miércoles, 28 de enero de 2009

UN DECIMERO FUERA DE SERIE

Si decimos, a secas, “Homenaje a la Chucha”, muchos relacionarán enseguida una serie de versos cantados a capela que circulan en Internet y que son usados, incluso, como ringtones por empresas de telefonía celular. Muy pocos, lamentablemente, sabrán que el homenaje a tan distinguida dama es obra de un excepcional poeta y decimero oriundo de San Joaquín-Mahates-Bolívar (Colombia), quien se desempeñó por espacio de quince años como Inspector de Trabajo del Municipio de Sahagún (Córdoba-Colombia), hasta el día de su muerte, acaecida en Cartagena de Indias el 16 de septiembre de 2006 cuando, incapacitado, se recuperaba de un derrame cerebral que le sobrevino en tarima acabando de interpretar su décima titulada “El mango”.

Me refiero, por supuesto, al doctor Alejandro Martelo Escobar. Estamos en mora (los cordobeses también) de reconocerle a Alejandro Martelo la dimensión que realmente se merece. Es claro que la obra que arriba menciono (hoy en versión champeta) no desfavorece para nada a la hora de examinarse como un todo la riqueza cultural de su autor, quien se dio, además, a la tarea de dejar para el disfrute popular otras estrofas de similar ardentía, con el picante y la gracia que solía imprimirle a sus ocurrencias, y que, escuchadas de su poderosa voz, resonaban larga y silenciosamente con toda la belleza inconfundible de su estilo.

Pero Alejandro Martelo fue más, mucho más que su “Homenaje a la Chucha”: un lírico descomunal que supo cantarle al amor, a la naturaleza, a la amistad y a los distintos avatares provincianos con un sentido universal y humano digno de grandes hazañas literarias. Por su pulido verso desfilaron sujetos que se hicieron acreedores del exquisito humor vengativo que artísticamente lo acompañaba, y sobre la décima misma -a la manera de los mejores maestros-, nos dejó reflexiones críticas y autocríticas de valor incalculable. Daba gusto oír sus eruditas introducciones antes de cantar o declamar una décima, esta composición poética de diez versos octosílabos a la que dedicó sumos esfuerzos y metrallas por los caminos de los españoles Vicente Espinel y Francisco de Quevedo. Gran repentista, improvisaba a sus anchas sin mezquindades ni egolatrías, impregnado de sencillos valores que urge recomendar a tantos músicos y artistas de postín que a la hora de la verdad es poco o nada lo que tienen de imperecedero.

Compositores como Martín Madera (quien derramó conmovedoras e interminables lágrimas el día de su entierro) y escritores de la talla intelectual de Daniel Samper Pizano se ocuparon, en su momento, de este decimero inigualable, sin olvidar su cercanía con el mundo vallenato donde también llegó a ser conocido y respetado por diversas personalidades de este folclor. Murió en plena batalla por la autenticidad de la poesía cuando su producción -vastísima pero a la vez inagotable- tenía todavía mucha vida reservada. Sus deudos (de sangre y culturales, entre los que me incluyo) tienen el enorme compromiso de publicar, en medio impreso, una obra poética llamada a abarcar espacios de mayor amplitud, a fin de que aquello que se cultivó y creció entre festivales, tertulias y parrandas reciba el homenaje integral y el reconocimiento general que su autor amerita. El legado de este monstruo del canto popular (que da para varios tomos según me he podido informar: entre 12.000 y 15.000 décimas) está a la espera de ser ampliamente divulgado.

Compartí con el doctor Martelo inolvidables momentos donde su poética primaba en medio de la sincera admiración de sus amigos, pese a que no faltaban oscuros individuos incapaces de toda consideración artística, que únicamente reclamaban del decimero las décimas que se prestaban -sin tener en cuenta su valor poético intrínseco y contextual- para la jocosidad y la recocha. Pero como él mismo lo precisara alguna vez, ya para el 2002 contaba con treinta y tres años de experiencia dedicados a la investigación, escritura y canto de la décima. Tuve la oportunidad de grabar varias de estas reuniones, recogidas en un valioso material que conservo como auténtico tesoro.

Sus décima “Yo soy así” y “Quiero querer” estuvieron siempre encabezando las complacencias afectivas pero como éstas son muchas las que rinden honor a su grandeza. Me faltó, eso sí, una… una muy especial, una décima que le solicité en varias ocasiones y que él, con maliciosa sonrisa, fue aplazando y aplazando como a la espera del momento oportuno para su creación: una décima dedicada al río de mis desvelos, al Sinú de mi Montería natal, hoy degradado por la muerte y el progreso. No era, por supuesto, su alegría ni su dolor pero como gran poeta sabía que en la alegría y el dolor ajenos también suele regodearse el arte.

Pero el compadre se fue y entre abril y mayo de 2008 un paseo vallenato de mi autoría surgió con el siguiente título: La Décima del río Sinú. Una canción para recordar al maestro y para continuar la búsqueda, bajo su batuta prodigiosa, de la décima anhelada. Por eso, cuando al calor de unos buenos tragos y en noches solitarias escucho a la distancia un grito con sabor decimero, pienso que es el doctor Martelo que sigue cantando para regocijo y orgullo de quienes fuimos y somos, desde la irrealidad terrenal, entrañables seguidores de su verbo milagroso.

Publico a continuación una muestra de este decimero fuera de serie, llamado también "El Decimero Mayor":

Su propia “Presentación”:

Yo soy un san joaquinero
que aprendí a cantar poesía
escuchando las que hacían
los mejores decimeros,
recorrí por los senderos
de este arte popular
y aprendí a improvisar
los versos que voy cantando
llevo por nombre Alejandro
y soy Martelo Escobar.

De “El Sabiondo”, 3 estrofas:

Que no me llamen poeta
de poeta no tengo nada
cualquiera hace una versada
sabiéndose la receta,
pero lo que más me inquieta
de muchos compositores
es que se llenan de honores
cantando poesías muy buenas
que al final de la faena
son obra de otros autores.

El don de la inteligencia
es cualidad de unos pocos
músicos, poetas y locos
que nadan en la demencia,
si hay algo de consistencia
en este razonamiento
debe ser porque yo cuento
con algo particular,
sólo me gusta cantar
lo que vivo y lo que siento.

Soy el cantor matinal
que despierta a las auroras
igual que el ave canora
que trina en el matorral,
en el arte decimal
mi verso no tiene fondo
por eso siempre respondo
de acuerdo con la razón,
el sabio fue Salomón
yo sólo soy un sabiondo.

De “A los poetas aprendices”, 2:

Las leyes de la poesía
indican que su medida
debe ser distribuida
con la misma simetría,
los poetas de hoy en día
todo lo hacen a lo inverso
y hay que hacer un gran esfuerzo
para poderla entender
pues no han podido aprender
siquiera a medir un verso.

Para ser buen decimero
no es necesario hacer bulla
ni ponerse a echarle puyas
a los otros compañeros,
mi canto no es de jilguero,
tampoco de ruiseñor,
jamás he sido el mejor
pero conozco el lugar
que estoy llamado a ocupar
dentro de nuestro folclor.

De “A los poetas modernos”, 2:

Un poeta sin resonancia
de ésos que dañan poesía
despotrica de las mías
porque llevan asonancia,
no le llegó la fragancia
de mi verso a la nariz,
pues desconoce el matiz
de la poesía verdadera
sensible, clara y ligera
del cogollo a la raíz.

Escribir por escribir
sin el mensaje debido
es el gran contrasentido
de ésos que quieren surgir,
no se dejan corregir
ni se ciñen a la norma
van inventando reformas
como grandes literatos,
quieren hacer el zapato
sin colocarle la horma.

De “El idiota”, 1:

Aquél que nace pequeño
y de pronto se engrandece
la soberbia lo embrutece
para dañarle los sueños,
vive en un loco empeño
de idiota civilizado
piensa que porque ha logrado
un puestecito en la altura
es la máxima figura
del mundo que lo ha encumbrado.

De “Quiero querer”, 4 estrofas:

Quiero una rima perfecta
pero que tenga sentido
para que el verso pulido
dé la décima selecta,
como a mí nada me afecta
cuando de cantar se trata
escribo en versos de plata
un concierto decimero
con grito de parrandero
en noches de serenata.

Quiero un pedazo de cielo
para dormir dentro de él
y un pétalo de clavel
me sirva como pañuelo,
quiero levantar el vuelo
veloz como el pensamiento
para escribir sobre el viento
con la sangre de mi pecho
los versos que alegre han hecho
mis ratos de sufrimiento.

Quiero volver a nacer
para crecer nuevamente,
ser un niño inteligente
entre frases de placer,
quiero enseñar a querer
sin ninguna hipocresía,
quiero cantar la poesía
auténtica y popular
como se suele cantar
allá por la tierra mía.

Quiero el olor a placer
de mi negra consentida,
quiero el saber de la vida
para poder componer,
quiero aprender a querer
la mujer por su silueta
con la fragancia completa
que da su cuerpo moreno
para dormirme en su seno
y sentirme más poeta.

De “Yo soy así”, 2:

Tengo el sentimiento grande
como el espacio del cielo,
soy Alejandro Martelo
por donde quiera que ande,
no hay tristeza que me ablande
ni dolor que me atormente
ni fuerza por muy potente
que me pueda doblegar,
yo soy quien suele cantar
para alegrar a la gente.

A mí jamás me incomoda
un cambio de situación
porque tengo un corazón
que no cambia con la moda,
si el camino se me enloda
lo desecho con cuidado
de corroncho ha sido el grado
que me dan mis compañeros
por ser humilde y sincero
cual campesino olvidado.

De la “Carta decimera a doña Consuelo”, donde solicita un cupo para la Décima en el Festival de la Leyenda Vallenata (escrita en noviembre 9 de 2000, se compone de 10 estrofas y vale la pena, por su componente folclórico, transcribirse toda; se hará en posterior entrega sobre el tema de los Festivales), 3 estrofas:

Señora doña Consuelo
reciba un cordial abrazo
que le envío desde el parnaso
donde están los decimeros,
como poeta sólo quiero
que en los mitos y leyendas
nos incluya como prenda
que pueda garantizar
que la tradición oral
circule por buena senda.

Quiero que Valledupar
oiga una décima mía
con Rafael Pérez García
otro auténtico juglar,
que la brisa al juguetear
con los mangos de la plaza
nos diga que ésa es la casa
del gran folclor vallenato
donde lucieron Colacho
y el finado Octavio Daza.

A usted como folclorista
le pedimos el favor
que en pro de nuestro folclor
nos apoye y nos asista,
el verseador repentista
saca los versos al vuelo
por eso doña Consuelo
necesitamos su ayuda
en favor de la cultura
firma Alejandro Martelo.

Finalmente, DOS ANÉCDOTAS:

La primera, para los muchos adictos y fogosos degustadores del “precioso instrumento”: en torno al “Homenaje a la Chucha” le pregunté una vez a Martelo -al notar que su famoso Homenaje crecía cada vez en número de estrofas- si tenía una versión definitiva de dicha décima, a lo que respondió que la décima de la chucha no tenía fin por aquello de las infinitas dotes de la artista. Así que, saber a ciencia cierta hasta qué número de estrofas llegó a crecer tan encantadora damisela no es nada fácil, sobre todo porque nuestro juglar componía e improvisaba de manera constante, y es posible entonces que hasta el último momento haya tenido otra estrofa agradecida en mente.

La segunda, tiene que ver con su ejercicio profesional como Inspector de Trabajo. Ante la denuncia temeraria de un sindicato por presentarse a una diligencia administrativa en abarcas, respondió ante un Procurador Regional lo siguiente: “… de que fui en abarcas, eso es cierto pero no estoy obligado a dar explicaciones a ellos ni a nadie sobre el porqué uso abarcas; primero, porque usar abarcas no está prohibido, y segundo, porque yo no tengo ninguna clase de prejuicios para actuar. Lo deplorable del comportamiento de los señores del sindicato es que siendo ellos personas versadas en relaciones interpersonales, sociales y humanas… se hayan dedicado solamente a verme los pies. Eso demuestra lo bajo que miran, cuánta mediocridad y pobreza intelectual, cuánto retrogradismo, que en pleno siglo XXI todavía los prejuicios medievales le permitan a los sindicalistas que dejó el siglo XX medir las capacidades de una persona por los pies y no por la cabeza...”.

Huelgan los comentarios.

FBA

jueves, 22 de enero de 2009

QUE CANTEN LOS POETAS
(Letra y Música: Francisco Burgos A.)

Nota: Paseo vallenato inscrito y seleccionado en el Concurso de
Canción Inédita Festival de Sahagún-Córdoba-Colombia 2008

1

Ya no graban canciones / que estremezcan el alma
que recuerden parrandas / y no rindan honores
a la ley comercial,
pocos compositores / mantienen la esperanza
mostrando pinceladas / de genuinos colores
en un buen festival.

Los poetas que quedan / aún cantándole a la vida y al amor
hoy sus voces nos llegan / afirmando con su estilo este folclor
y entonando a la tierra su fe y nostalgia,
ay van sembrando la alegría con cada verso
gracias por darle al Vallenato un sentimiento
un musical aliento que alivian todo mal.

Pero hasta cuándo consentir tanto irrespeto
la desechable confusión que está de moda,
“ay a dios gracias se acabó la nueva ola
y su ritmito con letras de medio pelo” (bis).

Que canten los poetas / sí señor
y que siga la fiesta / ay cómo no;
y que siga la fiesta / cómo no
que canten los poetas / sí señor,
que canten los poetas / sí señor
y que siga la fiesta / cómo no.

2

Cómo van a olvidarse / esos cantos de siempre
del gran “Tavo” Gutiérrez / “Yeyo” Núñez y Ovalle
Egurrola o Marín,
es Rosendo otro grande / José Alfonso maestre
cual Roberto y Meneses / Manjarrez también sabe
un buen verso pulir.

Los poetas que quedan / tal vez muchos que no encuentran grabación
van dejando otras huellas / pa’ la muestra aquí tienen un botón
con sus cuerdas sinceras vibra mi alma,
porque si miento la poesía se contamina
yo al Vallenato le he dado mucho en la vida
canciones tan sentidas que ayudan a vivir.

Pero hasta cuándo consentir tanto irrespeto
la desechable confusión que está de moda,
“ay a dios gracias se acabó la nueva ola
y su ritmito con letras de medio pelo” (bis).

Que canten los poetas / sí señor
y que siga la fiesta / ay cómo no;
y que siga la fiesta / cómo no
que canten los poetas / sí señor.

Pero hasta cuándo consentir tanto irrespeto
la desechable confusión que está de moda,
“ay a dios gracias se acabó la nueva ola
y su ritmito con letras de medio pelo” (bis).

Que canten los poetas…

DERECHOS RESERVADOS

FBA

sábado, 17 de enero de 2009

Más sobre GABY JULIO

Su Web:
www.gabyjulio.com

Al entrar a la página y seleccionar luego “música” se accede a una portentosa canción que recomiendo: UN NUEVO LIBERTADOR, de la autoría del propio Gaby, dedicada al Comandante de la vecina Venezuela.

Independientemente de que nos guste o no el homenaje a este nuevo libertador de las Américas (particularmente, lo considero contextualmente justo), “El gavilán que canta” aporta una muy buena demostración de la riqueza potencialmente temática del vallenato, el cual, como lo he venido sosteniendo en este blog, no tiene por qué reducirse al eterno, melcochudo, meloso, empalagoso y requetetrillado asunto del amor.

Ojo: el amor (tema, por supuesto, universal) merece su bienhadado espacio, siempre y cuando se aborden sus infinitas glorias y fracasos desde perspectivas artísticas, poéticas y literarias auténticamente vitales. Pero nuestros compositores vallenatos han hecho lamentablemente del amor una basura mercantil rayana con la idiotez y la mentira. Y lo digo no solamente por los cultores del denominado “balanato”. El mal ya echó raíces que crecen y se extienden peligrosamente en sentido contrario a la indagación que, sin folclorismos radicales, persigue y se propone construir senderos de verdadera pero también de novedosa Identidad Vallenata.

FBA

http://gabyjulio.com/musica/no_hay_quinto_malo/05_un_nuevo_libertador.mp3

lunes, 12 de enero de 2009


Gaby Julio… Algunos lectores de este blog (amigos cercanos como fueron de tertulias, rones y jaranas durante mi periplo laboral por distintas ciudades colombianas) recordarán haberme escuchado hablar en varias ocasiones de este cantante oriundo de El Copey-Cesar, reconocido por su estilo claramente diomedista pero con aliento propio. Gaby es, a mi juicio, un digno seguidor de este otrora monstruo del canto vallenato e impone -pese a tan insuperable y restrictivo legado- una forma de interpretación original. Al menos, su interpretación se aparta del fácil esquema asumido por la familia de Diomedes. A la sombra de éste, es difícil (por no decir imposible) que el reconocimiento vallenato, objetivamente, llegue.

Lo conocí y tuve la oportunidad de disfrutar de su talento en casa de Agustín Aislant Gil en Cartagena de Indias (inolvidable compañero y compositor de estilo provinciano nacido en San Martín de Loba-Bolívar), quien falleciera hace algunos años luego de una terrible enfermedad y gustaba de apoyar a un Gaby sobrio y orgulloso de su arte que exigía atención cuando cantaba tal como lo ordenan los cánones de las dilectas parrandas vallenatas. Asistían personajes como Néstor Cueto, locutor estrella de Olímpica Stéreo hoy amenizando desde la ciudad de Montería, los hermanos Ramos Ramos, familiares, vecinos y, por supuesto, una selecta delegación lobana.

Gaby Julio se radicó posteriormente en Venezuela y desde allí avanza meritoriamente su carrera artística. Los invito a apreciar sus dotes interpretativas con la canción “La suerte mía”. Buen viento y éxitos para Gaby Julio, y sea ésta la oportunidad de contribuir, desde un modesto espacio, a la difusión de su riqueza musical.

FBA

domingo, 11 de enero de 2009

UNIVERSOS Y VERDADES

Con ocasión de aquel “Te quiero burrita” del poeta Raúl Gómez Jattin, la universalidad del término “crica” fue puesta en entredicho, argumentando unos negativamente, basados en la limitada connotación regional del vocablo, y otros, favorablemente, ante la imposibilidad de encontrar una mejor forma literaria de expresión. Traigo a colación este breve debate acerca del órgano sexual femenino de la bella jumenta ahora que cavilo, escribiendo en Internet, sobre cómo adoquinar en mis escritos un lenguaje de comprensión general, más allá de las fronteras geográficas y culturales de la sinuanidad o sinuanología.

Con frecuencia, escucha el escritor esta crítica ya manida cuando su escenario vital y cotidiano se hace presente en su literatura, llámese poesía o narrativa. Pero, a decir verdad, tan universales como las calles de París en las páginas inolvidables de Rayuela pueden llegar a ser las pobres callecitas de un pueblito extraviado en los confines del mundo. Claro está, París es París y Cortázar es Cortázar. Pero, en últimas, he pensado siempre que lo que cuenta es la suerte existencial y trágica del hombre independientemente de donde se verifiquen los sucesos. Así que lo coloquial y lo geográfico, a la hora de pasar por el filtro de la “ficción”, aportan también lo suyo, y el escritor, el poeta (el músico que lo habita) tiene en ello un enorme reto intelectual. En todo caso, atado a un imposible viaje sólo cuenta con su necia y circunscrita verdad para testimoniar su paso por el tiempo.

Eduardo García Aguilar (narrador, ensayista y poeta manizaleño residente en París) se duele de la muerte del escritor cartagenero Germán Espinosa en quien reconoce “un concepto muy alto de lo que es escribir y vivir contra la corriente de la trivialización ambiente reinante en el país y en el mundo” para reconocer, además, en este “barroco universal” un ejercicio y compromiso literarios de suma valía, de cuya crítica frontal serían objeto aquéllos a quienes García Aguilar cataloga de “payasos de la autobiografía y el escándalo y los cultivadores de fácil realismo neocostumbrista de pacotilla”. El mismo Espinosa fue bastante explícito en su obra sobre este particular, incluyendo en sus últimos prólogos de “Cuentos completos” eruditas y tajantes enseñanzas. Su "Obituario" -escrito por él- es una pieza maestra donde, en el trasfondo de su propia crítica, se revela la grandeza inconmensurable de su estilo.

Difícil e inquietante asunto sin duda. En mi poema “Globalocalización” (publicado en este mismo blog) algo aventuro al respecto. El anhelado París de la época del “boom”, el “Macondo” de García Márquez pero también el “San Jerónimo de los Charcos” del escritor monteriano José Luis Garcés González… En fin, como escribiera hace algún tiempo: “la vida es la misma en todas partes, sólo que hay sitios donde duele menos”.


FBA