sábado, 31 de julio de 2010


NO ENTIENDO A LOS RICOS
¿Por qué pasean en costosos caballos
por las calles tranquilas del vivir
miserable? ¿No es mejor quedarse
en el club conspirando,
repartiéndose las trampas
del poder nauseabundo,
mirándose las caras sin cargos
de conciencia, comiéndose a la carta
la miseria imprecisa?
No entiendo esta paradoxal costumbre
de los ricos. Comprendo sí la enorme
capacidad de infartar las carencias, pervertir
pensamientos, provocar destrucciones
por supuesto que los conozco cuando
vuelan bajito sin perder una estrella y
a sus medias naranjas las lucen
cabalgando
para desgracia de sueños azulosos
y fortuna de ojos verdezuelos,
cuando beben un fino whisky delante
del hambriento o al compás de
un desfile de mundos imperfectos
van bramando canciones y causando
poesías; la verdad
sin sus dones
sería más oprobiosa, caóticas saltarían las
mudas esperanzas, tristísimos dormirían
los verbos de la ausencia…
en el fondo son buenos, comparten
la opulencia paseándosela al pobre,
esguízaros que asisten puntuales
a la fiesta

No entiendo a veces a los ricos. Pero
menos entiendo a los pobres que gozan
maniatados la desigual condena;
¿no es mejor para aquéllos evitar
desafueros?, ¿quién quita que algún
día se enteche un destechado?, ¿y es
que acaso no hay hombres fugaces
en el pueblo?, ¿no hay calmas pasajeras?,
¿ya nada en esta vida produce desencanto?

No entiendo a los ricos. A mí modo
de ver debieran aquietarse, ahuecarse
tranquilos, felices, poderosos donde
no los moleste la pobrísima tierra ni
populares hedores les dañen el almuerzo.
¿Para qué venir a infectarse con lo que
ellos producen? ¿O es que lo hacen acaso
por marcar diferencia, recordar que
gobiernan, que el sol les pertenece?

Y una vez que se alejan dejando en las
tristes calles sus costosas esencias,
de veras,
no entiendo a estos pobre ricos
que gustan de conjugarse
jugando con la candela


FBA-Derechos Reservados

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