jueves, 7 de enero de 2016

PARA LOS QUE GUSTAN (COMO EL SUSCRITO) DE LOS TEMAS FÚNEBRES Y SIN FINAL FELIZ, MATIZADOS, NO OBSTANTE (O DEBIDO A ELLO), POR CIERTO TUFILLO ESPERANZADOR DE LA SIEMPRE OSTENTOSA VIDA...
 
Finales felices: ¿Los hay acaso?
 
Una exquisita novela del escritor y profesor universitario Sergio Ocampo Madrid (“El hombre que murió la víspera”, publicada en 2011). A partir de algunas similitudes existenciales y librescas, llego a la dolorosa conclusión de que se me adelantó el hombre de letras medellinense en torno a un asunto que vengo mascullando desde hace algo más de cuatro décadas. En fin, eso me pasa por estar meando fuera del tiesto. En todo caso, me satisface saber que ya está escrita, y por una pluma mucho más ilustrada y persistente. La recomiendo entonces, para que la disfruten (si es que se puede; al menos estéticamente no dudo de que sí). No se me salvará de todos modos esa vital compañera de mis preocupaciones literarias una vez termine de escribir mi último poemario de estos tiempos para retomar (ya sin salida) un viejo compromiso con la narrativa.
 
Muchas ideas, reflexiones, frases y hasta párrafos enteros que ameritan resaltarse. Algunas de ellas: “La muerte es un hecho biológico antes que nada, como comer, tirar, soñar, cagar. Lo que pasa es que solo ocurre una vez y es definitiva”. “Aunque casi nadie lo entienda, es un momento tan estelar de los seres, tan íntimamente bello e irrepetible, que su fragancia es una sinfonía de sensaciones, casi siempre opacada por la cosmética del ceremonial con sus aceites, flores e inciensos”. “Era un aroma con entidad y había que olfatearlo con algo más que la nariz, pues olía a lo que huele la vida, pero por el revés. Era una sensación amable pero imposible de traducir”. “Allí estuvo unas horas imprecisas, muchas para un muerto que no cree en la eternidad, pocas para un muerto que perdió la ilusión de renacer”.
 
En fin, el Amor y la Muerte, los dos grandes temas de la Poesía según X-504, siempre y cuando el primero -nos advierte en su “método fácil y rápido para ser poeta”- esté íntimamente amarrado con el segundo.
 
Y sin romanticismos obvios y baratos, por supuesto (digo yo acá, entre bambalinas).
 
Voy, pues, en pos de “Limpieza de oficio” (publicada en 2013), que anunciara su autor en un par de páginas de “El hombre que murió la víspera”.
 
Sergio Ocampo Madrid, cazador de historias surgido del periodismo y claramente desligado del “debate anquilosado de lo urbano como única clave para superar el tropicalismo del realismo mágico”. Así se expresaba en entrevista publicada por Gustavo Tatis Guerra en El Universal del 29 de mayo de 2011, en la que también manifestó: “Tengo tres líneas conscientes de trabajo en lo que escribo. La primera es el lenguaje. Me gusta que sea sonoro, que sea estético además de funcional, pero siempre esquivando el riesgo del vocablo rebuscado o el sinónimo gratuito. Lo segundo es la apelación a elementos fantásticos, sin caer en lo real maravilloso. Este punto nace de una plena convicción de que la vida de los hombres y las mujeres está llena de magia, de sorpresa, de coincidencias y señales. Lo tercero es que me encantan las alegorías, algunas simples y otras complejas. Me gusta que bajo el texto repten significados y simbolismos que los lectores puedan desentrañar”.
 
Saludos,
 
 
FBA