martes, 23 de agosto de 2011

PLENA DEMOCRATIZACIÓN DE LA POESÍA…


Sus poetas se jactan de invocarla:

sudan recitaciones en mercados públicos

despliegan delicados aromas sobre

lugares sucios y malolientes,

avivándose recíprocos se congelan

de simple amor

en medio del impenetrable

calor del mar Caribe,

creyéndose potables pregonan la

cómoda consigna, nos hablan de derechos

de un venero feliz que pertenece

a todos.

¿Su público? Debo intranquilizarme

para decir que merece mi apático

respeto. Yo, al menos, no impongo mi

diablura en beneficio de nadie, mucho menos

pretendo globalizarla para que sirva

de bonachón ejemplo.

¿Quién les dijo a estos poetas bohemios y

solidarios,

demócratas de quién sabe qué estólida

arrogancia,

que la poesía es objeto de obligado consumo,

o que tiene un poder sobrenatural

para salvarnos a todos de la dulce crisis?

¿De cuándo acá la idea de

embutirle poesía a cuanto desprevenido

habitante se atraviese?,

¿qué es esta cosa absurda de

predicarla hasta el súmmum,

convirtiendo sus inevitables

sinsabores

en movimiento poético mundial?

Poesía, dura y terca poesía

palpo su oscuridad alejándome

de lujos y talleres

de oficiales ternezas y presumidos burdeles

me aparto contrahecho

su soledad la asumo a salvo

de aplausos académicos, me estremezco en

sus antros, territorios, premisas

tertulia de fracasos, carencias

rutinarias

de imposible verdad.

A lo sumo, si

queremos socializarla pongámosle fusiles en lugar

de palabras debiluchas,

o para evitar

el panfleto, digamos que palabras

con sonido sutil,

despojémosla también de intrincadas relaciones

y de las contrarias claridades que

afectan por igual su militancia,

sintamos su útil perplejidad

capaz sin duda de derrumbar

silencios.

Plena democratización de la poesía

que tiene a la poesía

al borde de un patatús

emocional.


FBA – Derechos Reservados

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