sábado, 25 de febrero de 2012

SI LO QUE QUEDA SIN ESCRIBIRSE se viviera en efecto, esta prosa sin mientes no intentara el oficio. Permanece, sin duda, mucha intranquilidad en el tintero. Bastaría con digitar la primera confianza, despuntar el último torrente. Conoce la técnica, el cómo y el cuándo, la chispa milagrosa que responde al vacío. Pero se sabe también que es más lo que se ausenta, la escritura no logra percibirnos del todo. Y si lo hiciera, nada garantiza que lo escrito nos sirva, repercuta en beneficio del maduro silencio. Entonces, cabe sólo procurar que lo que queda sin escribirse se viva de verdad. He aquí la gran tarea: el pequeño y confiable fracaso. El acto creador descansa incomprendido, aunque deambula, día tras día, en la trivial existencia, acumulando honores, anónimos senderos por donde exfolia mentiras.

FBA

sábado, 11 de febrero de 2012

SÁBADO, en casa, en un pequeño poblado ubicado en las sabanas del Bolívar Grande. Buen día para reflexionar (ah, palabra pretenciosa) sobre lo escrito y, en especial, sobre lo aún no escrito. El poder de la palabra escrita demuestra todos los días su inagotable misterio. Como en aquella inolvidable película de Bergman, "Fanny y Alexander", que aún asocio con la eficacia de los malos pensamientos. Pensar, por ejemplo, en cómo los currutacos se alían para defenderse de inofensivas lágrimas. Pensar (otro ejemplo) en la estupidez de haber vuelto a los concursos literarios. Veinticinco años atrás, dejé en claro las razones por las que nunca más habría de participar en ellos. Pero la madurez recupera desgracias y traiciones, y este muladar enfermo no se cansa nunca de perder. Debo, en todo caso, continuar. Hablarle al vacío es, finalmente, lo que cuenta. Y gozar la vida, como aconsejaba Silva antes de perforarse el corazón. "Si puedes vivir sin escribir no escribas", otra frase (de Rilke creo) que queda martillando por ahí. Sigo, entonces, y esta mañana de tedios silenciosos se vuelve mágica de repente cuando los dedos empiezan la faena. Vida cotidiana, insignificancia feliz que me permite coronar el Ruido, el gran Ruido del Destiempo que conspira en rincones infranqueables.

Sábado, en casa, buen día para encender las vengativas esencias de la muerte.


FBA