sábado, 19 de octubre de 2013

SI LAS ENTIDADES QUE CONSTITUCIONALMENTE DEBEN VELAR POR LA SALVAGUARDIA DE LA ÉTICA PÚBLICA PROPICIAN QUE SE NEGOCIEN (O SE PRESTAN PARA NEGOCIAR) LAS SANCIONES DISCIPLINARIAS A LOS SERVIDORES PÚBLICOS… SI LAS ENTIDADES ENCARGADAS DE INSPECCIONAR, VIGILAR Y CONTROLAR EL CUMPLIMIENTO DE NORMAS SOCIALES PROPICIAN QUE SE NEGOCIEN (O SE PRESTAN PARA NEGOCIAR) LAS MULTAS QUE ELLAS MISMAS IMPONEN, REVOCÁNDOLAS O REBAJÁNDOLAS, VALIÉNDOSE INCLUSO DE CONDUCTAS EXTORSIVAS… SI LAS AUTORIDADES SUPERIORES QUE DEBEN PONERLE FRENO A TALES CONDUCTAS LAS APOYAN POR ACCIÓN U OMISIÓN Y HASTA FELICITAN A LOS AUTORES DE SEMEJANTES OPROBIOS… SI ESTAS Y MUCHAS OTRAS COSAS DE PEOR CALIBRE OCURREN EN LOCOMBIA… ¿DE QUÉ PAZ ES QUE SE HABLA ENTONCES?; ¿CUÁLES SON LOS MALOS Y CUÁLES LOS BUENOS?; ¿ES SERIA ACASO UNA DEMOCRACIA CUYA LEGALIDAD OPERA AL SERVICIO DE LA PODREDUMBRE? ¡PAÍS DE MIERDA!, COMO BIEN LO DIJO UN PERIODISTA INDIGNADO CUANDO ASESINARON EL HUMOR. Y CON PERDÓN DE LA MIERDA AGREGO YO, QUE MERECE AL MENOS MI FISIOLÓGICO RESPETO. ¡MALDITA CORRUPCIÓN! PERDONEN ESTA IRA INUSITADA QUE A ESTAS HORAS DE LA NOCHE SE ME SALIÓ DE LA NADA. Y QUE CONSTE QUE NO SEÑALO A NADIE, POR PURO Y COBARDE INSTINTO DE CONSERVACIÓN. EN DEFINITIVA, ES TIEMPO DE APAGAR Y DE TOMAR EL PORTANTE.
 
 
FBA

(publicado anoche en Facebook)

jueves, 10 de octubre de 2013

UN NUEVO CANTO (sinuanato, en ritmo de paseo)
Letra y Música de FBA
 
En el siguiente enlace de YouTube, se puede escuchar el audio de la canción (cortesía de la poeta vallecaucana Ana Lucía Montoya Rendón).

http://www.youtube.com/watch?v=XlRN_F_PwPE&feature=youtu.be

Transcribo el correo que acompañó el 8 de octubre de 2013 mi envío de la canción:  

“Ana Lucía, fraterno saludo desde el Sinú. Ahí te va la primera entrega de lo prometido.
 
Del 6 al 8 de julio de 2012 participé con esta canción en el concurso de canción inédita del Festival Sabanero de Acordeoneros y Compositores “Princesa Barají” de Sahagún-Córdoba, ocupando el Tercer Puesto. Obtuvo el Primer Lugar, el compositor sahagunense Luis Alberto Prado, Rey de Reyes de muchos festivales sabaneros, con el paseo titulado “Sahagunense a mucho honor”. Tenía el amigo Luis Alberto muchos años de estar compitiendo y batallando por ese anhelado y esquivo trofeo, hasta que el 2012 fue el año definitivo de su consagración en Sahagún, reconociendo no obstante él mismo (paradojas de festivales) que no era la mejor canción que había presentado, año tras año, festival tras festival, en el amado terruño donde nació. El pueblo de Sahagún así lo comentó durante días, empañándose un poco la conquista (merecida, en mi opinión) de este juglar incansable que tantas páginas musicales ha escrito exitosamente en las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar, y allende sus fronteras. El segundo puesto lo logró el amigo y cantautor Adrián Pablo Villamizar Zapata, creador del CUBANATO, nacido en Buenos Aires-Argentina pero radicado, desde pequeño, en La Guajira y en la ciudad de los Santos Reyes, Valledupar, mejor conocida como la capital mundial del Vallenato, donde creció espiritual y musicalmente. Presentó Adrián Villamizar un paseo titulado “Testigo es Sahagún”. Adrián Villamizar se había coronado en 2011 como Rey Vallenato de Canción Inédita Vallenata, con la canción “Ciegos Nosotros”, en el marco del Festival Vallenato que se realiza todos los años en Valledupar en abril o mayo.
 
Así pues, que un “sinuanato” estuviera en semejante podio, era ya todo un satisfactorio reconocimiento. Todavía hoy, uno de los tres jurados de la Final del concurso, sostiene que “Un nuevo canto” era la canción ganadora del certamen, por ser la única de las canciones finalistas que, en su concepto, tenía incidencia universal. Se filtraron después infidencias y confesiones sobre puntajes (de parte, incluso, del ganador) que, en efecto, posicionaban a “Un nuevo canto” como tal, bajada minutos antes del fallo al Segundo Puesto por escaso margen y por esas cosas extra musicales, extra artísticas, que pesan nocivamente en este tipo de eventos. Y relegada, segundos antes del fallo, al Tercer Puesto, por idénticas razones.
 
En todo caso, “Un nuevo canto” marcó un “antes de” y un “después de” en la historia poética y musical del creador del “sinuanato” (o del “sinuato”, como prefiere decirle Adrián Villamizar a esto que no es un aire ni un ritmo, sino una filosofía de vida, un viaje cultural cuyos lineamientos básicos están por escribirse). Si es que llego a escribirlos, pues conversando el pasado viernes (octubre 4/13) con uno de los integrantes de la “Banda Insustancial La Mojarra Iletrada”, músico también de “El Combo del Destiempo” que presenta, por lo general, mis “sinuanatos” en las tarimas festivaleras, sugiere este buen amigo que el “sinuanato” es ya lo que es, y que escribir sobre él sería deformarlo. Buen apunte, para meditarlo. En eso ando.
 
Lo curioso o simpático del Festival donde “Un nuevo canto” se presentó, es que el amigo Adrián Villamizar decía (en su canción a Sahagún) que dos amigos poetas lo habían invitado a la región sabanera, “dos amigos que son oriundos de la sabana y que comprenden sus debilidades”, y que en esa visita había encontrado el amor perdurable que le haría olvidar del todo un reciente desamor. Se encontraba entre el público del Festival uno de ellos: el maestro Joaquín Rodríguez Martínez. El otro estaba inmerso en “Un nuevo canto”. Cuando Adrián interpretó su canción en tarima, ahí estuvimos al pie de la misma, Joaco y yo, aplaudiéndolo y recibiendo su puntería afectuosa cada vez que mencionaba en su canto sabanero-vallenato, fusión de porro y paseo, a los dos poetas responsables de su felicidad. Antes de él, cuando nos tocó el turno de subir a la tarima, le había disparado a Adrián, con igual puntería y afecto sincero, mi “ya ves mi amigo, también soy espiritual”. Y es que “Un nuevo canto” tiene dos anécdotas muy especiales que rodearon su nacimiento.
 
La primera tiene que ver con el lugar donde brotó. Días antes de que se cerraran las inscripciones de los concursos en Sahagún, un merengue de mi autoría, titulado “Sabanero y Sinuano”, estaba destinado para tal efecto. Pero un lunes temprano, viajando desde Montería hacia Sahagún, a la altura del pueblo de Ciénaga de Oro –tierra natal de mi padre, Enán Burgos Perdomo, médico y poeta; del gran Pablito Flórez y de la cieguita Lucy González, entre muchos otros músicos, poetas y artistas notables de esa querida región–, letra y melodía iniciales de “Un nuevo canto” hicieron su arribo, en forma inesperada, mientras conducía. ¿De dónde vinieron? Mi hermano poeta y pintor Enán Burgos Arango me dijo hace un par de meses, a raíz de “algo” musical que le surgió, que, sea de arriba o sea de abajo, lo cierto es que ese tipo de inspiraciones parecen dictadas por alguna magia o intuición maestra. ¿Quién o quiénes me pidieron o me mandaron “Un nuevo canto”, desde la majestuosidad de algún cielo incorregible? Buena pregunta. Para mentes y corazones inquietos. Para atreverse a trascender lo obvio. Meses atrás, este mismo pueblo de Ciénaga de Oro me había regalado “Madre mía”, canción que escribí (o serví de intermediario; evito lo de médium) un año después de la muerte de mi madre, Amparo, paisa por nacimiento y sinuana de corazón grande. Desde entonces, cada vez que paso por ese mítico lugar, mis musas se alborotan.
 
La otra anécdota tiene que ver con mis escritos sobre crítica vallenata, en los cuales como que he dejado trasver alguna carencia de espiritualidad o de religiosidad en mí, lo que llevó al amigo Adrián Villamizar, luego sobre todo de mi comentario en torno a su obra “Ciegos nosotros” que, en clara e innegable comunión con la divinidad, triunfó en Valledupar, a afirmar, palabras más, palabras menos, que yo no lo iba a convencer nunca de que lo espiritual me era sustancialmente ajeno. “Un nuevo canto” fue mi “intrincada” respuesta. “Ya ves mi amigo, también soy espiritual”. ¿Qué tanto lo soy? Me temo que, contextualizando el asunto como desde mi trepidar poético lo percibo, más de lo que quisiera admitir. En fin… cosas de amigos. Evento y sucesos inolvidables. Pensar que asistimos a un Festival y participamos en él (¡y con cierto éxito!) para contarnos verdades íntimas, ratificar afectos y consolidar luchas compartidas, es algo, sin lugar a dudas, asombroso y muy vivificante.
 
Cantarle a la vida con absoluta sobriedad (debido a la hora y al cansancio, tuvimos que despedir al maestro Joaco sin haber tenido tiempo para tertuliar; ocho días después, nos tomamos en Montería las cervezas aplazadas), fue la misión que finalmente cumplimos en esa cita anual con el Arte, la Música y la Poesía.
 
Involucro al maestro Joaco en este mensaje, con el fin de mantenerlo artísticamente ocupado durante su convalecencia.
 
Interpreta “Un nuevo canto”, el cantante sahagunense Yordy Torres González, voz líder del grupo musical “Los Genios del Vallenato”. La grabación ni la mezcla son las óptimas, pero se deja apreciar.
 
Bien, querida amiga, espero te guste mi nuevo canto, y que lo compartas, acompañado de esta breve historia si así lo prefieres, con la poeta Liliana y demás amigos. Fuerte abrazo”.
 
Hasta aquí la carta remisoria-musical. Se me ocurre agregar ahora tres interrogantes: ¿Cuál es el Tiempo que le pide al Destiempo un canto nuevo? ¿Y cuál la fuerza que lo suele acompañar? ¿Vive (muere) esta “fuerza” a Tiempo o a Destiempo?
 
Quizá otros “sinuanatos” ayuden a aproximar respuestas…
 
Saludos,

 
FBA
UNA ENTREVISTA A FBA...

http://www.youtube.com/watch?v=tYc-T-XMT30

Realizada por la poeta argentina LILIANA VARELA. En Cali-Colombia, el 19 de septiembre de 2013.

Saludos,

FBA