sábado, 18 de octubre de 2014

¿ESTÁ VIVA LA POESÍA?

No sé en otros lares (me imagino que sí, a partir de notables excepciones, no de la zahúrda que pulula en redes sociales), pero me temo que en el Sinú, ¡no!, y lastimosamente, con inri más que merecido. Al menos, no en el que se muestra hoy día, ese que con Z y careta de Editorial no se corresponde para nada con el Sinú de José Luis Garcés González, de Jorge García Usta, de Raúl Gómez Jattin, de H. Galo Vurgos P., de Guillermo Valencia Salgado, de Rafael Yances Pinedo, de Enán Burgos Arango, de Joaquín Rodríguez Martínez. ¡Y de FBA! (duélale a quien le duela).

Que se diga que respiro por la herida… Me tiene sin cuidado. Que se diga que la Ira y la Indignación me motivan a garrapatear estas letras… Pues sí, grandes revoluciones han surgido de estas dos grandes hermanas del espíritu rebelde y justiciero. Y si decir estas cosas me trae cada vez más antipatías y contratiempos, bien llegados, me los merezco, debo sobrellevarlos en nombre de otros tiempos, tanto pasados como futuros, para dejar “mi constancia” contra esta bosta infame que, “poéticamente”, pretende imponernos su mediocre, perverso e irrespetuoso criterio.

Creía que Editorial Zenú y su gestor, Henry Ballesteros (me basaba en comentarios de un amigo mutuo), eran culturalmente serios, y que podíamos pensar, ¡por fin!, en nuevos bríos, en nuevos vientos poéticos y literarios. Pero no, los amiguismos y las componendas continúan vivitos y coleando. No conozco, por supuesto, a gran parte de los que han sido seleccionados en su concurso virtual de poesía (100 de 806 textos enviados), como sí conozco a algunos cuya calidad no discuto, dígase Ela Cuavas y Alonso Mercado (entrañable Director del Grupo de Teatro en mis tiempos estudiantiles en la UNICOR cuando su oficina estaba contigua a la de nuestro movimiento estudiantil de Ciencias Sociales). Pero la sospecha surge cuando, escudriñando en el listado de admitidos, veo a un par de “personajes” cuyos textos, publicados en Facebook días atrás y ahora favorecidos por tan “selecto” jurado, dejan, de verdad, y claramente, mucho que desear. Sus autores, hombre o mujer, mejor me los reservo, no vaya a ser que termine siendo yo el justo responsable de algún prematuro suicidio, o aparezca después este humilde servidor en la página judicial de “El Propio” o en la del pernicioso “Meridiano de Córdoba”, señalado como víctima mortal (a destiempo) del disparo de alguna fémina ofendida. Además, para qué mencionarlos, si lo mejor que puede pasarle a la mala poesía es que, luego del ridículo baño de popularidad que les espera a los seleccionados, los dos entuertos a los que aludo salgan victoriosos, queden entre los 60 publicables y uno de ellos hasta se asegure el botín que, en plata gringa, fue ofrecido por la editorial convocante.

Basta agregar que es fácil detectar en Internet las relaciones existentes entre algunos concursantes y quienes oficiaron de jurados, las mismas que el programa radial Cultura y Vida, dirigido y presentado por Henry Ballesteros en UNICOR Estéreo, corrobora recientemente sin dudas de ningún tipo (y ojo, no me refiero al buen logro de haber tenido entre sus invitados a Fernando Denis, un verdadero poeta de todos los tiempos). Y si no bastara con lo anterior, investiguemos entonces las tertulias a las que pertenecen, los espacios que comparten unos y otros, los viajes que han realizado juntos dentro y fuera de Colombia, y otras curiosidades por el mismo estilo. Convertir la poesía en escenario de complicidades melcochudas, no tiene ni tendrá jamás perdón de Dios (y estoy mirando para abajo).

Leo entonces en Facebook (octubre 17 de 2014) que “Editorial Zenú agradece infinitamente a los Maestros: Enrique Arroyo Villegas, José Luis Cabada Ramos, Alexis Zapata Meza y Danith Urango Tuirán por haber sido jurados durante el proceso de selección de los 100 poemas en el Concurso Editorial Zenú de Poesía”. No sé cómo puede resultar infinitamente agradecible catapultar la poesía hacia el acabose mediático, como tampoco (aunque, claro, eran las reglas de juego y, más por colaborar o por curiosidad que por otra cosa, me sometí a ellas) cómo pueda el “público de la poesía”, al buen estilo de los nocivos Reality tipo RCN y CARACOL, tener la última palabra. Si estamos escasos de “buenos” poetas (y hay que poner siempre las comillas por todo lo que ello conlleva), qué se puede esperar de la masa de votantes que, sin mayor conocimiento del intrincado y contradictorio tema, terminará decidiendo la suerte de los seleccionados por razones en su mayoría opuestas al “rigor poético”. ¿Se leerán acaso los 100 textos, los relacionarán y ponderarán entre ellos antes de apuntarle a algo así como el “me gusta” compadrón?

¡Por Dios!, no hay nada más desprestigiado en Colombia (si dejamos a un lado a congresistas y demás politicastros por todos conocidos, y sin olvidar a ciertos donjuanes y a inefables damiselas que gustan de arrogarse la gestión cultural) que los términos “MAESTRO”, “DOCTOR” y “POETA”. Cualquier Perico de los palotes hoy día lo es. Y en cuanto a la Plaga de Poetas (como yo la llamo resistiéndome valerosamente a pertenecer a ella y negándome de manera rotunda, por respeto a los que sí fueron Poetas y vivieron y murieron inmersos en la más absoluta adversidad, a que se me califique, aunque sea en buenos términos, como tal), es fácilmente identificable con solo recorrer buena parte de los grupos de Facebook que se presentan en nombre de la maltratada poesía.

No es fácil llegar a saber qué es la poesía, pero quienes quieran aproximarse a saber qué no lo es, no es sino visitar algunos de esos grupos informáticos. Los “poetas” de las redes sociales se conocen porque así se tratan entre ellos sin siquiera pensar si lo merecen o no, se desviven por aparecerse en todo tipo de festivales o encuentros y hasta se pagan pasajes internacionales, se hacen condecorar y conceden entrevistas, llevando como equipaje unos cuantos versitos de dudoso trasfondo artístico. Y si no me creen, por ahí cerca se encuentra John Better (poeta, ¡éste sí!), certero y vigilante, quien puede ilustrarnos mucho mejor al respecto (ya lo ha hecho en varias ocasiones), con plausible pericia y envidiable perspicacia.

Ahora bien, lo mínimo que se les debe exigir a los citados “Maestros” es que sean serios, que valoren el duro e incomprendido oficio de la poesía, y, sobre todo, que no se presten para semejante homenaje al pésimo gusto. Que mi texto-poema o como se le quiera llamar a “eso” (“Traer hijos al mundo” es su primer presunto verso), sea ignorado o pase desapercibido, vaya y venga, es posible y como están las cosas hasta esperable (así se lo hice saber previamente a unos amigos, anticipándome a lo que, daba por seguro, ocurriría), además porque, cuando se concursa y son muchos los participantes, hay que empezar por respetarlos a todos y ser consciente de que, en calidad (término en todo caso siempre relativo cuando es necesariamente la subjetividad la llamada a calificar), pueden llegar a superarnos, pero cuando las cosas se desbordan y se da cuenta uno de por dónde es que va el agua al molino, ahí sí, ¡ni modo!, toca destapar la olla para que el olorcito a podrido empiece a circular.

Conocí a Danith Urango Tuirán en el I Festival de Poesía y Narrativa de Santiago de Tolú (2012) que organiza Jorge Marel, lo he leído y debo decir que le profeso respeto y admiración, y precisamente por eso me extraña sobremanera que, entre 806 textos (sin incluirme, me atrevo a asegurar que hay muchos mejores) se haya inclinado por un par de esperpentos rayanos en la peor cursilería e indignos, por tanto, del espacio vilmente otorgado. Pero claro, la extrañeza se evapora cuando observo fotografías, escucho programas, detallo recorridos, asimilo loas mutuas, relaciono personas, y poco a poco voy sacando conclusiones hasta llegar a la triste realidad de que su olfato poético (¡y vaya cosa!, el de él, que es experto en versos de la más suculenta gastronomía) haya decaído hasta la sinvergonzonería del oprobioso amiguismo fotográfico. Por muy malo que sea mi texto, estoy listo para enfrentarlo, en mi voz, en lectura abierta y público adverso si se quiere, al par de embelecos que lo desplazaron y a otros de los seleccionados si a bien lo tienen, a ver quién sale mejor librado. Cuando quieran y como quieran, señores de Editorial Zenú. Ese es el verdadero concurso, ¿no creen ustedes? Yo soy malo, carajo, pero no tanto como esos y otros individuos que se las dan de poetas y se pavonean con sus bodrios por ahí, causándole enorme daño al cerebro y a la sinrazón de la poesía.

Sé de antemano que voces atípicas como la mía no son de buen recibo en esta sociedad pazguata y corrompida, mucho menos cuando acostumbro, como escribió alguna vez en su columna dominical Álvaro Bustos González luego de leer mi poemario “Cantando a Destiempo”, a decir cosas duras, y comprendo por ello que cuando decidí aventurarme con una temática de grueso calibre, nada dulzarrona, nada romanticona, nada pueril –que entrelaza a los hijos con la muerte–, estaba garantizándome el seguir escribiendo mi eliminación del mapa poético cordobés y colombiano. Confieso que hasta lo hago adrede, pues nada me gustaría más que encerrarme y apartarme por completo en el universo creativo y angustioso de lo ignoto (estoy cerca de lograrlo). Pobre de Maiakovski (y no me estoy comparando con el gigante del Futurismo ruso) si les hubiese tocado a estos “Maestros” de Editorial Zenú evaluar sus contundentes y atronadores sufrimientos.

Sin duda, haber publicado “¿Festivales o Amiguismos?” en mi blog ESCONCES Y DESTIEMPOS, y otras diatribas-verdades del mismo orden, es algo que me cobran y seguirán cobrándome los doctos del disparate poético y literario. Por cierto, ¿qué pensará el poeta Jorge Marel de que mi nombre –que él incluyó recientemente dentro de los cuatro mejores poetas vivos del Departamento de Córdoba, según su respetado y reconocido juicio, y obviamente contra mi voluntad, al lado precisamente de Danith Urango, Ela Cuavas y René Cueto, lo que me vi precisado a comentar matizando el asunto– haya sido olímpicamente excluido del parnaso cordobés por unos sabios de corto y sucio vuelo? Todos están ahí, en el listado de Editorial Zenú, bien de jurado, bien de participantes, excepto yo, así que creo, poeta Marel, que no hay más remedio que considerar que usted está bastante equivocado en lo que a mí respecta; los que son, ahí están, y este minúsculo hombre que soy yo, que pervivo orgullosamente en el aislado y perseguido universo de los que, por no apelar a bombos y platillos, no somos ni seremos jamás, tiene que conformarse y aceptar su trágica suerte, estos benéficos e interminables gajes del verdadero oficio. Y sin creernos víctimas de nada, simplemente sabedores del cumplimiento de un inevitable y doloroso destino. Pero para decirlo con otras palabras, es el precio que tengo que pagar por ser diferente, por ser auténtico, por vivir a destiempo, por no ser hipócrita, por no ser lambón. Y también por pendejo, por prestarme a estas estupideces de pompa y falsedad.

Bregar y resistir es lo que más he hecho a lo largo de mi vida en los distintos escenarios en que me ha tocado desenvolverme, y no duden de que, mientras me suene la flauta, lo seguiré haciendo, así esté ya cerca, muy cerca, como lo dije, de seguir los pasos de mi padre, Enán Burgos Perdomo, quien terminó refugiándose cuando tenía mi edad, asqueado de todo (y eso que eran otros tiempos, menos veloces y enfermizos) en la “tranquilidad” de sus cuarteles de invierno.

Si no fuera porque siento que ya voy de retirada de cualquier entramado artístico (nunca de continuar emitiendo versos y canciones sin ínfulas malsanas; y solo para mí, querido amigo Joaquín Rodríguez Martínez, ¡qué le vamos a hacer!, solo para mí, pues ya está más que comprobado que todo lo que viaja no va acompañado siempre de sentido), me dedicaría a leer, uno por uno, los poemas seleccionados, con la certeza previa de que me encontraré con otras desagradables presencias. Otro par de nombres de los que conozco me llevan a pensarlo así, sin temor alguno a equivocarme. Pero bueno, dejemos más bien que Editorial Zenú y sus tan adulados “Maestros”, a la cabeza de Danith Urango, sigan haciendo la fiesta del mierdero poético (¡con perdón de la Mierda, que merecerá siempre mis respetos!) como les parezca. ¡Sálvese quien pueda!

Saludos,

FRANCISCO BURGOS ARANGO
(FBA)


Montería, 18 de octubre de 2014 (sábado)

viernes, 10 de octubre de 2014



DESPUÉS DE UN FESTIVAL DE POESÍA, texto que forma parte del poemario CANTANDO A DESTIEMPO, de FBA, publicado en 2010 por PLEAMAR EDICIONES. Aquí, un audio casero (voz del autor). Saludos,

FBA