miércoles, 17 de diciembre de 2014


EXCUSEN que me pierda tanto de mi propio blog. Espero que sus pocos e invisibles lectores no hayan tirado la toalla durante este tiempo de inevitable ausencia. Así que por aquí vuelvo y prosigo, divulgando exclusivamente asuntos de mi autoría. 

En esta oportunidad, un fragmento de la presentación en tarima de mi obra musical POR QUÉ TE QUIERO TANTO, en el Festival Nacional del Bullerengue 2014 de Puerto Escondido-Córdoba, por el Grupo Cultural Casabe de Oro de Ciénaga de Oro-Córdoba (Colombia). A su Director, José Alberto Mercado Ibáñez, a su talentosa cantadora, a Diana Cruz y demás integrantes de esa gran familia folclórica y musical, mi agradecimiento infinito.    

Los últimos sucesos del mundillo cultural del Caribe Colombiano han pisado ya el súmmum de la descompostura moral. Entre los festivales o encuentros de Lorica, Valledupar y Chinú casi acaban con el poco aliento que me queda. Lo de Chinú, ¡ni se diga! La misma señora que hace parte de su organización, se homenajea en él, dizque por haber sido premiada en un dudoso concurso de crónica literaria liderado por su amigo loriquero. Y no contenta con eso, rinde también honores a su distinguido consorte. Y en cuanto a jurados e invitados, pues ya se sabe: en su club social solo caben quienes practiquen la adulación y la sinvergonzonería. La calidad no es tema de conversación.      

Tiene mucha razón el escritor sahagunense Julio César Pérez Méndez: la Cultura en Colombia se encuentra secuestrada por la politiquería. Pero tambien por el más escandaloso de los amiguismos. ¿Y el Ministerio de Cultura por dónde andará? Y esos honorables Senadores que gustan de hacer debates televisivos sobre corrupción, ¿qué esperan para poner también sus manos en esta carroña que parlamenta y daña?

Sin embargo, ¡nada nos detendrá! Con poemas y sinuanatos, debo seguir alimentando a la Muerte. Bueno, a la Vida..., a la Vida...

Desde el Sinú, reciban mis saludos.

FBA  
   

sábado, 18 de octubre de 2014

¿ESTÁ VIVA LA POESÍA?

No sé en otros lares (me imagino que sí, a partir de notables excepciones, no de la zahúrda que pulula en redes sociales), pero me temo que en el Sinú, ¡no!, y lastimosamente, con inri más que merecido. Al menos, no en el que se muestra hoy día, ese que con Z y careta de Editorial no se corresponde para nada con el Sinú de José Luis Garcés González, de Jorge García Usta, de Raúl Gómez Jattin, de H. Galo Vurgos P., de Guillermo Valencia Salgado, de Rafael Yances Pinedo, de Enán Burgos Arango, de Joaquín Rodríguez Martínez. ¡Y de FBA! (duélale a quien le duela).

Que se diga que respiro por la herida… Me tiene sin cuidado. Que se diga que la Ira y la Indignación me motivan a garrapatear estas letras… Pues sí, grandes revoluciones han surgido de estas dos grandes hermanas del espíritu rebelde y justiciero. Y si decir estas cosas me trae cada vez más antipatías y contratiempos, bien llegados, me los merezco, debo sobrellevarlos en nombre de otros tiempos, tanto pasados como futuros, para dejar “mi constancia” contra esta bosta infame que, “poéticamente”, pretende imponernos su mediocre, perverso e irrespetuoso criterio.

Creía que Editorial Zenú y su gestor, Henry Ballesteros (me basaba en comentarios de un amigo mutuo), eran culturalmente serios, y que podíamos pensar, ¡por fin!, en nuevos bríos, en nuevos vientos poéticos y literarios. Pero no, los amiguismos y las componendas continúan vivitos y coleando. No conozco, por supuesto, a gran parte de los que han sido seleccionados en su concurso virtual de poesía (100 de 806 textos enviados), como sí conozco a algunos cuya calidad no discuto, dígase Ela Cuavas y Alonso Mercado (entrañable Director del Grupo de Teatro en mis tiempos estudiantiles en la UNICOR cuando su oficina estaba contigua a la de nuestro movimiento estudiantil de Ciencias Sociales). Pero la sospecha surge cuando, escudriñando en el listado de admitidos, veo a un par de “personajes” cuyos textos, publicados en Facebook días atrás y ahora favorecidos por tan “selecto” jurado, dejan, de verdad, y claramente, mucho que desear. Sus autores, hombre o mujer, mejor me los reservo, no vaya a ser que termine siendo yo el justo responsable de algún prematuro suicidio, o aparezca después este humilde servidor en la página judicial de “El Propio” o en la del pernicioso “Meridiano de Córdoba”, señalado como víctima mortal (a destiempo) del disparo de alguna fémina ofendida. Además, para qué mencionarlos, si lo mejor que puede pasarle a la mala poesía es que, luego del ridículo baño de popularidad que les espera a los seleccionados, los dos entuertos a los que aludo salgan victoriosos, queden entre los 60 publicables y uno de ellos hasta se asegure el botín que, en plata gringa, fue ofrecido por la editorial convocante.

Basta agregar que es fácil detectar en Internet las relaciones existentes entre algunos concursantes y quienes oficiaron de jurados, las mismas que el programa radial Cultura y Vida, dirigido y presentado por Henry Ballesteros en UNICOR Estéreo, corrobora recientemente sin dudas de ningún tipo (y ojo, no me refiero al buen logro de haber tenido entre sus invitados a Fernando Denis, un verdadero poeta de todos los tiempos). Y si no bastara con lo anterior, investiguemos entonces las tertulias a las que pertenecen, los espacios que comparten unos y otros, los viajes que han realizado juntos dentro y fuera de Colombia, y otras curiosidades por el mismo estilo. Convertir la poesía en escenario de complicidades melcochudas, no tiene ni tendrá jamás perdón de Dios (y estoy mirando para abajo).

Leo entonces en Facebook (octubre 17 de 2014) que “Editorial Zenú agradece infinitamente a los Maestros: Enrique Arroyo Villegas, José Luis Cabada Ramos, Alexis Zapata Meza y Danith Urango Tuirán por haber sido jurados durante el proceso de selección de los 100 poemas en el Concurso Editorial Zenú de Poesía”. No sé cómo puede resultar infinitamente agradecible catapultar la poesía hacia el acabose mediático, como tampoco (aunque, claro, eran las reglas de juego y, más por colaborar o por curiosidad que por otra cosa, me sometí a ellas) cómo pueda el “público de la poesía”, al buen estilo de los nocivos Reality tipo RCN y CARACOL, tener la última palabra. Si estamos escasos de “buenos” poetas (y hay que poner siempre las comillas por todo lo que ello conlleva), qué se puede esperar de la masa de votantes que, sin mayor conocimiento del intrincado y contradictorio tema, terminará decidiendo la suerte de los seleccionados por razones en su mayoría opuestas al “rigor poético”. ¿Se leerán acaso los 100 textos, los relacionarán y ponderarán entre ellos antes de apuntarle a algo así como el “me gusta” compadrón?

¡Por Dios!, no hay nada más desprestigiado en Colombia (si dejamos a un lado a congresistas y demás politicastros por todos conocidos, y sin olvidar a ciertos donjuanes y a inefables damiselas que gustan de arrogarse la gestión cultural) que los términos “MAESTRO”, “DOCTOR” y “POETA”. Cualquier Perico de los palotes hoy día lo es. Y en cuanto a la Plaga de Poetas (como yo la llamo resistiéndome valerosamente a pertenecer a ella y negándome de manera rotunda, por respeto a los que sí fueron Poetas y vivieron y murieron inmersos en la más absoluta adversidad, a que se me califique, aunque sea en buenos términos, como tal), es fácilmente identificable con solo recorrer buena parte de los grupos de Facebook que se presentan en nombre de la maltratada poesía.

No es fácil llegar a saber qué es la poesía, pero quienes quieran aproximarse a saber qué no lo es, no es sino visitar algunos de esos grupos informáticos. Los “poetas” de las redes sociales se conocen porque así se tratan entre ellos sin siquiera pensar si lo merecen o no, se desviven por aparecerse en todo tipo de festivales o encuentros y hasta se pagan pasajes internacionales, se hacen condecorar y conceden entrevistas, llevando como equipaje unos cuantos versitos de dudoso trasfondo artístico. Y si no me creen, por ahí cerca se encuentra John Better (poeta, ¡éste sí!), certero y vigilante, quien puede ilustrarnos mucho mejor al respecto (ya lo ha hecho en varias ocasiones), con plausible pericia y envidiable perspicacia.

Ahora bien, lo mínimo que se les debe exigir a los citados “Maestros” es que sean serios, que valoren el duro e incomprendido oficio de la poesía, y, sobre todo, que no se presten para semejante homenaje al pésimo gusto. Que mi texto-poema o como se le quiera llamar a “eso” (“Traer hijos al mundo” es su primer presunto verso), sea ignorado o pase desapercibido, vaya y venga, es posible y como están las cosas hasta esperable (así se lo hice saber previamente a unos amigos, anticipándome a lo que, daba por seguro, ocurriría), además porque, cuando se concursa y son muchos los participantes, hay que empezar por respetarlos a todos y ser consciente de que, en calidad (término en todo caso siempre relativo cuando es necesariamente la subjetividad la llamada a calificar), pueden llegar a superarnos, pero cuando las cosas se desbordan y se da cuenta uno de por dónde es que va el agua al molino, ahí sí, ¡ni modo!, toca destapar la olla para que el olorcito a podrido empiece a circular.

Conocí a Danith Urango Tuirán en el I Festival de Poesía y Narrativa de Santiago de Tolú (2012) que organiza Jorge Marel, lo he leído y debo decir que le profeso respeto y admiración, y precisamente por eso me extraña sobremanera que, entre 806 textos (sin incluirme, me atrevo a asegurar que hay muchos mejores) se haya inclinado por un par de esperpentos rayanos en la peor cursilería e indignos, por tanto, del espacio vilmente otorgado. Pero claro, la extrañeza se evapora cuando observo fotografías, escucho programas, detallo recorridos, asimilo loas mutuas, relaciono personas, y poco a poco voy sacando conclusiones hasta llegar a la triste realidad de que su olfato poético (¡y vaya cosa!, el de él, que es experto en versos de la más suculenta gastronomía) haya decaído hasta la sinvergonzonería del oprobioso amiguismo fotográfico. Por muy malo que sea mi texto, estoy listo para enfrentarlo, en mi voz, en lectura abierta y público adverso si se quiere, al par de embelecos que lo desplazaron y a otros de los seleccionados si a bien lo tienen, a ver quién sale mejor librado. Cuando quieran y como quieran, señores de Editorial Zenú. Ese es el verdadero concurso, ¿no creen ustedes? Yo soy malo, carajo, pero no tanto como esos y otros individuos que se las dan de poetas y se pavonean con sus bodrios por ahí, causándole enorme daño al cerebro y a la sinrazón de la poesía.

Sé de antemano que voces atípicas como la mía no son de buen recibo en esta sociedad pazguata y corrompida, mucho menos cuando acostumbro, como escribió alguna vez en su columna dominical Álvaro Bustos González luego de leer mi poemario “Cantando a Destiempo”, a decir cosas duras, y comprendo por ello que cuando decidí aventurarme con una temática de grueso calibre, nada dulzarrona, nada romanticona, nada pueril –que entrelaza a los hijos con la muerte–, estaba garantizándome el seguir escribiendo mi eliminación del mapa poético cordobés y colombiano. Confieso que hasta lo hago adrede, pues nada me gustaría más que encerrarme y apartarme por completo en el universo creativo y angustioso de lo ignoto (estoy cerca de lograrlo). Pobre de Maiakovski (y no me estoy comparando con el gigante del Futurismo ruso) si les hubiese tocado a estos “Maestros” de Editorial Zenú evaluar sus contundentes y atronadores sufrimientos.

Sin duda, haber publicado “¿Festivales o Amiguismos?” en mi blog ESCONCES Y DESTIEMPOS, y otras diatribas-verdades del mismo orden, es algo que me cobran y seguirán cobrándome los doctos del disparate poético y literario. Por cierto, ¿qué pensará el poeta Jorge Marel de que mi nombre –que él incluyó recientemente dentro de los cuatro mejores poetas vivos del Departamento de Córdoba, según su respetado y reconocido juicio, y obviamente contra mi voluntad, al lado precisamente de Danith Urango, Ela Cuavas y René Cueto, lo que me vi precisado a comentar matizando el asunto– haya sido olímpicamente excluido del parnaso cordobés por unos sabios de corto y sucio vuelo? Todos están ahí, en el listado de Editorial Zenú, bien de jurado, bien de participantes, excepto yo, así que creo, poeta Marel, que no hay más remedio que considerar que usted está bastante equivocado en lo que a mí respecta; los que son, ahí están, y este minúsculo hombre que soy yo, que pervivo orgullosamente en el aislado y perseguido universo de los que, por no apelar a bombos y platillos, no somos ni seremos jamás, tiene que conformarse y aceptar su trágica suerte, estos benéficos e interminables gajes del verdadero oficio. Y sin creernos víctimas de nada, simplemente sabedores del cumplimiento de un inevitable y doloroso destino. Pero para decirlo con otras palabras, es el precio que tengo que pagar por ser diferente, por ser auténtico, por vivir a destiempo, por no ser hipócrita, por no ser lambón. Y también por pendejo, por prestarme a estas estupideces de pompa y falsedad.

Bregar y resistir es lo que más he hecho a lo largo de mi vida en los distintos escenarios en que me ha tocado desenvolverme, y no duden de que, mientras me suene la flauta, lo seguiré haciendo, así esté ya cerca, muy cerca, como lo dije, de seguir los pasos de mi padre, Enán Burgos Perdomo, quien terminó refugiándose cuando tenía mi edad, asqueado de todo (y eso que eran otros tiempos, menos veloces y enfermizos) en la “tranquilidad” de sus cuarteles de invierno.

Si no fuera porque siento que ya voy de retirada de cualquier entramado artístico (nunca de continuar emitiendo versos y canciones sin ínfulas malsanas; y solo para mí, querido amigo Joaquín Rodríguez Martínez, ¡qué le vamos a hacer!, solo para mí, pues ya está más que comprobado que todo lo que viaja no va acompañado siempre de sentido), me dedicaría a leer, uno por uno, los poemas seleccionados, con la certeza previa de que me encontraré con otras desagradables presencias. Otro par de nombres de los que conozco me llevan a pensarlo así, sin temor alguno a equivocarme. Pero bueno, dejemos más bien que Editorial Zenú y sus tan adulados “Maestros”, a la cabeza de Danith Urango, sigan haciendo la fiesta del mierdero poético (¡con perdón de la Mierda, que merecerá siempre mis respetos!) como les parezca. ¡Sálvese quien pueda!

Saludos,

FRANCISCO BURGOS ARANGO
(FBA)


Montería, 18 de octubre de 2014 (sábado)

viernes, 10 de octubre de 2014



DESPUÉS DE UN FESTIVAL DE POESÍA, texto que forma parte del poemario CANTANDO A DESTIEMPO, de FBA, publicado en 2010 por PLEAMAR EDICIONES. Aquí, un audio casero (voz del autor). Saludos,

FBA  

domingo, 31 de agosto de 2014

Apreciada Estella Patricia:

ME GUSTA tu publicación, ¡¡¡y mucho!!! (quien quiera leerla, la encuentra aquí mismo, debajo de esta Carta Abierta y tal como la escribió en su muro de Facebook). Creo reconocer a una de las señoras a las que te refieres. La misma que vetó mi nombre en uno de esos eventos en los que inexplicablemente manda y dispone, dizque porque yo no tengo "obra". Y que conste que yo no me postulo a nada, sino que hermosos seres que me han ido, poco a poco, conociendo, se han encargado de batir sus alas en procura de la magia del Sinú. Y por eso, qué importa ser vetado por la estupidez y la arrogancia, si cuento con la sensibilidad de verdaderas joyas espirituales que entienden la gestión cultural como debe ser. Como tú, poderosa amiga del Destiempo, cabalmente comprometida con el descalabro de una Utopía Superior.

Qué cosa tan ridícula. Todo lo que se podría escribir al respecto, empezando por tratar de establecer qué significa en realidad “tener obra” en un país cultural que  le rinde culto al privilegio, a la exclusión y a la lambonería. Lo dices bien y con admirable valor: clubes sociales, eso es lo que son. Detesto los egos ajenos pero me aparto más de los propios, y de ahí que no me guste para nada publicitarme en redes sociales ni mostrarme en tinglados que se les parezcan, limitándome, por tanto, a dar a conocer lo estrictamente necesario.

Pero fíjate cómo es la vida de sabia y justiciera. Sin mover un solo dedo (nunca lo hago) fui invitado a oficiar de jurado en el 12° Encuentro Regional de Declamadores Intercolegial y Semiprofesional de la Institución Educativa Simón Bolívar de Sahagún, que acaba de escenificarse en dicho municipio cordobés, y por ahí andaba también la susodicha dama. Y tuvo que escuchar de la presentadora del evento unos mínimos datos de mi hoja de vida cultural, requerida esta por los organizadores del encuentro. Y ¡vaya cosa!, fue la primera en aplaudir. Bueno, pensemos que lo hizo más bien por algo muy propio de los clubes: por conveniente hipocresía. Para no mencionarte que recuerdo haberla visto entre el público asistente dos o tres veces en eventos a los que he sido invitado para leer mi trepidar poético (en uno de ellos, se acercó a felicitarme llamándome poeta y valorando mi profundidad; ¿qué tal?), y me ha visto, además, protagonizando mi ya premiada aventura (me excuso por sacarla a flote, pero toca) en distintas tarimas musicales.

Ahora bien, ni siquiera basta acumular muchos libros publicados para que se pueda decir: ¡he aquí una gran obra! Ernesto Sabato no fue pródigo en la materia y muy difícilmente se podría poner en entredicho su calidad literaria. Para no hablar de Kafka, que se opuso, cercana ya la parca, a que su obra fuese divulgable. Sabemos, además, que contar con una gran editorial cuando no se asume el quehacer literario en función de roscas y relaciones, es misión imposible, y de ahí que la autopublicación, por cuenta propia, haya terminado gobernando el asunto. Con sumo esfuerzo, el escritor o el poeta, con algo de financiación o sin ella, logra sacar a luz unos cuantos ejemplares que termina, luego de estériles lanzamientos, prácticamente regalando. Y está claro entonces que la obra, una tras otra, concluye y se disipa de manera rápida, o escasamente subsiste en algún perdido anaquel de oscura librería, o quizá bajo la cama en la que duermen los disparatados sueños. Hay, en todo caso, algunos escritores que, con sentido empresarial y favorecidos con dinero público o privado, saben ubicar y vender la suya, logrando aplazar un poco la extinción definitiva.

La calidad literaria, por consiguiente, no depende del número de libros y ejemplares que circulen, con grandes titulares y sello editorial reconocido, en librerías de prestigio, como tampoco es predicable lo contrario: contar con un cuantioso arsenal inédito no lleva, per se, a afirmar la misma. Entre los que navegan en lo uno o en lo otro hay, sin duda, buenos y malos escritores, y hablando de poesía, la cosa se complica aún más.

Así pues, está claro que los libros que he publicado hasta ahora, con escaso peculio, corto alcance y enormes pérdidas, no circulan en las librerías colombianas, excepto el último (“Cantando a Destiempo”, 2010), que aún se consigue en una pequeña librería de mi Montería natal. Para colmo de males, este mismo libro fue revisado y cuenta ya con una versión 2014 que permanece, al igual que tres (3) poemarios más, un (1) libro de cuentos y otro en prosa de estilo tal vez periodístico, en la más implacable y hasta benéfica orilla de lo ignoto. Recuerdo que de mi primer libro, “Poemas de Antesala”, entregué un número considerable de ejemplares a un andante y veterano vendedor de libros que nunca más apareció, y hasta la fecha no he sabido si fue objeto de estafa o de muerte súbita o violenta (no era época de celulares ni de correos electrónicos, y con frecuencia me pregunto en qué manos habrán quedado, si existirán todavía en una que otra insignificante biblioteca o si habrán corrido la suerte que tuvieron otros ejemplares en las manos ebrias e incendiarias de su propio autor). Sin embargo, de este primer parto, conservo varios en un clóset resistente de la infancia, y viene al caso agregar que dicho libro cuenta ya con una versión digital modelo 2013.

En cuanto a mi obra musical (la del “sinuanato” que ya conoces), aún no despega el primer disco compacto que tengo en mente. Por obvias razones (no hay que decirlas), válidas también para lo literario. En fin, el juicio estético, a favor o en contra, no es algo que me desvele, y la fama mucho menos. Creo conocer bien mis virtudes como mis limitaciones, y por eso, lectura tras lectura, palabra tras palabra, lo único que debe trasnocharme es tratar de hacer las cosas lo mejor posible, cumpliendo con un compromiso del cual no soy elector, sino víctima: el duro (aunque feliz) y asfixiante (aunque airoso) pergeñar de la poesía.

Días atrás, en noche literalmente estrellada, conversaba con una buena amiga sobre estos temas y le decía, palabras más, palabras menos, que ya sabrían K, mis hijos –hermanos y sobrinos de pronto- y mis nietos (en habitable inexistencia…, la nieta aún no gestada sobre la que ya escribí un extraño texto-poema y que me temo heredará esta manera trágica de vivir), qué hacer con mi entrañable legado cultural. Yo, entre tanto, continuaré viviendo estos días de incertidumbre con la única-doble verdad que me apasiona: cantando lo que escribo, escribiendo lo que canto. Y a destiempo, siempre, saludablemente, a destiempo.

Triste realidad la que se vive, ¿no te parece Estella Patricia? (y no lo digo por ti ni por mí, pues, pese a tanta contrariedad, sabemos cómo, con sencilla alegría, “desorbitar” la nave). Lo que comentamos va amarrado a algo también en boga: mostrarse, a como dé lugar, en festivales, encuentros, ferias o como se les quiera llamar, nacionales e internacionales, así toque (lo han confesado) costearse pasajes y asumir otros gastos. He escrito bastante sobre el particular, y tú, ahora, en pocas palabras, lo has dicho mejor que yo. Pertenecer al sanedrín social se ha vuelto imperativo para, con obra o sin ella, fulgurar como abanderados de la lujosa farsa. De ahí los clubes de amigos que se han venido formando, las tertulias amañadas, el autoelogio, la loa recíproca y demás plagas del así vejado oficio de escritor.

¿Mi obra? Sí, quizá no exista en el terreno de las formalidades acostumbradas. Pero la respiro, la disfruto, la sufro, la entono, la encarrilo, la descarrilo, la remato, la reinicio y me la bebo todos los días en la más absoluta soledad, y hasta percibo el eco, no sé si merecido, de inexplicables aplausos. Está también, por supuesto, en la opinión política que me formo, en la crítica despiadada que me toca a veces emprender…

Es que esto asquea; ¡y tanto!, que hasta dan ganas de colgar los guantes. Pero no, ¡ni por el putas!, que piensen y digan lo que quieran, pues las personas como tú y como yo están condenadas a viajar, sin malsanas presunciones, en las mejores brisas del universo.

Espero verte el sábado próximo en nuestra Perla del Sinú para, con tenue beso y licoroso abrazo, felicitar tu claridad y valentía.


FBA      

NOTA: La destinataria de esta Carta Abierta es una reconocida gestora cultural que labora en el Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes de Sucre. He aquí lo que, con conocimiento de causa, expresó en la red social Facebook, y que conocí por gentil etiqueta de su parte:   

Que bueno que nuestra región aprenda de experiencias exitosas a nivel cultural, éste fin de semana se dan tres eventos que se decidieron por la exploración y la evolución, lo que ha incidido en el crecimiento de el "emprendimiento cultural" de sus regiones. Abrapalabra, Ulibro 2014 y el Festival de teatro de Manizalez, han demostrado que la gestión cultural debe abrirse y sobretodo debe organizarce como empresa.

No mas organizar eventos que limiten la participación general, liderados por señoras que por mas que anuncien rimbombantes investigaciones nunca han publicado media hoja, pero juegan a las sabelotodo y quieren opinar, organizar, presentar y manipular todo, viviendo en la cultura del buen nombre de su pareja. No mas escritores que aprovechando el buen nombre que construyeron con su obra, gestionen recursos para eventos que luego promocionan con afiches polémicos y dañinos para el sector, desconociendo la importancia de tolerar la crítica con respeto. No mas escritores tercos que invitan a los encuentros a sus amigos de siempre y además invierten los recursos (Ya de por sí escasos) en hotel y gastos para sostener el club social en que han terminado nuestros encuentros literarios. No mas muchachos con mas entusiasmo que conocimiento, en fin, amigos gestores, amigos escritores, amigos artistas, trabajemos en formarnos y brindar a la región eventos de crecimiento para el sector, aprendamos.
Inaldo Chavez Ignacio Verbel Vergara Daudet Salgado Brun Francisco Atencia Aldo Hollmann ArteBetty García Díaz Francisco Burgos A

               

martes, 29 de julio de 2014


CUENTA EL CANTAUTOR ESPAÑOL JOAQUÍN SABINA que su mejor termómetro para saber si una canción suya es buena o mala, es cuando la escucha de viajero en un taxi y no se avergüenza de ella. Guardando las distancias, me pasa igual, asumo similar criterio, aunque viaje poco en taxi (prefiero mi Yamaha DT-125 modelo 1995), pero, suene donde suene, experimento un susto de mil diantres cada vez que una canción mía, por cualquier razón, sale a la palestra. Soy, además, poco dado a publicar (menos en redes sociales) lo que brota de mi disparatado numen. En esta oportunidad me atrevo (creo saber el porqué), y presento de antemano excusas por hacerlo.

SE ACERCAN VARIOS FESTIVALES MUSICALES, y canciones de mi autoría como “Mi mejor sentir”, “El alma de un poeta”, “Mi porro”, “Un canto a la vida”, “Mi mejor festival”, “Un cantor solitario”, “El corazón de mi guitarra”, “Viaje cultural”, “Canto contigo”, “Soy como soy” y “Lo mejor del vivir” (todas inéditas y sin haber probado tarima) esperan su sentenciado turno. Desde ya, el alocado prurito de volver a participar –luego de un necesario semestre de receso- vuelve a hacer de las suyas, y debo reconocer sin circunloquios que el vendaval me sigue sacudiendo. Se gana a veces, se pierde otras, se sufre en demasía; suciedades y componendas no paran de agitarse, nos marchamos algunas veces asqueados, pero bueno, ahí seguimos, apegados a los festivales de música de acordeón como si en ellos se afirmara el alma de la música. No es así, sabemos que no es así, que la música no necesita de festivales, que la poesía mucho menos. Pero la ilusión… Pero la alegría… Pero nuestra voz… Pero tantas cosas que igualmente entran en escena. En fin, ya me llegará el tiempo de retirarme.

Por lo pronto, comparto un recuerdo de mi trajinar festivalero, de diciembre de 2012, para ir entrando en calor. Lugar: Ciénaga de Oro-Córdoba, II Festival Musical Pablo Flórez Camargo. Título de la canción: CUNA BENDITA. Segundo puesto concurso de canción inédita. Jurados: Rodrigo Rodríguez, Pedro Emiro Mendoza y Edward Cortés Uparela.

Su historia es como sigue:

El 30 de octubre de 1976 mi padre, Enán Burgos Perdomo, escribió el soneto titulado “Patria Chica”, que dedicara a su anhelado terruño, Ciénaga de Oro-Córdoba. Dicho soneto hace parte de su obra póstuma “La luz brilla en las espinas”, publicada en diciembre de 1991. Sesenta años tenía mi padre cuando murió en Montería el 25 de octubre de 1986. He aquí la letra del soneto:

PATRIA CHICA

¿Qué pasaría si volver quisiera
al pueblo aquel de mi niñez florida,
el que me dio la fuente de la vida
donde brotó el amor por vez primera?

Me moriría de pena si volviera,
con mi generación envejecida,
con la anterior a mí ya fenecida
y sin la novia aquella que tuviera.

Pero de todos modos, ¡pueblo mío!,
espérame, pues nunca te olvidé.
No me niegues tu albergue ni el rocío.

Y si bajo los cerros terminado,
quiero que sepas que en verdad te amé
y que jamás estuve desterrado.

Pues bien, una versión musicalizada de dicho soneto estaba lista para concursar en Ciénaga de Oro a mediados de aquel diciembre de 2012. Pero el sábado 1° de diciembre de ese mismo año, a eso del mediodía, arribó de repente CUNA BENDITA sin pedir permiso. ¿De dónde venía? ¿Quién o qué la mandó? Siempre me acuerdo en este punto de los amigos Joaquín Rodríguez y Adrián Villamizar por aquello de ser instrumentos del Gran Padre -con lo que me he mostrado tímidamente de acuerdo-, pero también de mi hermano poeta y pintor, Enán Burgos Arango, aprendiz de flautas, quien prefiere, cuando ha sentido la fuerza del arrobamiento creativo, mirar para abajo y no hacia arriba. Lo cierto del caso es que la melodía de CUNA BENDITA se instaló por sí sola en mi guitarra mientras recorría con ella la casa paterna. Y la letra, solo un tanto retrasada, en un par de horas la alcanzó. El resto fue la noche, varias cervezas, cuidadosa tarea de pulimento.

Recibí CUNA BENDITA como un encargo de mi padre (36 años después de “Patria Chica”), y así, sin sentimentalismos malsanos, se la llevé a Ciénaga de Oro, al FESTIPABLO, donde, luego de tres rondas, recibió su verdadero premio: los aplausos y coros del público “lorano”, el reconocimiento de concursantes y músicos, el apoyo emocionado de algunos familiares, pero sobre todo el poder contar esta historia, haber tenido la ocasión de referirme a ella en el acto de premiación y en las entrevistas radiales durante el desarrollo del concurso. Solo faltaba hacer algo como lo que ahora comparto para terminar de decir: MISIÓN CUMPLIDA, PADRE, tu pueblo supo esperarte, sintió otra vez tu poética presencia, aún recuerda tu apostolado médico. Y sí, ya te alberga…, ya puedes maravillarte con el insuperable color de su rocío.

El audio que se escucha al reproducir el archivo de Windows Media es el de la versión que se hizo para inscribirla en el concurso, así que sabrán comprender ciertas carencias. Ya se grabará con todos los juguetes.

Gracias al primo Jonás de Dios Burgos Burgos por buena parte del material fotográfico que extraje (por no decir sustraje) de su valiosa colección familiar.

Gracias a todos por escuchar y apreciar.

Saludo cordial,


FBA

martes, 22 de julio de 2014

RESPUESTA AL POETA SUCREÑO IGNACIO VERBEL VERGARA, A PROPÓSITO DEL HOMENAJE QUE SE LE RENDIRÁ EN EL IX ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES DE SUCRE, EN SINCELEJO-COLOMBIA (23 de julio de 2014), CUYO PROGRAMA REMITIÓ VÍA CORREO ELECTRÓNICO

Ignacio, apreciado poeta y amigo: gracias por el adjunto, y, por supuesto, felicito el merecido homenaje que recae sobre tu persona y tu obra. No sobra decirte que me hubiera gustado poder acompañarte para, en el marco del mismo evento, estrenar el texto que escribí para ti, luego de que autorizaras el préstamo literario (“… el fulgor de la nada…”) que nos ocupara en días pasados. En efecto, FULGOR DE NADA es su título y ya hace parte de mi poemario inédito EN LIBACIÓN SOLITARIA (2014), con dedicatoria incluida.

Me hubiera gustado, claro que sí, pero sabemos bien (y me excusas que me refiera a ello) que mientras el Encuentro Internacional de Escritores de Sucre continúe en manos de quienes está, difícilmente podrá este cantor beligerante de imposibles contarse entre sus invitados. Pero bueno, son gajes del oficio, ya conoces lo que pienso sobre estos personajes que mueven los hilos culturales a su amaño (no solo en Sucre), para favorecerse recíprocamente cual sectas inescrupulosas que se valen del dinero público con el fin de reafirmar sus intereses privados. Una sola mirada a la Programación o Itinerario de este año corrobora a todas luces lo que afirmo, pues, salvando pocas y valiosas excepciones, se repiten una y otra vez las mismas comuniones, y de yapa, casi siempre con idéntico sonsonete.

Esperemos que estos escenarios de la tan cacareada y pisoteada cultura se democraticen en verdad algún día (y no lo deseo por mí, pues sabes bien que así como soy enemigo acérrimo de roscas y de lamberías, lo soy también de egos y de perseguir micrófonos), y se abran, por ende, a otras voces, voces especialmente independientes y portadoras de un mensaje de compromiso único y exclusivo con el Gran Arte.

Aspiro sí a estar concursando musicalmente en el Festival Sabanero de Sincelejo en su próxima versión, siempre y cuando lo permitan sus organizadores mediante la preselección correspondiente. Y abrigo la esperanza de que en la Junta que lo dirige no estén también varios de los “gestores culturales” que cuestiono, tan afectos como son a la pose enfermiza, al ubicuo morir, al mutuo elogio, a bloqueos, trapisondas, coimas, amartelamientos y demás plagas de indignidad por el estilo.

Y pensar que un escritor –que un verdadero escritor–, o un poeta a todo dar (como lo eres tú, estimado Ignacio), no convierte su oficio en una empresa exitosa ni expone su verbo en la perversidad de mundos denigrantes. He creído por eso que quizá sea su mejor destino el de ser ignorado, permanecer en el más absoluto y aplastante de los anonimatos, sin publicar nada, sin pretender esto o aquello, y huyendo siempre de la esterilidad de los mediocres e incómodos aplausos. Y tal vez por eso, siempre que he publicado un libro o he paseado mis versos, hasta la desnudez, por festivales literarios, duro varios meses para recuperarme, convirtiéndome yo mismo en mi más implacable crítico.

Pero no, muchos poetas y escritores se desviven, lamentablemente, por estar en festivales. Recuerdo que hace como un año me conocí con una importante gestora cultural de equis departamento del Caribe colombiano, y en el transcurso de una improvisada jarana, luego de que los contertulios se marcharan me confesó, al filo del amanecer, su inconformidad porque otro importante gestor de su misma ciudad nunca la había invitado a un festival internacional de poesía que dicho sujeto organiza. Ninguno de los ofrecimientos que, sin yo pedirlos, ella me hizo, se cumplió, pero lo realmente importante es comprobar cómo se zanjó en este 2014 su resentimiento cultural: ella lo incluyó a él en uno de sus más representativos eventos, y él, en pago del servicio prestado, la programó, ¡por fin!, en el suyo. Así de simple. Así de trágico.

En todo caso, basta de llover sobre mojado para dedicarme mejor a complacerme por el homenaje que se te brinda, querido amigo y poeta Ignacio Verbel Vergara. Hay amistades profundas que no necesitan compartir espacio y tiempo determinados. Ni siquiera la bella cotidianeidad de un buen licor. Considero la nuestra de ese calibre. Y así de confiables y sinceras son las palabras de libertad que ahora te envío.

¡Salud entonces por la Poesía!

Salud por la eternidad de nuestro indómito fulgor.

Fuerte abrazo,


FRANCISCO BURGOS ARANGO (FBA)

Sahagún-Córdoba, 22 de julio de 2014                   

martes, 15 de julio de 2014

Después de haber publicado CANTANDO A DESTIEMPO en 2010, son ya tres (3) textos-poemarios concluidos que aspiran (si es que aspiran) a ver la luz. En orden cronológico, PRECES DEL OLVIDO, LLORAR CONTIGO y EN LIBACIÓN SOLITARIA. En esta oportunidad, ando en busca de Editor o Casa Editora. Creo que alguno de ellos (de los libros en mención) se merece "mejor" suerte, si bien la "peor" suerte que han obtenido mis libros publicados hasta ahora (POEMAS DE ANTESALA, 1991; CUANDO LA MUERTE AMA, 2000; UN IMPOSIBLE VIAJE, 2002, y CANTANDO A DESTIEMPO, 2010, hoy disponibles todos en formato PDF), ha terminado siendo siempre de mi agrado. ¿Misión imposible? Es lo más probable; sobre todo cuando se carece de contactos importantes en el embeleco cultural como también en el elitismo empresarial, o se es alérgico a roscas y a los entrampados festivales de amiguismos que pululan por ahí homenajeándose sus organizadores, sin la menor vergüenza, unos a otros. Pero bueno. Amanecerá y Seremos, dijo el otro. A lo mejor, exista alguna sorpresa independiente que se atreva a divulgar lo impensable y hasta, por qué no, lo impublicable.

Ajena a ditirambos, felicitaciones y aplausos, considero también la labor de escritor como enemiga de egos (excepto de aquella faceta bien ponderada por Germán Espinosa), poses y maquinaciones. Como dice mi buen y admirado amigo Jaime Gracia  (lector empedernido, de franca irreverencia y, en especial, portador de intelectuales y callejeras dotes… de esas subyacencias a las que se refería Cortázar), “uno debe quedarse leyendo y escribiendo”. Pues sí, apreciado Jaime, es la pura verdad. Y así me quedaré, porque auto publicarse me parece ya un solemne disparate, y si, después de mucho ir y venir, nadie te publica, tú, escritor confuso, tú, poeta malogrado, date tranquilamente por satisfecho, pues no es algo que en realidad deba preocuparte, no es para nada asunto cercano a tu incumbencia. Así que, prívate saludablemente de victimizarte y sigue más bien, a paso llano o dando tumbos, con lo tuyo. Te esperan quizá dos o tres poemarios más, uno o dos libros de cuentos y la única novela ya iniciada que has postergado para jubilarte. ¿Te alcanzará el tiempo? Habrá que preguntárselo a la muerte que acabaste de ver el domingo, sucumbiendo de amor, en Las intermitencias de José Saramago. Y te queda también la música, por supuesto, tu estoica y pensativa música en la que has encontrado maravilloso cobijo y una mínima posibilidad de turbulencia.     

Mis correos electrónicos, por si alguna potencia errabunda y sobrenatural se interesa, son:

sinumania@hotmail.com

sinuatiempo@gmail.com

Y dos celulares: 3007863950 – 3106570669, para, al menos, conversar sobre destrucciones y contrastes.

Saludo cordial,


FBA

viernes, 6 de junio de 2014

A esto lo llaman "PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES", que este año (2014), en su versión XII, "SESIONARÁ" (es el término que emplean en sus boletines) en Cartagena del 13 al 16 de agosto.

Ese es el listado de los escritores colombianos seleccionados. ¿Asamblea? ¿Seleccionados?

Aclaro que nunca me he postulado, pero viendo buena parte de los nombres que allí aparecen es mejor no hacerlo (ni que nadie lo intente por mí jamás), pues no es nada difícil detectar que son, por lo general, los mismos que se mueven en eventos similares por distintas partes de la geografía nacional. Se invitan recíprocamente y tienen, por ende, privilegios inembargables. Se elogian entre ellos, se exaltan entre ellos, homenajes van, homenajes vienen, hoy por mí, mañana por ti. Y para colmo de males, con dinero público de por medio, y con carácter institucional. Y todo esto lo hacen sin vergüenza alguna. ¡Qué viva Colombia y su gran Arte de Roscas Encomiables! ¡Loor a tanto ilustre tornillo y a tanta tuerca engreída!
          
A propósito, un par de féminas inaguantables orlan ad eternum esta jauría de plumas codiciosas... Escritores-consortes no podían faltar en el palaciego verdín.   

Me hace recordar esta logia de camarillas sin escrúpulos lo que sucede en ese otro club del Festival Vallenato en Valledupar, en lo tocante a la preselección de canciones inéditas. Ya he escrito bastante sobre esto último, por lo que evito repetirme.

Bien, que siga reinando por muchos años más este insuperable poderío del contubernio cultural. 

(¿No se aburrirán de aplaudirse las mismas carajadas?) 

Mejor me voy, antes de que algún insidioso rayo se ponga a parlamentar. Ciao.


FBA      
             

lunes, 26 de mayo de 2014

MI LECTURA DE LA PRIMERA VUELTA PRESIDENCIAL EN COLOMBIA. EL FUTURO DE MI VOTO. Y UNOS VERSOS DE MI PADRE…

Lo que me temía es casi ya una realidad en esta Colombia enferma y desubicada. Y salvo que 20 millones de colombianos se decidan a intervenir el 15 de junio (lo que no creo, y mucho menos frente a las dos candidaturas que pasaron a segunda vuelta y en fecha de mundial de fútbol, que tendrá partidos de Ecuador, Honduras, Argentina y Francia; peor todavía si Colombia pierde el 14 con Grecia), se ratificará la tendencia que 3.759.971 turulatos y enajenados (con el 99.97 de mesas informadas) acaban de consentir. Voté como lo anuncié, por Clara López (sin pertenecer al PDA ni a ningún otro partido), y por concluir que el voto en blanco carecía de fuerza en la actual coyuntura, además de no contar con legal eficacia y servir más bien de legitimación democrática al macabro triunfo de los ganadores. Estamos aún muy lejos de lograr lo que Saramago narró en su famoso “Ensayo sobre la lucidez”.

Y decidí votar considerando también que lo que estaba (y sigue estando) en juego es la vida misma, y que debía, por tanto, abandonar el acostumbrado abstencionismo que, por convicción –no creo en un sistema electoral que la derecha y sus politicastros manejan, con plata y poder en mano, a cabal antojo-, ha sido mi comportamiento en días de decisiones estériles y amargas como el de ayer. Así que, aprendida una vez más la lección, me sumerjo desde ya en lo que el buen amigo Abel Fuentes, desde lejanas tierras, se propuso sabiamente hacer: mantenerse al margen de un sistema que, como bien lo dice, carece de ética y no brinda garantías ni ofrece oportunidades de cambio real y significativo.

Quisiera, por otra parte, compartir la energía y el optimismo del poeta Juan Carlos Céspedes (sin duda, no es fácil derrotar a la muerte y hoy más que nunca hay que levantarse y persistir). Pero el problema es: ¿con quiénes?, ¿y a favor de quién? Votar por cualquiera de las dos opciones triunfadoras (que en el fondo son la misma cosa) no me permitiría vivir tranquilo durante el resto de mis días. No puedo ir en contra de mi formación ni masacrar mis principios, ni siquiera por un tema de tanta resonancia y sensibilidad como el de la necesaria paz de esta Colombia acobardada y sufrida, que nada desde hace no sé cuántos siglos en el más absoluto de los desangres.

Y lo digo porque, para quienes hemos venido siguiendo el desarrollo del proceso de paz de La Habana está claro que las FARC han ido dejando lo que ellas han denominado “salvedades”, entre las cuales está nada más y nada menos que la discusión acerca del modelo económico imperante, y los miembros de su comisión negociadora han sido reiterativos en señalar que solo a través de una Asamblea Nacional Constituyente se podría empezar a viabilizar el proceso de transición democrática y popular que juzgan ellos necesario para que los acuerdos y su visión de Estado y de Gobierno se vuelvan realidad. Se trataría, por tanto, de un proceso largo y dispendioso que no se compagina propiamente con lo que el Gobierno Santos ha venido expresando. La Constituyente no está entre los planes de Santos, como tampoco entrar a debatir temas que tienen que ver ya con las bases constitucionales mismas del Estado Social de Derecho colombiano. De la refrendación de la que habla Santos a la Asamblea de la que hablan las FARC hay bastante distancia de por medio, sin olvidar que lo ocurrido ayer en la primera vuelta presidencial nos sirve para calcular que los acuerdos de La Habana tendrán entre cinco y seis millones de colombianos debidamente adiestrados para acudir a las urnas a decirles NO.

Y es que la inculcada aversión de estos sectores hacia las FARC es en todo sentido, sin olvidar que las mismas FARC han contribuido a ello con sus acciones y que los medios de comunicación se han encargado también de exagerar y manipular en su contra la información, recibiendo, además, el sobrepeso de un lenguaje aplastante que los últimos gobiernos no se han cansado de remarcar. Por ende, si a sus integrantes no los quieren ver en el monte, menos en lo que denominan el circo de La Habana, y mucho menos haciendo vida política legal e institucional. Exterminarlos es entonces la única salida que les satisface, en la que llevan ya cincuenta años y dos gobiernos autoritarios sin conseguirlo. El miedo a las FARC y el miedo al castro-chavismo son los principales motores del voto idiota, como si de la noche a la mañana Santos (que defiende los mismos intereses de clase de Uribe y sus áulicos) se pudiera convertir en reflejo de lo ideal y en líder revolucionario. ¿De quién? ¿Del pueblo colombiano? ¡Nojoda!, ¡no seamos tan pendejos! Pero hay muchos perros que se comen esos huesos y no habrá poder humano que los haga desistir de semejante horror. Ojalá fuera verdad el peligro de caer en el castro-chavismo, a ver si por lo menos ensayamos otro modelo de desarrollo más social y humano. Y si Santos fuera adalid de revolución que marcha en pos de ello, no dudaría ahí sí en votar por él. Por mi madre que sí. Pero…

Pero si el tema de la paz está embolatado con Santos, con Zuluaga ni hablar. A punta de sapos, bombas, amenazas y espionajes sí que se hace imposible conquistarla o acercarse siquiera a sus confines. Por supuesto que es preferible que el proceso siga y que concluya con menos colombianos matándose en todos lados por negocio o ideología y que más adelante se pueda ir consolidando la paz integral que se requiere, la paz verdadera, la paz con igualdad y justicia social, esa que, por lo mismo, no se circunscribe a entregar armas, recibir prebendas jurídicas, abrir espacios democráticos y permitir el ejercicio pleno de la política a quienes dejan la guerra para, desde la legalidad, acceder a escenarios de poder. Ojalá, entre dos males, sea esta la opción ganadora el próximo 15 de junio.

En todo caso, con mi voto que no cuenten, pues no puedo validar con el mismo el púrpura del desastre (en sus dos matices) como tampoco el blanco de la inutilidad (consecuencia de su limitada consagración legal, pues hasta donde he leído no contempla alternativas de poder en caso de ganar). Creo que no habrá paz alguna, ni con Zuluaga ni con Santos, pues, así gane Santos y se mantenga el proceso en Cuba, no existe en la derecha colombiana (ni en la extrema ni en ninguna otra) voluntad política alguna para pensar y poner en marcha un país distinto, con los cambios radicales y sustanciales que se requieren en términos de dignidad humana y de equilibrio social, y no en términos de mayor autocracia como el “país distinto” que ofrecen cínicamente Uribe y Zuluaga. No puedo tampoco dar mi voto por una manera de gobernar que peca de lo mismo que nos ha maltratado durante tantos años, que engorda con costosas nóminas paralelas el sector público mientras paga pírricos salarios a los funcionarios de planta, que no ha dado pruebas concretas de fortalecer la negociación colectiva en el sector estatal, que se apodera de las entidades y las embadurna de corrupción y clientelismo hasta más no poder, y que, como si fuera poco, pone al frente de las mismas a personas abiertamente contrarias a su Misión y Visión para que las manejen a su amaño, acosen y persigan a los trabajadores y las conviertan prácticamente en patrimonio familiar. Hablo de cosas cercanas para no hablar de cosas más graves.

Entonces, ¿a qué paz nos referimos?; ¿cuántos de los que votaron y piensan votar nuevamente por la paz, están dispuestos a respaldar lo que las FARC sensatamente y con mucha razón proponen?; ¿cuántos de los que creen ahora en la paz estarán prestos a concederle a las FARC respeto e igualdad de condiciones para que hagan parte activa de la sociedad civil y del establecimiento?; ¿de qué paz hablamos si las prácticas politiqueras van en ascenso en lugar de decrecer?; ¿podrán las FARC -si son serios sus argumentos y están dispuestas, como dicen, a defenderlos hasta el final- someterse a un sainete y a una derrota de tal magnitud?

Por lo pronto, nosotros ya perdimos. Perdió Colombia. Perdió la posibilidad de una paz auténtica y  creíble. Y no hay nada que por ahora se pueda hacer. “La lucha no tiene fin” decía mi padre en un texto poético que escribió el 1° de mayo de 1970 y que bella y dolorosamente tituló “Manifiesto al Amanecer”.

Así que señores de las FARC -ustedes que han sido y continúan siendo los grandes motivadores de la votación uribista-, deberían ir cogiendo sus morrales e internarse lo más pronto que puedan en las montañas de nuestra amada Colombia, pues, como lo advirtió el hoy victorioso candidato y casi seguro ganador de la segunda vuelta, tendrán sólo ocho días de plazo una vez asuma su mandato. Y como esta gente no es de fiar, es mejor empezar a compartimentarse desde ya, como lo saben hacer y lo han hecho durante cincuenta años de guerra de guerrillas. Al fin y al cabo, ¿qué importa que transcurran cincuenta años más de totalitarismo estatal con el pueblo raso sumándole muertos, de lado y lado, a tan honorable guerra, si gran parte de los colombianos que salen a votar se muestran partidarios de que prosiga el desconcierto de las armas? Que se jodan todavía más las nuevas y futuras generaciones de colombianos. Y que Dios los perdone, porque la historia no lo hará. Entre tanto, oremos para que las FARC se desvanezcan algún día por sí solas…

Quienes gustan de hacer análisis electorales un tanto alegres, es bueno que tengan claro que los votos de Clara no son todos del PDA y que incluso militantes del PDA ya han manifestado su intención de abstenerse de votar en la segunda vuelta presidencial. Y esto que pasa por acá a fuerza de principios, es probable que no ocurra tanto por allá, pues así como difícilmente los blancos le pondrían color a su bandera (hasta es posible que aumenten, si bien nada pasará con ellos, pues ya se anuncia que ni aun ganando se repetirán las elecciones) conservadores y verdes bien podrían movilizarse, en buena parte, hacia el impotable y embustero Centro Democrático. No todos tienen claro lo que tiene claro la senadora electa Claudia López: que Uribe es peor que Santos. Lo es al menos en el actual contexto, pues es preferible que el proceso de paz se mantenga a que se suspenda provisionalmente el 7 de agosto (definitivamente en realidad, pues lo que pretende Zuluaga es para jugar con bobos, y las FARC, ya lo sabemos, de eso no tienen ni un pelo). En todo caso, lo que ocurra será sin mi voto. Al fin y al cabo, el mismo de nada serviría, ya que lo que va decidir quién será el próximo Presidente no es el proceso de paz en sí, sino el proceso de paz con las FARC, y no hay que romperse mucho la cabeza para saber hacia qué lado se inclina la balanza cuando estas cuatro letras están de por medio.

Con Zuluaga de Presidente, volveremos a vivir la tragicomedia URIBE-SANTOS, pues, ante la inevitable y creciente polarización del conflicto, un Presidente que tiene responsabilidades con todos los colombianos y no solo con quienes lo eligieron, tendrá tarde o temprano, si quiere “gobernar como se debe”, desprenderse de su ilegal titiritero, quien no tardará en emputarse ni vacilará al acusarlo de traidor mientras se busca otro majadero para la siguiente campaña presidencial. Alguien que le ayude a sostener el ego de su poderoso infierno personal. Eso pasó con Santos, eso pasará con Zuluaga. Y así sucesivamente.

Sé que, no obstante, muchos colombianos votarán a conciencia por Santos pensando en el presente y futuro de la paz, en contra incluso de sus más profundas convicciones. Lo valoro y comprendo, y de alguna manera, de corazón, estoy con ellos. Ojalá ganen y que posturas como la mía sean minoritarias. Solo espero que valoren y comprendan también que en tiempos de crisis es necesario preservar valores innegociables para que cuando llegue la paz (si es que llega) tengamos con qué impulsarla dignamente por el camino correcto. Además de lo que ya he expresado para no hacerlo, votar por Santos por votar contra Uribe no deja de inquietarme moralmente, pues parecería que muchos proceden más por un odio visceral e irreflexivo que se parece mucho al que experimenta el malsano personaje que lo provoca. Y en tal sentido, debo preguntarme: ¿en qué quedamos?; ¿el fin (llámese derrotar a Uribe o salvar el proceso de paz) justifica, en este caso en particular, los medios que representa Santos y su vistosa reelección con todo lo que implica en detrimento de otras materias tan cruciales como la paz misma?

Vuelvo mejor a mi padre, Enán Burgos Perdomo, para decirle que, así siga extrañándolo luego de transcurridos veintisiete años de ausencia, me tranquiliza saber que no está por aquí teniendo que vivir nuevas decepciones con dolor de patria. El 21 de diciembre de 1970 escribiste para la historia lo siguiente:

“Despierta, mi Colombia! Yo lo dudo!
Tu pueblo, analfabeto y tan cautivo,
vejado, agradecido sin motivo,
sigue quieto, conforme, sigue mudo”.

Y mientras cierro esta nueva y triste página política, mientras me voy tarareando mentalmente aquel sabio estribillo que Rubén Blades inmortalizó en su álbum “Maestra Vida” (“déjenme reír, para no llorar, déjenme cantar pa’ que la pena no duela tanto”), lamento tener que informarte, querido e inolvidable padre mío, que todo sigue igual. Que tu duda y la mía coinciden irremediablemente. ¡Qué digo igual!: ¡Hoy día, es PEOR!               



FBA

sábado, 24 de mayo de 2014

¡AY DOBLE MORAL!
LA ENFERMA COLOMBIA DE TODOS LOS DÍAS…

Lamentable lo ocurrido en Fundación-Magdalena. Lamentable que vía Twitter un estudiante de Derecho en Ibagué haya trinado varias veces burlándose de la tragedia y arremetiendo igualmente contra los colombianos oriundos de la Costa Atlántica. Pero lamentable es también que muchos de los que critican al irresponsable estudiante, no se miren la legaña en el ojo propio cuando diariamente postean toda suerte de ofensas, estupideces y barbaridades en una red social de cobertura mundial como es, sin duda, la de Facebook. Y peor todavía, si algunos de ellos posan de poetas y de escritores en cuanto festival o evento enroscado se les presente (los pagos de favores a que nos tienen, sin pudor alguno, acostumbrados: el yo te invito, tú me invitas). Los hay. Los he visto. Los he leído. Y hoy arribo a la plena nitidez del sublime mal: los he padecido. Pendejo que es uno. Uno de ellos, uribista furibundo que no baja de maldito a cuanto funcionario público incómodo o ciudadano contradictor se le atraviese. Y el otro, un renombrado y odiado poeta al que le apesta todo lo que le huela a chavismo, castrismo o a guerrilla a la colombiana. De seguro, este último tendrá sus razones (del mismo calibre que las que dimensiona contra la podrida élite cultural del país), pero no tantas ni tan fuertes como para justificar que hoy engrose las filas del uribismo más retorcido y recalcitrante. ¿Todo un intelectual en esas? Ni modo: es Colombia, una curiosa nación en la que el arte tiene también sus sostenidos y sus bemoles. Como la música, que también se encuentra en cuidados intensivos.

Así pues, el lenguaje se ha degradado hasta simas impensables, y si de penalizar ética o jurídicamente se tratara, habría que judicializar a más de uno de los tantos que escriben semejantes agobios y hasta elogios ridículos en las redes sociales sin medir las consecuencias de sus fáciles y alígeras palabras. Nada se piensa. Nada se sopesa. Todo el mundo dispara. Todos dan en el blanco.

Se acabó la vida privada. Se perdió la cotidiana intranquilidad. Se fregó el recomendable anonimato. Hoy impera el muladar de la falsía, la calamidad del protagonismo. Hacerse notar, mostrar cada cual su “arte”, una y otra vez, repitiéndose sin cansancio, en procura de quién sabe qué congelados beneficios. Aplausos y más aplausos. Hipocresía y más hipocresía. Mediocridad rampante, gusanosa perplejidad. Y todo eso ocurre en una virtualidad espantosamente estéril y superficial, que precisamente, en virtud de su poder masificador, termina convirtiendo en momentáneo todo aquello que rebose en su mentira. Hasta la belleza de una poeta que prefiere plantar en ella sus exóticas poses y no sus más desesperanzadores versos. De ahí la profusión con que estos seres informáticos gustan de mostrar lo que se comen, de anunciar próximos destinos, de publicitar su pequeño y patológico éxito. Y toca extrañar entonces aquellos atrasados tiempos en que no sabíamos cómo pero nos encontrábamos, toda esa triste felicidad que nos unía y nos calmaba, cuando vivíamos relativamente a salvo de los medios de incomunicación y, sobre todo, de la torpe facilidad de un avance tecnológico que aumenta y profundiza cada vez más las crisis y los desencuentros.

Y para colmo de males, la actual campaña presidencial nos tiene al borde de la locura o del suicidio. Porque vivir en un país que acumula más de doscientos años de angustiosa desigualdad, en medio de republicanas injusticias, de guerras civiles interminables, de violencia multipropósito, y que, además, legitima electoralmente su desgobierno a punta de politiquería, clientelismo, desvergüenza, delito y corrupción, es hoy por hoy una verdad que duele demasiado. No es tiempo, pues, de proseguir sufriéndolo sin hacer nada, es el momento de aspirar a un cambio social significativo, erradicando del todo la cómoda y cobarde indiferencia.

Empero, ¿qué diablos hacer?, ¿hacia dónde canalizar esta rabia inmensa que nos perfora el alma, esta impotencia creativa que pide a gritos siquiera un poco de verdadera paz? Todos los días se polariza más este infierno y toca apelar, por tanto, al único recurso que nos queda para sobrevivir a males que no se agotan y que, por el contrario, aumentan y se exasperan: este desahogo entre benéfico y dañino, tan inútil pero a la vez tan provechoso.

Nuevamente la derecha colombiana –responsable de la gran catástrofe nacional-, en sus dos vertientes hoy mayoritarias se rasga las vestiduras, se acusan recíprocamente, se sacan, sin estupor alguno, los trapos sucios al sol. Un infierno provocado con apoyo de serviles medios masivos para hacer olvidar el real problema que nos azota: ellos mismos, todos ellos que, más allá del apetito de máximo poder y de sus falsas y convenientes disputas, jamás estarán del lado de los débiles y necesitados. Ya se sabe: sus intereses de clase no están en juego. Que se jodan otros, los mismos que se pelean y se matan en las redes defendiendo y atacando lo que a fin de cuentas no es lo que debiera atormentarlos. La clase media colombiana naufragando todavía en la imbecilidad de sentirse parte del ponqué. Ni antes, ni ahora, ni nunca lo será. Aunque siga el oportunismo haciendo de las suyas.

Callejón sin salida. En eso andamos por estos días los colombianos de espíritu crítico y pulso independiente. La abstención no cambia nada, el voto en blanco no alcanza a contrarrestar los efectos de su legal inutilidad, la izquierda nada que se logra poner de acuerdo y detrás de su mampara democrática y electorera terminó siendo más de centro y hasta de derecha con iguales o peores escándalos en materia de corrupción. Rojos y azules siguen, aunque disfrazados y dispersos, en las mismas. Y con el POLO cualquier esperanza se esfuma al advertir en su interior, especialmente en sus sectores mayoritarios, secuelas aún vigentes de quienes por muchos años han sacado provecho del burocratismo sindical.

Y como no están un Carlos Gaviria ni un Gustavo Petro en la baraja (confieso que aunque he navegado preferentemente en las aguas de la abstención, llegué a votar por Petro en la pasada campaña presidencial y lo volvería a hacer, siempre y cuando no sigan en ascenso sus errores políticos y sus contradicciones inaceptables; y no por progresismos, sino por estudiada y desprendida convicción), sólo queda Clara López, al margen del partido que la respalda, para pensar al menos en un voto digno y consecuente, en un modelo de desarrollo económico radicalmente contrario al imperante –ese mismo que cogió más vuelo a partir de los años noventa del pasado siglo mientras nos comíamos el cuento de la revolucionaria Constitución de 1991-. Pensar entonces en la posibilidad de un nuevo rumbo, como el que la doctora Clara, con interesante y atractivo apoyo del PC y de la UP, nos ofrece.

No ganará. Por supuesto que no ganará. Es imposible en un país como el nuestro en el que el individualismo y la competencia están tan arraigados, en el que la juventud (formada para deformar) le apuesta miserablemente al continuismo, en el que se imponen con descaro los politicastros y saben cómo hacerlo, siendo después aplaudidos y agasajados por lacayos que degustan sus migajas. Pero es preferible creerle a Clara López que acostarnos el domingo y levantarnos el lunes con la indignidad de haber votado por lo malo para tratar de detener lo peor. Lo uno y lo otro son la misma cosa. Lo han demostrado hasta la saciedad apelando a idénticos métodos y personajes: basta mirar la recua de abogados y de asesores que actúan como contrapartes, los cuales perfectamente podrían cambiar de bando sin dilemas éticos de  ningún tipo; para no hablar de que lo uno y lo otro son amantes del bombardeo indiscriminado y no tienen reparo alguno en mostrarse felices, impecables e implacables al lado de sus humanamente ensangrentados trofeos de caza (de esa guerra que se niegan a reconocer).

Trágico y muy triste destino el nuestro, que por un más que justificado sueño de paz tengan los buenos ciudadanos que sacrificar principios optando por fórmulas que tampoco los representan (bien sea mañana o en segunda vuelta). Pero como están las cosas, es mejor que ni me lean, pues no quisiera ser el responsable de que cambien de opinión en detrimento, quién sabe, de un mejor futuro para las nuevas y siguientes generaciones de colombianos. Solo que la tan anhelada paz no se va a lograr con la desmovilización de las FARC mientras permanezcan intactas las causas que generan el odio y la violencia entre los colombianos. El Mesías que anda por ahí no dejará de perturbar y de favorecerse, próximamente con senatoriales dividendos, y continuará igual, señalando cínicamente la impunidad ajena sin darse por enterado de la suya propia. Doble Moral la de esta Colombia enferma y despiadada que permite que una venganza y un embeleco se apropien de argumentos atractivos para domeñarla a su antojo y mantenerla absolutamente idiotizada.

¿Y Dios? Ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven ven, ven ven… no tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven. Y aprovecha también para liberarte, cuanto antes, de tanto farsante que utiliza a tu Padre hasta para brillar en oscuros concursos y festivales…

Estamos, en verdad, jodidos. Y en medio de tanta rutilante hediondez no sé si este 25 de mayo encuentre las fuerzas necesarias para salir de casa en pos de apoyar, con mi voto solitario e imparcial, la candidatura de Clara López a la Presidencia de Colombia, que es por la única que me atrevería a hacerlo. Lo intentaré. Lo prometo.

Vaticinar la debacle que se avecina no es nada difícil: me temo que la extrema derecha colombiana volverá a regodearse en su eterno poder, mientras lo que llaman pueblo seguirá per sécula seculórum transitando el oprobioso camino de su autodestrucción. De cumplirse este nefasto pronóstico, no dudaré en renunciar a la ciudadanía colombiana (jamás a la sinuana) y en demandar asilo moral en algún pequeño, ignoto o lejano país donde aún se cultiven y se valoren la dignidad y la utopía. Si es que lo hay.

Saludo cordial, ¡y sano juicio Colombia!, ya es tiempo de que cambies de destino. Cuán grande sería poder dormir mañana sabiendo que un nuevo cielo empieza a despejarse para todos, sobre este bello pedazo de tierra que tenemos la fortuna de habitar y de, por qué no, de aquí a unos pocos años, compartir en paz.   


FBA