martes, 23 de febrero de 2010

POEMAS MONOSILÁBICOS del poeta H. GALO VURGOS PERDOMO:

Como lo manifesté en anterior entrada, aquí están los Poemas Monosilábicos del poeta “lorano” H. Galo Vurgos Perdomo, publicados virtualmente (con el sello editorial de Pleamar) el 14 de febrero de 2010 por su sobrino, pintor y también poeta, Enán Burgos Arango, residente en Montpellier-Francia, como regalo de cumpleaños.

En efecto, el poeta H. Galo Vurgos P. nació en Ciénaga de Oro-Córdoba (Colombia) el 14 de febrero de 1920 y pervive aún en su tierra natal. La historia de la “V” (y no “B”) del Vurgos del poeta H. Galo, fue esbozada por Hernando Santos Rodríguez en el prólogo de sus dos únicos libros publicados hasta ahora (Nectario y Miel de Abeja, Bogotá-1968). Esta “V” rebelde y creativa dio mucho de qué hablar al interior de un apellido perilustre, lleno de historia política regional, como lo es, sin duda, el apellido Burgos. Pero el Vurgos de H. Galo estuvo dispuesto siempre a dar la batalla hasta el final. Es el Vurgos bohemio e irreverente, el Vurgos pensante, filósofo, místico y social. Pero sobre todo, es el Vurgos del arte y de la poesía. Quizá (se me ocurre ahora) fue también un claro derrotero para que las generaciones posteriores entendiéramos que “nuestro Burgos” cuenta con un germen de negación pecaminoso. Para mal o para bien. Depende, como en aquel verso de Campoamor, del cristal con que se mire. Procedemos, en verdad, de un famoso cura español, de apellido Berástegui, de quien, por razones obvias, no pudimos heredar originariamente su apellido. Berástegui es hoy el nombre de un pequeño corregimiento de Ciénaga de Oro, ubicado a mitad de camino entre este municipio y el municipio de Cereté. Nuestro Burgos es, por tanto, básicamente de línea materna. La historia familiar es bastante conocida y Remberto Burgos Puche sentó cátedra al respecto. Pero lo cierto es que los descendientes del general Francisco Burgos Rubio no tenemos por ningún lado el Berástegui. En todo caso, Burgos o Berástegui, quienes llevamos el Burgos en la sangre estamos llamados a procurar, más allá del orgulloso azul, un horizonte no ligado a prácticas politiqueras ni a expresiones de injusticia y dominación como las descritas por Orlando Fals Borda en su Historia Doble de la Costa. Es otra historia la que deberíamos escribir en nombre de ese otro “Vurgos” que también llevamos dentro. En fin, dejemos el cuento hasta aquí, pues no es el momento de herir susceptibilidades. Es el momento de H. Galo Vurgos P., del poeta Galo, del artista descomunal que Enán Burgos Arango postula desde ya para que la Casa de la Cultura de Ciénaga de Oro, antes de que se nos muera el poeta, lleve su nombre.

Estos Poemas Monosilábicos datan de 1979 y se encontraban desde entonces, como la mayor parte de la obra del poeta Galo, sin editar. El escritor monteriano José Luis Garcés González nos habla en el Tomo I de su Literatura en el Sinú (2000) de la intención del poeta H. Galo Vurgos P. de publicar un último libro con el título de “Mis mil mejores poesías”. Seguimos, sin embargo, esperando. Se comenta entre familiares del poeta que éste entregó a un prestante ex rector universitario de la ciudad de Montería material valiosísimo para tal efecto. Ojalá este legado cultural tenga verdaderos dolientes que se encarguen de rescatarlo del olvido. Es hora de darle a H. Galo Vurgos P., a sus noventa años de edad, en medio de su ceguera y cercado por su inevitable “Ciénaga de Cobre”, el valor que se merece. Y si no, recordemos al menos lo que el mismo poeta, citando a Baudelaire, nos dice: “Hay cierta gloria en no ser comprendido”.

Los dejo con la Nota escrita por Enán Burgos Arango para su publicación de Poemas Monosilábicos:

“H. Galo Vurgos P. nació el 14 de febrero de 1920 en Ciénaga de Oro, Córdoba, Colombia, lugar donde siempre ha vivido asumiendo la universalidad que implica el acto de ser poeta. Es una de las grandes leyendas aún vivas de la poesía colombiana. Desconocida por las nuevas generaciones, su obra, hoy más que nunca es de actualidad, dadas su independencia de espíritu y su autenticidad, y sobre todo por el hecho de no haberse dejado encasillar por las múltiples capillas de la moda, que muchas veces eclipsan las grandes obras que, por fortuna, con el paso del tiempo llegan a ser reconocidas. Los honores, los lucros, la vanidad, esos vicios abominables del ego humano, jamás, pero jamás, durante casi ya un siglo de vida, han venido a enturbiar la pureza de su soledad. Su sentido estético y ético es de un valor inestimable. Mística de alma y profana del cuerpo, satírica a veces, la poesía de H. Galo Vurgos P. nos embriaga y al mismo tiempo nos reprende. Voz suprema no sin humor que arrulla y embelesa, nuestro ser renace entonces del caos, como la primera vez, cuando la palabra a duras penas florecida, venida de Dios, fructificaba el verbo haciendo del hombre un transeúnte adherido a su sombra con serenidad. La melancolía, ese licor que corre por las venas de los poetas románticos regando, como arroyo, los lirios del lirismo, contrario a lo que algunos críticos dicen de él, nunca ha orientado su pluma, pues la tinta con la que él escribe es una mezcla de nieve y de ceniza, nieve negra, ceniza blanca, que se acumula mordaz con el tiempo dejando su trazo de vida en la póstuma memoria de la página. Que el poeta me perdone esta introducción subjetiva, que viene a perturbar, como una mosca, el silencio religioso de su claustro”.

POEMAS MONOSILABICOS

FBA

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