miércoles, 24 de diciembre de 2008


YO NO OLVIDO EL AÑO VIEJO, PORQUE
ME HA DEJADO COSAS MUY CRUENTAS


Se acaba el año y con él otro más de conflicto armado irresoluto, ligado, gústenos o no, a las condiciones objetivas inherentes a una república aferrada -para conveniencia de unos pocos- a un modelo de desarrollo disparatado y excluyente. No puede ser buena la democracia que funda su razón de ser en semejante grado de desigualdad económica y social.

Da grima ver y comparar la opulencia de algunos frente a la pobreza de muchos; mansiones prácticamente deshabitadas, centros comerciales ostentosos, ropas y accesorios “de marca”, cócteles infames, farándula bellaca, restaurantes estelares, fiestas exorbitantes, cabalgatas del oprobio (que haya ricos es una cosa pero que salgan a pasear y a celebrar orondos la riqueza en un país de tantas injusticias es otra bien distinta), vehículos de lujo (como agregaría EBP en aquel verso espinoso… “que desbordan al peatón y fertilizan sus angustias…”)… todo ello ahí mismo, frente a las narices de quienes no tienen otro modus vivendi que el de la escasez de oportunidades, espacios ínfimos y maltrechos, y condiciones de vida miserables.

Se acrecientan, por supuesto, los problemas de seguridad para los poderosos respondiendo la doctrina de la “seguridad democrática” con toda la fuerza de su soberbia omnímoda y enfermiza, en beneficio de los intereses monopolistas y, por simple efecto colateral, de aquellos capitalistas de baja estofa embrutecidos por la hosquedad y el individualismo. Los problemas de seguridad son obviamente el pan de cada día (el único pan en muchos casos) para la gran mayoría de los colombianos, sumados a las carencias históricas por todos conocidas.

Y para colmo de males, aparecen ahora las fuerzas del Estado disparando sin intención -según versiones oficiales- o a mansalva y sobre seguro -según versiones provenientes de la autodenominada “izquierda democrática”-. Un muerto más en esta Colombia que se desangra a diario, pero no un muerto cualquiera: se trata esta vez del esposo de una dirigente de la Minga de Resistencia Social y Comunitaria, Consejera Mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Asesinado por la “balacera errática” del ejército nacional. Un muerto más en todo caso. Uno más de tantos que acaban sepultados por la indiferencia y el olvido general.

Desde sectores privilegiados de la intelectualidad foránea se alzan voces a favor de la captación de capitales y de las inversiones productivas en un contexto de crisis económica global. Pero el modelo obviamente no responde, puesto que ni puede ni tiene con qué responder, sobre todo cuando son precisamente sus contradicciones las responsables del colapso. La inseguridad no se combate con bombas ni con aluviones de mentiras, mucho menos con peticiones presidenciales de perdón ya reiteradas y nauseabundas. Tampoco con bravuconadas esponjosas.

La agenda de la “nueva ecuación política” no puede mostrarse más desesperanzadora: parámetros concretos de democracia, derechos humanos, economía de libre mercado, competitividad, pragmatismo, privatización, previsibilidad, más apertura económica, más reformas capitalistas, lo supranacional como modelo de crecimiento exitoso y equitativo, y por supuesto, menos discursos “pseudorrevolucionarios”.

Pero la compatibilidad de tamaño molotov seguirá sin verse. Los últimos días del actual gobierno pasarán a la historia de este 2008 por confirmar la caída en picada del Estado de Derecho. Y del social, ni hablar, no existe sino en la fantasmagoría de quienes simpatizan por mero cretinismo. La impopularidad que empieza a manifestarse no obedece entonces al costo de asumir la política con dignidad, sino al inevitable peso de sus monumentales equivocaciones: casos tipo “Isaza” o la sospechosa apropiación de DMG.

En cuanto a la “izquierda democrática” colombiana -no obstante su posicionamiento electoral o precisamente por ello-, debe ésta aprovechar (urgentemente) su próximo Congreso Nacional para no caer en las garras de la centro-derecha ni continuar naufragando en el sindicalismo corrupto y burocrático que se sirve de ella, falsariamente, en algunas latitudes… Trazo sólo tres cuestiones que deberían debatirse a fondo: ¿es posible armonizar izquierda y capitalismo?; ¿una oposición férrea y consecuente no debe acaso articularse por fuera del establecimiento?; ¿es legítimo llegar al poder mediante mecanismos “democráticos” tan desastrosos como los que conocemos de sobra en el país? La suerte del PDA parecer moverse en términos de a menor izquierda mayor número de votos, y frente a tan desmovilizadora realidad, pues, ni modo, sólo nos va quedando el inmenso infortunio de sobrevivir.

Pues bien, se acaba el año y con él otra más de las tantas paciencias asumidas. El pesimismo renace en corazones antaño presurosos. Salimos a la calle, recorremos las viejas rutas de la vida, nos regodeamos en un espectáculo infernal de luces navideñas pero al final, otro enero igual o peor nos espera acechante. ¿Cómo ser optimistas en un país de mil diantres como Colombia?

Amanecerá y de nuevo: ni fuimos, ni somos ni seremos.

FBA

Posdata: a mis lectores, un viejo poema de mi autoría, regalo de Navidad y Año Nuevo:

CABALGATA

ahí van los caballos de paso
sobre sus finos lomos la poderosa
cofradía terrateniente
pasea por el barrio de la clase alta
como grandes señores medievales
pienso yo
desde el ebrio rincón de mi tristeza

ahí va el sistema
con toda su belleza hereditaria
sus niños cabalgando alegremente
llevan en la sangre
el fuerte estilo de la explotación
sus mujeres, vistosas y enjoyadas
bailan al ritmo de la banda pelayera
las pistolas oficiales cuidan las barrigas
de estos dueños
del hambre colombiana

qué hermosos caballos
pero qué cruel oficio
llevar encima la carga de la muerte

ahí va el problema
pienso yo
desde la dura posición de mi conciencia



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