lunes, 30 de marzo de 2009

Hermosa y necesaria canción de Adrián Villamizar, interpretada por él en compañía de Mancel Cárdenas quien toca la guitarra. Autor también de "La esquina" y "Te debo una canción", ambas canciones grabadas por Iván Ovalle. En el 2008 estuvo peleando primeros puestos en el concurso de canción vallenata inédita del Festival de la Leyenda Vallenata (Valledupar) con la canción titulada "Identidad". Compositores como Adrián Villamizar nos devuelven la esperanza en la posibilidad de darle al vallenato vientos de renovación que lo dignifiquen textual y poéticamente.

FBA

viernes, 27 de marzo de 2009

DESOPINIÓN VALLENATA:

La encuesta que aparece en la Web de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata corrobora, sin duda, lo que ha venido ocurriendo con los festivales de música vallenata o de acordeón en la Costa Atlántica colombiana. De 502 votantes (hasta marzo 26/09 11 p.m.) sólo a un 6.77% de ellos le interesa presenciar los diferentes concursos mientras el porcentaje de quienes se inclinan por los foros académicos es aún menor (1.99%). Ni siquiera las parrandas vallenatas le ganan a los espectáculos que se realizarán en el Parque de la Leyenda Vallenata (28.09% contra 63.15%). Y si en el Valle llueve, por La Guajira y en los festivales sabaneros no escampa. La tendencia es clara: cada vez interesan más los grandes espectáculos en detrimento del folclor que nos convoca. Y espectáculos a todo dar, con artistas nacionales e internacionales de renombre, y por cierto, mientras más distantes musicalmente del vallenato mucho mejor. Y si se pueden manejar haciendo de ellos un lucrativo negocio ni se diga: ¡lo oficial y lo privado en íntima confabulación!

El periodista Luis Alandete, de amplia trayectoria en presentación de festivales y de grupos vallenatos, lo dice sin ambages y con privilegiado conocimiento de causa: “… lo peor de todo es que esta circunstancia está opacando la parte folclórica, ya que la gente no está pendiente de los participantes, ni pregunta quiénes se inscribieron, sino de los conjuntos o artistas que contratan”. Hernán Baquero Bracho lo confirma refiriéndose a los festivales que se realizan en La Guajira: “En el de Cuna de Acordeones, es más importante la figura del Presidente de dicho Festival y del Consejo Directivo que el mismo Festival en sí. La esencia ya casi no son los concursantes, sino los espectáculos…”.

Así pues, los concursos, en tanto esencia de los festivales, han pasado a un segundo plano, convirtiéndose en mero pretexto para montar espectáculos que sirven muchas veces de plataforma política a diversos personajes y perfuman el ego de unos cuantos en lugar de estimular la promoción de nuevos intérpretes y compositores. A la crisis del vallenato, derivada de la estupidez comercial lamentablemente en boga y aplaudida por la publicidad y el culto obediente de algunas emisoras, se suman los compositores truculentos y llorones que siguen, por conveniencia, el juego de la mediocridad, y, por supuesto (no podían faltar), los distintos festivales vallenatos, dentro y fuera de nuestra Costa, que han hecho y vienen haciendo de este hermoso folclor una peculiar puesta en escena de la gran farsa que, en verdad, los identifica.

Interesante, sin embargo, el hecho que acaba de producirse en el preámbulo del 42° Festival de la Leyenda Vallenata que se llevará a cabo en Valledupar-Cesar del 28 de abril al 2 de mayo de 2009. Me refiero al taller teórico-práctico para jurados de festivales de música vallenata. Bastante falta les hace a los distintos concursos contar con jurados competentes y capaces de sobreponerse a las insufribles roscas de siempre, cuando no a otro tipo de presiones o al pago recíproco de favores. Pueda ser que ahora que la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata se encuentra, por así decirlo, en el ojo del huracán, aprovechen sus miembros y directivos para repensar positivamente el curso del Festival, frenando excesos y corrigiendo equívocos sin dejarse llevar, eso sí, por el resultado preocupante de encuestas como las que relaciono en el primer párrafo de este artículo. Educación y folclor: ¡he ahí otra ecuación pendiente de cara a un verdadero progreso cultural!

Rosendo Romero puso ya el dedo en la llaga con su ponencia en el taller que menciono al plantear, con respecto al concurso de la canción vallenata inédita, que las obras sean entregadas con seis meses de antelación para el estudio de su letra y su música, a fin de que no se limiten solamente al tema del certamen de turno. Muchas más cosas habría que decir al respecto pero por algo hay que empezar. No es un secreto que muchos compositores viven ahora a la caza de los premios que, ante el boom festivalero, han aumentado en cuantía. De ahí que se componga para los festivales con la misma lógica del compositor comercial: vender, competir, intrigar, acomodarse.

Canciones del alma, realmente sentidas, poética y textualmente novedosas… pocas. Y la trampa, obviamente, hace parte de este embeleco musical cuando algunos compositores se ponen de acuerdo y establecen una especie de sociedad burlesca y oportunista para estar en cuanto festival puedan, ingeniándose la manera de participar con varias canciones. Una misma canción puede circular (ajustando la letra) por varios festivales hasta ganar, incluso, a nombre de otra persona. La plata justifica éste y otros desmanes bajo la complicidad de organizadores que entran en la repartición de la torta infame. Modus vivendi, sin duda, más propio de traficantes que de artistas.

No deja de ser tampoco reprochable que compositores comerciales se den el lujo de ganar festivales con canciones de mejor factura y a la hora de las grabaciones se olviden de ello. Van a los festivales para contrarrestar, con ese mínimo de vergüenza y contentillo, las justas críticas que se les hacen, pero el estercolero sentimental, al tiempo de entregar canciones, los delata y apasiona. Es en todo caso peligroso para el folclor que este tipo de compositores encuentren eco y espacio en eventos llamados a reivindicar la dignidad y vigencia del vallenato, pues tarde o temprano sus versos insulsos, sus melodías aparatosas y sus ritmos falsamente alegres podrían apoderarse por completo de la fiesta.

Muchas expectativas trajo consigo el Primer Festival Francisco El Hombre de Riohacha. Pero a juzgar por la canción inédita ganadora (VOY A QUERERTE: de la autoría de José Iván Marín e interpretada por Héctor Arturo Zuleta y Luis José Villa en el acordeón) no es bueno, a mi juicio -al menos en este aspecto-, el balance de dicho evento.

Bien, no es más por ahora. Me queda aún pendiente el comentario crítico sobre el trabajo de Jorge Celedón… Y ya están en mente, para el mismo fin, Fabián Corrales, Peter Manjarrés y, si es que algún día sale, la producción musical de Diomedes Díaz, a quien, dicho sea de paso, percibí musicalmente muy mal (sin voz, sin medida, sin fuerza) durante presentación reciente en tarima al lado de Poncho Zuleta…

Amanecerá y veremos. Saludo vallenato,

FBA

viernes, 6 de marzo de 2009

Sobre el poemario de José Luis Garcés González, “Sombra en los aljibes”:

Degusté “Sombra en los aljibes” frase por frase, verso a verso. Particularmente, encontré afinidades temáticas frente a las cuales me declaro cómplice y solidario. Por ejemplo, “quien quita que cualquier día construyas tu canción”. O: “Vive solo. Húndete solo. Trata de ser el dueño de tu propio naufragio”. Intuyo, además, en “La vida verdadera” una apuesta muy válida por la soledad de la poesía que, en “La ignición de la memoria”, retoma las aguas profundas del silencio, ese silencio “que todo lo hace grande y doloroso”.

Pero hay más. Muchos más versos vitalmente contagiosos: el poeta no sólo se sumerge en aguas profundas, sino también en la noche de la que procede y a la que, sin duda, regresará. Y se sumerge, por supuesto, ileso, “cantando entre residuos y reproches”. Como debe ser.

“Sombra en los aljibes” es un texto que deja un buen sabor en la boca. Ahí están también las canoas y tinajas de nuestro Sinú ancestral, las alboradas festivas aplaudidas por los muertos, las iguanas y mangos de una tierra que dejó de beber en la utopía, la música de un río inolvidable al que “decidieron sacarle electricidad de sus entrañas y quedó convertido en una lánguida promesa”. Un creativo dolor al que me sumo desde la trivialidad de la distancia…

Sin embargo, “Fidelidad” y “Preguntas a una mariposa vieja” son, por alguna extraña razón, mis favoritos. No puedo, en todo caso, escapar de la poesía donde se refleja la conciencia social y política del poeta, y que, a mi juicio, se sobrepone a la injustificada prevención artística que ve en ello un atentado contra la pulcritud formal del verso. Como diría el poeta de origen brasileño Eduardo García, romper el verso atreviéndonos a arriesgar es algo que aprecia muy latinoamericano y saludable en pos de lo que él llama “la vida nueva”.

Pues bien, no me cabe duda de que haciendo a un lado los intolerables elogios las palabras cantadas de José Luis “quedarán intactas y serán eternas”. Su trágico cuchillo contra la injusticia; sus preocupaciones pedagógicas; las breves armonías que secundan su queja en torno a la patria, la guerra y la muerte, y, por último, el amor y esas queridas ausencias nos convidan de una manera original a ser lo que se es sin olvidar otro saldo más de la vieja alegría: el yo que se reconoce cercado por su propia canción.
FBA