jueves, 31 de diciembre de 2009


FIN DE AÑO:

Al último año de la primera década del siglo XXI aspiro a enfrentármele con saldos de energía y residuos de solidaridad. Así pues, terminando el 2009 debo pensar más en despropósitos que en balances, despropósitos que, no obstante, alimentan mejor el deseo de continuar abrazando la vida con miras a levantar una sociedad íntimamente conectada con ideales humanistas e igualitarios. En efecto, para el 2010 -año de cruciales y complicadas elecciones- es preciso que los colombianos entendamos que bastantes contradicciones conlleva intrínsecamente la democracia como para sumarle aspiraciones de poder perpetuo; que la política debe estar al servicio de los más necesitados y no aferrada -ad portas de cumplirse el bicentenario de la República- al continuismo y a la corrupción; que seguridad sin un modelo económico de equilibrio que pondere igualmente la justicia social, es seguridad pensada para defender, única y exclusivamente, a quienes gozan del privilegio de beneficiarse de las iniquidades del sistema; que, por el contrario, la inseguridad ciudadana, latente y polifacética, no hace más que enfatizar el desgobierno en que vivimos. O mejor, el tipo de gobierno propio de sociedades capitalistas que responden sólo a la mezquindad del individualismo y a la ferocidad de la competencia, implementado, por supuesto, en favor de una elite que tiene con qué ventajosamente competir y que gusta, además, de mostrar oprobiosamente su clase y su fortuna.

Por otra parte, los incrementos patrimoniales injustificados subsisten aceitando la maquinaria de la contratación pública: celebración indebida de contratos, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, testaferros y profesionales de variada pelambre conforman el gran negocio que la politiquería electorera sostiene, votación tras votación, a manera de cáncer interminable. Todo es negociable en Colombia. La vida no alcanza siquiera a valer el peso. Del Derecho sólo quedan las facultades encerradas en su propia mentira. Y de ética ni hablar. Un joven profesional, recién egresado y con algunos contactos, pasa en poco tiempo a demostrar por qué vale la pena entregarse al criminal negocio: carro, casa, viajes de placer, ostentación y perversidad. Pero la gran mayoría de sus colegas, excluidos del sistema al igual que la gran mayoría de los colombianos, perece sin oportunidades y sin escenarios posibles de reivindicación. A ese profesional que recibió clases de ética y de humanidades en la universidad no se le olvida que robarle al Estado es potenciar la desigualdad, el hambre y la miseria. Pero hacer letrinas es lo suyo y más si con ello se enriquece rápidamente elevando así su nivel de vida. Un progreso infame que comportará siempre un lastre demasiado vergonzoso. Lo que se avecina es también lamentable. La crisis fiscal se empeña en alzar todo menos el salario; la precarización del empleo se muestra cada vez más como una dolorosa realidad; grandes extensiones de tierra en manos de unos pocos y dedicadas más a la ganadería que a la agricultura aseguran su futuro sobre los exiguos salarios de nuestros campesinos, que ni siquiera alcanzan a devengar el pírrico mínimo; la informalidad va en aumento; muy pronto las relaciones laborales, y sus correspondientes derechos, serán cosa del pasado.

Y la verdad, en medio de este oscuro panorama, no hay mucho de donde escoger. Es difícil percibir ya la existencia de una izquierda seria, histórica y coherente en nuestro país. En cuanto al Uribismo, su tragedia es consecuencia directa de su avidez: decrece en la misma medida en que su figura más representativa -a decir verdad, su única y ya desgastada quintaesencia- se hace más fuerte en las encuestas del régimen, con la ayuda de medios de comunicación abyectos, políticas de mendicidad a pleno sol, trogloditas de erráticas pasiones y homólogos que desconocen los avatares de la idiosincrasia colombiana; pero en el otro lado las cosas no marchan mejor. El PDA, con Gustavo Petro como candidato presidencial, se enfrenta a la triste verdad que quizá desde sus inicios carcome a esta organización alternativa, germen de dudosa simbiosis que debilita hondamente las fibras de la oposición en Colombia. Por ejemplo, habría que revisar las hegemonías sindicales afectas al burocratismo, replantear algunas alianzas nacionales y regionales, verificar el pasado de algunos candidatos o dirigentes (y no me refiero a militancias en la guerrilla del M-19 ni a la toma del Palacio de Justicia ni a nada que se le parezca), pasado e incluso presente ligados a prácticas non santas que bien podrían clasificar en la lista de comportamientos macabros y descompuestos protagonizados por la nefasta clase política colombiana de todos los tiempos.

Carlos Gaviria fue el gran damnificado al salir derrotado en la consulta interna del Polo, y eso que el maestro Gaviria venía de demostrar un respaldo popular por encima de su partido, legado que no supo administrar al dejarse arrastrar por el falso radicalismo de unos cuantos y la maquinaria clientelista de otros más. Me atrevo entonces a señalar que, en presencia de vicios políticos tan marcados, y enemiga la coalición mayoritaria del Polo de apostarle a una izquierda política de real o mayor alcance, la socorrida izquierda democrática encontró en Petro, más allá del PDA, un candidato que, superando la paradoja, restó y sumó a la vez. Habrá que esperar a ver en qué para todo este asunto. Entre tanto, liberales y conservadores aprendieron a mimetizarse luego de una prolongada y sangrienta complicidad bipartidista, y aquellos que se precian hoy de cívicos e independientes son, si acaso, rescoldos de un país tan corrompido que hasta la más límpida hoja de vida es factible de ponerse en entredicho, o descubrirle sus secretas relaciones, con solo rastrearla un poco. Pescar en río revuelto es también asunto de demócratas que encuentran, para su apetito oportunista, caldos de cultivo a montones en la farsa de democracia que nos violenta.

La pregunta se asoma entonces victoriosa e inquietante: ¿qué se puede hacer desde la literatura, la poesía, la música y el arte en general para contrarrestar los males que nos aquejan y aclimatar un mejor país donde la vida y otros valores sublimes se respeten y las necesidades básicas sean satisfechas? Bueno, hablé al principio de despropósitos y creo tener la razón cuando más que en proyectos, metas u objetivos enfoco mis ateridas fuerzas en función de despropósitos, porque, en un país como el nuestro, son de alguna manera horizontes realmente vitales que permiten despuntar aquellos sueños imposibles con que la imaginación todavía convoca resistencia. Son las armas, si se quiere, del solitario morir, las únicas con que contamos para enardecer la malograda esperanza. Nos espera, pues, un año para aproximar respuestas, respuestas que, en definitiva, podrían confirmar lo que el escritor Héctor Abad Faciolince llama “la impotencia absoluta de los que no tenemos más que la palabra”…

COLETILLA: Esperemos que mi tercer poemario, Cantando a Destiempo, encuentre por fin su ruta de escape a principios del 2010. Y en cuanto a mi adorada música vallenata, rogar y rogar para que los compositores dignifiquen las canciones con mensajes poéticos que eleven la calidad del texto vallenato. He aquí todo un verdadero despropósito de Año Nuevo: profundizar el examen detallado de las canciones vallenatas en los principales trabajos discográficos, priorizando la expresión literaria de las mismas. Nuestro primer esfuerzo de 2010 tiene ya en la mira a “El Nobel del Amor” de Tomás Alfonso “Poncho” Zuleta y Gonzalo Arturo “El Cocha” Molina. Insto, además, para que Peter Manjarrés le ponga más cuidado al tema de la afinación durante sus presentaciones en vivo. Impropio de un artista ganador de dos Grammy latinos consecutivos mostrar falencias tan desastrosas como las percibidas en toque reciente realizado en El Retiro-Antioquia. Por último, no olvidar que si lo que se quiere es contribuir a que el género vallenato salga de la crisis comercial que lo consume, es mucho más significativo recuperar a grandes compositores del pasado y darle oportunidad a otros muy buenos del presente, que grabar clásicos que no hacen más que corroborar la conciencia mediocre del artista.

Feliz Año 2010 para todos los seguidores, amigos y lectores de este blog.

FBA

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