Finales felices: ¿Los hay acaso?
Una exquisita novela del escritor y profesor
universitario Sergio Ocampo Madrid (“El hombre que murió la víspera”, publicada
en 2011). A partir de algunas similitudes existenciales y librescas, llego a la
dolorosa conclusión de que se me adelantó el hombre de letras medellinense en
torno a un asunto que vengo mascullando desde hace algo más de cuatro décadas.
En fin, eso me pasa por estar meando fuera del tiesto. En todo caso, me
satisface saber que ya está escrita, y por una pluma mucho más ilustrada y persistente.
La recomiendo entonces, para que la disfruten (si es que se puede; al menos
estéticamente no dudo de que sí). No se me salvará de todos modos esa vital
compañera de mis preocupaciones literarias una vez termine de escribir mi
último poemario de estos tiempos para retomar (ya sin salida) un viejo
compromiso con la narrativa.
Muchas ideas, reflexiones, frases y hasta párrafos
enteros que ameritan resaltarse. Algunas de ellas: “La muerte es un hecho
biológico antes que nada, como comer, tirar, soñar, cagar. Lo que pasa es que
solo ocurre una vez y es definitiva”. “Aunque casi nadie lo entienda, es un
momento tan estelar de los seres, tan íntimamente bello e irrepetible, que su
fragancia es una sinfonía de sensaciones, casi siempre opacada por la cosmética
del ceremonial con sus aceites, flores e inciensos”. “Era un aroma con entidad
y había que olfatearlo con algo más que la nariz, pues olía a lo que huele la
vida, pero por el revés. Era una sensación amable pero imposible de traducir”. “Allí
estuvo unas horas imprecisas, muchas para un muerto que no cree en la eternidad,
pocas para un muerto que perdió la ilusión de renacer”.
En fin, el Amor y la Muerte, los dos grandes temas de
la Poesía según X-504, siempre y cuando el primero -nos advierte en su “método
fácil y rápido para ser poeta”- esté íntimamente amarrado con el segundo.
Y sin romanticismos obvios y baratos, por supuesto
(digo yo acá, entre bambalinas).
Voy, pues, en pos de “Limpieza de oficio” (publicada
en 2013), que anunciara su autor en un par de páginas de “El hombre que murió
la víspera”.
Sergio Ocampo Madrid, cazador de historias surgido del
periodismo y claramente desligado del “debate anquilosado de lo urbano como
única clave para superar el tropicalismo del realismo mágico”. Así se expresaba
en entrevista publicada por Gustavo Tatis Guerra en El Universal del 29 de mayo
de 2011, en la que también manifestó: “Tengo tres líneas conscientes de
trabajo en lo que escribo. La primera es el lenguaje. Me gusta que sea sonoro,
que sea estético además de funcional, pero siempre esquivando el riesgo del vocablo
rebuscado o el sinónimo gratuito. Lo segundo es la apelación a elementos
fantásticos, sin caer en lo real maravilloso. Este punto nace de una plena
convicción de que la vida de los hombres y las mujeres está llena de magia, de
sorpresa, de coincidencias y señales. Lo tercero es que me encantan las
alegorías, algunas simples y otras complejas. Me gusta que bajo el texto repten
significados y simbolismos que los lectores puedan desentrañar”.
Saludos,
FBA