martes, 4 de agosto de 2009

PALABRAS ANTE EL FÉRETRO DE MI MADRE:

El 1° de agosto de 2009, antes de amanecer y en medio de una lluvia torrencial, falleció en la ciudad de Montería (Córdoba-Colombia) mi madre, María Amparo Arango de Burgos. Sin sobreponerme todavía al dolor que su ausencia me produce, transcribo en mi rincón las palabras que, en nombre de la familia, pronuncié durante la ceremonia de su entierro. Lo hago solo por afincarme en la esperanza de recibir un día de éstos alguna señal de su presencia protectora dándome las fuerzas necesarias para seguir viviendo. A todas las personas que se han acercado para manifestarnos de una u otra forma su condolencia, gracias eternas. He aquí mis palabras:

“En nombre de mi familia quiero agradecerles a todas y a todos por estar aquí para decirle adiós a María Amparo Arango de Burgos. A ‘La Cachaca’ de Enán Burgos Perdomo. A ‘La Tía Payo’. A ‘Ampa’.

Madre mía. Madre nuestra. Hoy tal vez no escriba la mejor página literaria de mi vida ni quiero hacerlo. Prefiero escribirte pocas y sencillas palabras que rindan un merecido homenaje a tu memoria. Cómo agradecerte tantos años de vida y de servicio en una tierra que no era la tuya pero que te acogió con afecto; cómo olvidar aquellos años de trabajo y lucha constantes sufriendo como propias sus penalidades; cómo pagarte los días y las noches, las eternas noches donde solo escuchar tu voz nos alentaba; cómo aproximarme a tu infinita bondad, pródiga en atenciones y regalos. No hay tampoco palabras, madre, que puedan reemplazar la caricia de mis lágrimas.

Estamos todos aquí: tus hijos, tus nietos, tus amigas, tus amigos, muchos familiares y mucha más gente que te quiere. Falta Cristo Enán pero siento que es él, a través mío, quien pronuncia ahora estas palabras. Está presente con sus locuras y las mías para decirte lo mucho que nos vas a hacer falta. ¡Todos nos vamos algún día pero nadie como tú para honrar la vida!

Aún te debemos las prestaciones que nos reclamaste hace algún tiempo. Tu casa llora profundamente tu partida y el turpial que alivió tus dolores con su canto, hoy no ha cantado como de costumbre pero volverá a hacerlo. Te lo prometo. Como te prometo también que voy a convertir mi dolor en alegría. Alegría de haber sido y ser tu hijo menor. Alegría de saberte paisa y con un enorme corazón sinuano. Alegría de oírte de nuevo conversar largo y tendido. Alegría de recordar tus consejos y regaños. Alegría de sentir tus preocupaciones como faro protector de mis desvelos. Alegría de volver a verte cuidando otro jardín donde sembrar mi silencio.

Feliz viaje, mamá".

FBA

Finalicé con la lectura de dos poemas. El primero, titulado “Conjunción”, de la autoría de mi padre (Enán Burgos Perdomo, fallecido en 1986 y quien le dedicara este hermoso soneto a mi madre el 13 de abril de 1975); y el segundo, de mi autoría, titulado “Escéptico” (publicado en 1991 en mi poemario “Poemas de Antesala”).

CONJUNCIÓN

Yo te invito al amor intensamente
con la fuerza total que me perdura
para rendir tributo a tu hermosura
sin importarme nada ni la muerte.

Quiero vivir la vida plenamente,
quiero ceñirme más a tu cintura,
quiero tu solidez y tu ternura,
quiero tu conjunción, únicamente.

Sé que me quieres y que yo te quiero
como nadie jamás amada ha sido
y nunca como yo nadie querido.

Por lo cual, orgulloso de mi fuero,
yo te brindo mi amor ya rebosado.
Quiero sentirme más y más amado.

ESCÉPTICO
(Para mi madre, Amparo,
este poema del alma inmutable
y del hombre que navega
por aguas turbias)

Mamá
cárgame sí
que el balcón de la casa
no me deja mirar a los niños
de paseo por el barrio
con mis grandes ojos de siempre

mamá
por qué soy tan chiquito
si no voy a la escuela
y trabajo hasta tarde
entre risas malvadas

cárgame mamá
pues tengo diarrea y ganas de llorar
y necesito tus mágicos cuidados,
llévame a tu regazo sin muerte
enséñame tu corazón eterno
Mamá

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