sábado, 25 de julio de 2009

Me encuentro en receso con respecto al blog, por estar trabajando día y noche en la culminación de mi próximo poemario, "CANTANDO A DESTIEMPO".

Cordial saludo,

FBA

martes, 14 de julio de 2009


ALEGRÍA

Alegría es un dulce de mi tierra
que se come a mediodía
a la salida del colegio,
después se siente tan cerca del camino
que uno quisiera escapar tras su silencio
pero en cuestión de minutos la alegría
deja de ser un dulce de mi tierra
y le abre paso a una tarde
de tristes arreboles
brisa desbordada del río y soledad
soledad que atraviesa en volandas
el vicio de la vida
noche que arriba
pobre verdad que duerme
y se levanta
para ser otra vez Alegría
un dulce de mi tierra con el que
degustamos los rigores familiares,
sumas y restas de la vieja juventud
banalidades demasiado
importantes y un amor etéreo
sin vías de extinción

Alegría es un dulce de mi tierra
con coco y anís
y algo de amargura en los cuadernos
donde aprendemos
todo lo que nos va
a sobrar en el
futuro

FBA
En la foto (al fondo y en el medio), se ve, huele y hasta se logra paladear la "Alegría"

jueves, 9 de julio de 2009


¿HASTA CUÁNDO?

El escritor Germán Espinosa, en su texto “Herejías y Ortodoxias”, hace el siguiente comentario en torno al tema de los plagios en materia literaria: “Habrá, pues, que vivir temerosos de que alguien, en el pasado o en el futuro, haya dicho o vaya a decir algo que creemos fruto de nuestro magín. ¿Cabrá mayor tontería? En variados textos he hallado que expresiones mías, escritas ayer o anteayer, habían sido discurridas ya por autores muy viejos. Jamás me ha preocupado ni en mínima medida tal hallazgo. Simplemente, un escritor del pasado y yo hemos coincidido en afirmar algo que creímos verdadero. No hay daño en ello. Las verdades y aun las mentiras no son propiedad de nadie”.

Pues bien, me referí en la entrada anterior de este blog a una especie de “piedrita preciosa” encontrada en el Festival Sabanero de Acordeoneros y Compositores “Princesa Barají” que se realizó en Sahagún-Córdoba los días 25 al 28 de junio de 2009, concretamente en el concurso de canción inédita. Bueno, lo de preciosa es un decir si se compara la parte que nos interesa del texto de la canción inédita que ganó (Mi Sahagún del alma, inscrita por la sahagunense Liliana Geney) con los versos plasmados por Adrián Villamizar Zapata en su obra maestra que lleva por título “El Ángel Bohemio”, nombre artístico, además, de este extraordinario cantautor nacido en Buenos Aires-Argentina pero hijo de San Juan y de Valledupar como ninguno.

Veamos la siguiente estrofa de “Mi Sahagún del alma”:

“Ay Dios bendito yo te quiero pedir
y hacer un pacto contigo,
cuando yo muera tú me mandes aquí
a este pueblo bonito;
yo te prometo ser el ángel guardián
que cuide de ti por siempre,
porque te amo y no te quiero dejar
siempre te llevo en mi mente”.

Y ahora, escuchemos apartes del verdadero Ángel:

“Querido Dios / compañero mío
Papá lindo que estás allá arriba en el cielo del Valle,
Deja que te cante y en versos te diga cuál es mi ilusión
Hice del recuerdo, la fe y la poesía mi gran religión
Y con sentimiento, lleno de nostalgia te pido el favor.

Que cuando llegue mi final / un ángel bohemio pueda ser
Y así de nuevo recorrer / las noches de Valledupar,
Si en tu morada celestial / guardas un sitio para mí
“Mejor déjame por aquí / quiero cuidar de mi ciudad” (bis)…

… Ser el guardián de los que sienten como yo
Los que no dejan que se muera este folclor,
Los que enamoran con guitarra y acordeón
Y hasta sus hijos cantan El amor amor

… Yo cuidaré de nuestra esencia musical
Que viva siempre en la cultura popular,
Que Dios me deje parrandeando hasta el final
Y ser un ángel del viejo Valledupar...”

Así las cosas, cada quien es libre de sacar sus propias conclusiones. Para mí la idea del ángel original no admite semejante suerte de coincidencias. Y a propósito de ángeles musicales, sólo hay otro ángel genial (ya ángel consumado) que merece el reconocimiento inobjetable y auténtico del mundo vallenato. Me refiero al ángel del camino, ése que Hernando Marín inmortalizó hojeando el libro de su trágico destino.

Pero hay algo más grave con respecto a lo ocurrido en el susodicho concurso. Son rumores que dos semanas después del Festival han cobrado una fuerza de verdad incontestable. Y lo que dicen los “rumores” es nada más y nada menos que la canción “Mi Sahagún del alma” no es de quien la presentó como su autora, sino de un compositor bastante trajinado y triunfador en el infernáculo festivalero. Según versiones populares, es Wiston Muegues la otra cara responsable del entuerto, pero conforme a versiones emanadas de la elite local y cultural (entre ellas una que se precia de ser fuente de alta fidelidad) es Robert Oñate el autor de la farsa inédita.

En fin, sería bueno y muy saludable para el folclor que estos destacados compositores se pronunciaran al respecto, al igual que conocer la versión de la supuesta compositora no radicada en su Sahagún del alma, pues se habla asimismo de costos cercanos a los tres millones de pesos. En realidad, se comentan muchas más cosas untadas quizá de mayor gravedad, lo cual no es, por cierto, algo nuevo en este tipo de concursos donde se manifiestan tantos tejemanejes y triquiñuelas que hasta nuestro famoso “realismo mágico” se quedaría corto. Por lo pronto, me apresto a tomar el portante en este delicado tema no sin aprovecharlo para, de manera general y sin acusar a nadie, aportar algunos fructíferos interrogantes.

¿Hasta dónde ha llegado la corrupción en Colombia que ni siquiera en los predios paradigmáticos del arte estamos a salvo de los mercachifles? ¿Hasta cuándo el imperativo ético imprescindible y urgente para recomponer esta patria permanecerá exiliado por la competencia y el individualismo rampantes, desmedidos y provocadores?

Y a todas éstas, ¿qué pensará la Junta Organizadora del Festival de Sahagún de lo ocurrido? ¿Qué correctivos tomará? Se me ocurre, por ejemplo, que para los próximos concursos de canción inédita se examinen y dispongan criterios y requisitos adicionales que garanticen la pulcritud del proceso de inscripción, selección y presentación de las canciones elegidas. La discriminación siempre será oprobiosa y no es lo mismo que se interprete una canción con instrumentación y recursos mínimos que con todo un montaje desproporcionado como ocurrió con la canción triunfadora.

Lo otro sería poner a concursar a la cumbia y al porro por separado, y al paseo y al merengue entre sí. Si bien, este festival se caracteriza por no incluir el son ni la puya, no es bueno que se sacrifiquen canciones de uno u otro aire musical sólo por llevar a la final una muestra representativa de los cuatro ritmos participantes, mucho menos para darle cabida conveniente a compositores del Valle y de La Guajira no siempre agraciados por la calidad de sus canciones. Pensar en jurados idóneos y objetivos en semifinales -no ligados a la Junta Organizadora ni al medio local o regional- debe ser igualmente una prioridad, y en lo tocante a paseos y merengues se requiere atender los límites que al respecto se estatuyen en el Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar para inscripción e interpretación en tarima, garantizándose así que los mismos sean juzgados en igualdad de condiciones. De esta manera podríamos estar todos medianamente tranquilos y jurados de la talla de Aurelio Núñez y Jorge Valbuena no se dejarían afectar por factores externos presentes en una canción que, sin ser la mejor, se orquestó y fue la vencedora desde mucho antes de concursar.

La política, el amiguismo, el arrodillamiento ante “lo vallenato”, la ostentación monetaria, las prácticas derivadas de la politiquería electorera y el ramillete servil de canciones oportunistas deben erradicarse por completo del entramado artístico si lo que se busca es progreso, cultura, civilidad y bienestar colectivo. La Ciudad Cultural del departamento de Córdoba está llamada a liderar la consecución de tan loables propósitos. ¡Qué vaina que los festivales se desperdicien en función de profundizar las crisis y obtener lo contrario!

Por último, felicito al compositor sahagunense Luis Alberto Prado por su magistral y conmovedora interpretación en tarima, sin parafernalia alguna, de su canción “A Sahagún lo hago respetar”. Tranquilo compadre que, por lo que se dice y se sabe, usted no quedó de segundo. El aplauso exultante de su pueblo dijo otra cosa. Para muchos (y me incluyo) fue el verdadero ganador y ya llegará la hora de que el Festival de Compositores de Sahagún le permita vivir el sueño de coronarse y reinar como lo ha hecho en muchos festivales. No ha sido usted profeta en su tierra como bien lo canta, pero el 28 de junio de 2009 escribió una página memorable en el rinconcito de la “Princesa Barají”.

FBA



Corolario: Es más lo que pierde que lo que gana un artista cuando se presta para enturbiar el alma de la música. No sé si habrá sido el caso de Liliana Geney Oyola, a quien otorgo el beneficio de la duda apelando a su elegancia y a la tesitura de su canto. En todo caso, una sana reflexión a partir de lo acaecido a la canción puesta en entredicho, no sobra en tiempos de descomposición moral.