entrar con canciones diferentes a las acostumbradas, y mucho menos si no se cuenta con intérpretes de gran calidad... El intérprete de la canción ganadora es de Chinú y presentó varias canciones inéditas en el pasado Festival de Sahagún. En Valledupar acaba de consagrarse como un gran maestro del canto vallenato!!!

sábado, 2 de mayo de 2009

NOTICIA - RONDA SEMIFINAL CANCION INEDITA FESTIVAL VALLENATO 2009

Resultados Ronda Semifinal Canción Vallenata Inédita Festival Vallenato 2009:

1. YO TAMBIEN SOY VALLENATO (William Klinger)
2. YO SOY EL CANTO VALLENATO (Adrián Villamizar)
3. CAMBIO MIS COSTUMBRES (Germán Villa Acosta)
4. UNTADO DE FOLCLOR (Robert Oñate Díaz)
5. VALLEDUPAR TE QUIERO (Fabián Corrales)

Definitivamente, si seleccionar canciones es complicado, calificarlas no se queda atrás. El juicio estético es, sin duda, sumamente subjetivo. Para mi gusto, el poeta bohemio Adrián Villamizar debería estar en primer lugar tanto por su música y letra como por su mensaje folclórico, si bien toca reconocer que en esta ronda semifinal el intérprete de su canción lució un tanto desafinado. La canción de Klinger, por el contrario, ha gozado de una excelente interpretación a lo largo del concurso, con menos riqueza poética pero con instantes explosivos que logran impactar valiéndose de versos hondamente personales y conmovedores.

Por lo demás, no es la mejor canción de Robert Oñate (empieza bien pero luego se hace lenta, musicalmente obvia, finalmente monótona) como tampoco de Fabián Corrales quien, no me cabe duda, llega a la final con una canción sin alma ni vida, melódicamente pobre y repleta de lugares comunes.

El merengue del amigo bogotano (Cambio mis costumbres) estaba bien entre las veinte semifinalistas pero no para ocupar hasta ahora el tercer puesto del concurso.

Habrá que esperar a ver qué ocurre esta noche en la gran final. Canciones como "Que viva el Valle" de William Borja Ríos, "Un son tradicional" de Omar Baquero Escobar y "Un cuadro, una canción" de Rafael Jiménez Celedón (aunque temáticamente corta) tienen más mérito que la de Corrales. Pero Corrales es Corrales y desde que se inscribió se sabía seleccionado. Me imagino que no deja de ser importante para la Fundación tenerlo en la final...

Bueno, no opino más por el momento. Suerte, mucha suerte para "El ángel bohemio" Adrián Villamizar, a quien -si me pudiera escuchar a lo lejos- le diría que sus canciones, bellas, originales y verdaderas, están destinadas para ser cantadas por quien hace de ellas una versión excepcional: ¡él mismo!

FBA